La convivencia ling¨¹¨ªstica en Catalu?a: ?un mito o una realidad?
Desde hace unos d¨ªas se ha producido un gran revuelo por la publicaci¨®n en un diario de Madrid de un manifiesto, al parecer firmado por 2.300 profesionales e intelectuales, en el cual se reclama ?la igualdad de derechos ling¨¹¨ªsticos en Catalu?a?, con el fin ?de restaurar un ambiente de libertad, tolerancia y respeto?. El motivo y el fin, as¨ª expresados, de este manifiesto son tan graves que comprendo que un espa?ol no residente en Catalu?a pueda sentirse preocupado, si es un dem¨®crata, o indignado, si es un intolerante. Ahora bien, en la medida que el mencionado documento no se basa en hechos ciertos, sino en medias verdades, en numerosas imprecisiones, en algunas falsedades inexcusables y, sobre todo, en un juicio de intenciones, cabe preguntarse si no hay dudosas motivaciones pol¨ªticas detr¨¢s del mismo.Debemos aclarar, al respecto, que este manifiesto no pone en Peligro el clima de convivencia ling¨¹¨ªstica en Catalu?a, que no hay que restaurar, pues afortuna damente no se ha alterado. Ning¨²n ciudadano de Catalu?a, sea este catalanohablante o castellanohablante, siente amenaza da dicha convivencia por raz¨®n del actual proceso de normalizaci¨®n del catal¨¢n, a pesar de que puedan surgir, como es natural, puntos conflictivos que en buena lid democr¨¢tica siempre acaban super¨¢ndose. Nuestro temor no se funda tanto en incomprensiones de dentro, que puede haber las, pero son superables, cuanto en incomprensiones de fuera de Catalu?a. Y en este sentido lo grave del manifiesto es haber sembrado preocupaciones infundadas entre los restantes espa?oles.
Hay que decir rotundamente que ninguna voz responsable se ha alzado en Catalu?a contra la igualdad de los derechos ling¨¹¨ªsticos. As¨ª, en el campo de la ense?anza, sobre el que se vierten a menudo aut¨¦nticas patra?¨¢s, todas las fuerzas pol¨ªticas y sociales catalanas -incluyendo las que rigen la Generalidad- est¨¢n de acuerdo con un objetivo pedag¨®gico perfectamente igualitario. Dicho objetivo es el de que todos los ni?os de Catalu?a, independientemente de cu¨¢l sea su lengua materna y de ense?anza, puedan llegar al fin de su escolaridad b¨¢sica (catorce a?os) cono ciendo los dos idiomas oficiales, el catal¨¢n y el castellano. Es lamentable -aunque no parece casual en el actual contexto pol¨ªtico- que los firmantes del manifiesto y otros polemistas se olviden de este principio " pedag¨®gico, fundamental para una pol¨ªtica ling¨¹¨ªstica democr¨¢tica en un pa¨ªs en el que conviven dos len guas. Pero lo m¨¢s lamentable es que se olviden asimismo de que, despu¨¦s de dos a?os de haber entrado en vigor el decreto sobre la incorporaci¨®n del catal¨¢n en el sistema educativo de Catalu?a, aquel objetivo est¨¢ lejos de al canzarse. La situaci¨®n de los es colares de EGB no es, en modo alguno, la que dan a entender los denunciantes, sino muy otra: s¨®lo un 10% de los escolares terminan EGB acredtando un conocimiento satisfactorio, oral y escrito, del catal¨¢n y del castellano. El 90% restante s¨®lo escribe y domina bien el castellano; en cuanto a la lengua catalana, la ignora pr¨¢cticamente, la desconoce en su nivel culto (est¨¢ndar) o, a lo sumo, la lee y la escribe con muchas deficiencias.
Estos hechos, absolutamente comprobables para quien vive y trabaja en Catalu?a -inf¨®rmense cerca de las autoridades docentes centrales o perif¨¦ricas-, desautorizan a los que hablan de un retroceso del castellano en la ense?anza. Que las cosas han empezado a cambiar con respecto a los tiempos de la dictadura es cierto; pero de ah¨ª a que se haya producido se est¨¦ produciendo un retroceso del castellano en la ensefianza..., ?qu¨¦ barbaridad!
