Fin de semana mediocre
Estamos contemplando, sin duda, los desechos de los lotes cinematogr¨¢ficos comprados por Televisi¨®n Espa?ola. Cada program¨¢dor elige lo mejor de esos lotes para componer unas sesiones de inter¨¦s; m¨¢s tarde, sin embargo, debe programar tambi¨¦n lo desechado en principio. Es de suponer que eso es lo que estamos contemplando ahora. No se entiende, de otra manera, la monoton¨ªa de pel¨ªculas mediocres con que se nos obsequia desde hace algunas semanas. Mediocridad, por otra parte, protagonizada casi exclusivamente pcir el cine americano, ¨²nico que parece interesar a los distintos programadores de Prado del Rey. Si la historia del cine -que parece que estamos revisando- se reduce s¨®lo al cine de Hollywood es que aqu¨ª no nos hemos enterado a¨²n de nada. ?No hay m¨¢s, no ha habido m¨¢s en los cincuenta a?os de cine hablante?Hoy tenemos tres largometrajes insulsos, por mucho que en uno de ellos intervenga la te¨®ricamente fascinante Yvonne de Carlo, en otro, el espl¨¦ndido Cary Grant (a quien van hundiendo lentamente, semaria tras semana, con lo peor de su filmograf¨ªa), y en el tercero, el eficaz John Wayne. Ninguno de ellos, sin embargo, se muestra hoy en lo mejor de su carrera.
Yvonne de Cirlo, aunque consiga unir en La novia del bucanero (1950) su vertiente aventurera con la de las variedades, y ofrecer, por tanto, todas sus posibilidades interpretativas, no supera el lado c¨®mico de su trabajo que ella misma supo entender a?os m¨¢s tarde, caricaturiz¨¢ndolo en Esta es la noche, de Mario Zampi, y en su intervenci¨®n en la serie televisiva La familia Munster. Producto t¨ªpico de la iconograf¨ªa er¨®tica del cine americano de los a?os 1940-1950, Yvonne de Carlo puede suscitar a¨²n ciertos entusiasmos en nost¨¢lgicos o campistas. Poco m¨¢s.
Como probablemente ocurra con Cary Grant en la pel¨ªcula En busca de marido (1948), obra incluso ignorada en las filmograf¨ªas no exhaustivas del actor. No es m¨¢s que una comedieta amorosa con final feliz. Si hubiera que elegir pel¨ªculas en las que Grant comparte su protagonismo con otras actrices -en este caso lo hace con la pr¨¢cticamente desconocida Betsy Drake-, siempre hubiera sido preferible elegir las pel¨ªculas que interpret¨® junto a Mae West, Ann Sheridan y Rosalyn Russell, aut¨¦nticas estrellas del extinto firmamento del cine americano. Quiz¨¢ en las ¨²ltimas entregas de este desdichado ciclo pueda recuperarse la imagen de Cary Grant que ten¨ªamos antes de ¨¦l.
Puestos ya a elegir intervenciones mediocres y actores conocidos, John Wayne, en McQ (1974), no le va a la zaga, a pesar de ser una pel¨ªcula dirigida por John Sturges, a quien se deben t¨ªtulos tan interesantes como El ¨²ltimo tren de Gun Hill, Duelo a muerte en Ok Corral o La hora de las pistolas. En esta ocasi¨®n se trata de una defensa del h¨¦roe solitario, entendido como justiciero al margen de la justicia, es decir, como hombre que debe superar la legalidad para encontrar a los asesinos de costumbre. Mitificaci¨®n de la violencia ilegal, McQ fue rechazada por la cr¨ªtica europea del momento, de acuerdo en t¨¦rminos generales al considerar la clara decadencia de su director y la decantaci¨®n pol¨ªtica obvia del actor protagonista.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.