Otro aspecto de la pol¨¦mica desatada se refiere a la. supuesta discriminaci¨®n a que son sometidos los ni?os castellanohablantes, a los que se impone, seg¨²n se dice, el aprendizaje de las primeras letras en catal¨¢n. Antes de continuar quiero dejar sentado que el principia de emplear la lengua familiar en la primera ense?anza debe respetarse; sobre este punto se han expresado a veces opiniones discordantes -m¨¢s confusas pedag¨®gicamente que mal intencionadas- con el fin de salvaguardar el derecho de los padres a escoger la ense?anza para sus hijos. Ahora bien, como no sea en este ¨²ltimo supuesto, no ha habido en Catalu?a ning¨²n caso de discriminaci¨®n; y si hubiera existido, deber¨ªa haberse denunciado, con nombres y apellidos, ante las autoridades correspondientes. Pero aun en el supuesto de que existiera alg¨²n caso denunciable, que deber¨ªa ser corregido, ello no podr¨ªa nunca servir de pretexto para ocultar otras discriminaciones, y de car¨¢cter masivo. En efecto, nadie ignora en Catalu?a que en pleno 1981 se est¨¢n produciendo miles de casos de discriminaci¨®n, a los que los detractores de la autonom¨ªa catalana ni siquiera se refieren: alrededor de dos tercios de ni?os catalanohablantes todav¨ªa est¨¢ aprendiendo sus primeras letras no en su lengua familiar, como recomienda la Unesco, sino en castellano. ?D¨®nde est¨¢, pues, la verdadera discriminaci¨®n?
Entre las cr¨ªticas al proceso de normalizaci¨®n ling¨¹¨ªstica en Catalu?a hay una muy sutil que se formula como un juicio de intenciones. Pero ?en qu¨¦ se fundan para temer que la evoluci¨®n de la pol¨ªtica catalana vaya a seguir los derroteros que ellos ya vislumbran? La verdad es que la lengua castellana goza, y seguir¨¢ gozando, de buena salud, incluso en Catalu?a. Recordemos algunos datos: de los siete peri¨®dicos que se publican en Barcelona, s¨®lo uno est¨¢ totalmente redactado en catal¨¢n; de las cinco emisoras de onda media instaladas en nuestra ciudad, ninguna emite completamente en catal¨¢n (s¨®lo unos pocos programas y no todas); la televisi¨®n sigue emiti¨¦ndose mayoritariamente en castellano y tan s¨®lo se dan algunos programas en catal¨¢n en horas de poca audencia; los cines de Barcelona estos d¨ªas ¨²nicamente exh¨ªben dos pel¨ªculas catalanas, frente a las innumerables (originales, dobladas o subtituladas) en castellano; s¨®lo en teatro parece haber un mayor equilibrio entre las dos lenguas. Mientras subsistan estas condiciones ?resulta extra?o que las autoridades locales dediquen especial atenci¨®n al fomento de iniciativas culturales catalanas? Existiendo un d¨¦ficit cultural tan aplastante, ?qui¨¦n osar¨ªa, si no es c¨ªnicamente, acusarles de favoritismo?
En resumen, presentar al castellano como lengua discriminada en Catalu?a no s¨®lo no responde a la verdad, sino que es m¨¢s bien fruto de una visi¨®n nost¨¢lgica y reaccionaria: es decir, lo que pudiera ser Catalu?a, si el catal¨¢n se limitara a no salir del ¨¢mbito familiar. Esta es la pol¨ªtica que impuso el franquismo y estamos convencidos de que ning¨²n dem¨®crata puede defenderla. Afortunadamente, los catalanes, sean catalanohablantes o castellanohablantes, estamos por una convivencia ling¨¹¨ªstica sin opresiones, a la que ciertos manifiestos y ciertos detractores de las autonom¨ªas m¨¢s parecen querer destruir que salvaguardar.
Francesc Vallverd¨² es escritor y socioling¨¹ista.
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