Un poco de fiesta
TEMORES REALMENTE fundados, o rumores vertidos desde las cenagosas fuentes que se dedican en las ¨²ltimas semanas a la guerra psicol¨®gica y de nervios contra la democracia, auguraban que el 25 de marzo iba a ser el mi¨¦rcoles negro de nuestro r¨¦gimen constitucional. No s¨®lo no se confirmaron esos presentimientos o bulos, sino que anteayer fue un d¨ªa de fiesta y de relajamiento para esa ampl¨ªsima parte de la sociedad espa?ola que siente afici¨®n por el f¨²tbol.Durante la noche del mi¨¦rcoles, mientras la selecci¨®n espa?ola de f¨²tbol marcaba dos goles -conseguidos por dos jugadores vascos de la Real Sociedad- en el estadio de Wiembley, la catedral del f¨²tbol, y lograba la victoria contra Inglaterra, la opini¨®n p¨²blica conoc¨ªa, con alborozo, la liberaci¨®n del popular Quini, delantero centro del Barcelona, y la detenci¨®n de sus secuestradores. Eran, probablemente, las dos ¨²nicas buenas noticias que una parte de la sociedad espa?ola recib¨ªa desde la ma?ana del 24 de febrero.
Ya sabemos, ya sabemos que, al fin y al cabo, el f¨²tbol profesional es fundamentalmente un espect¨¢culo y que los triunfos de las selecciones nacionales de f¨²tbol no pueden ser extrapolados, m¨¢s que a expensas del rid¨ªculo, a la condici¨®n de hom¨¦ricas haza?as colectivas, al estilo de aquel directivo espa?ol que interpret¨® el gol de Zarra contra Inglaterra en Maracan¨¢, en 1950, como una venganza hist¨®rica contra la p¨¦rfida Albi¨®n. Sin embargo, este pa¨ªs tiene tal necesidad de fiesta que, desde aqu¨ª, queremos levantar acta, aunque s¨®lo sea como testimonio sociol¨®gico, de que gracias al f¨²tbol muchos ciudadanos se fueron a la cama, precisamente en un d¨ªa sobre el que hab¨ªan llovido presagios luctuosos, alegres y felices, y algo sorprendidos y bastante satisfechos de que tres jugadores vascos -Arconada, Zamora y Satr¨²stegui- hubieran contribuido de forma decisiva a la victoria de la selecci¨®n espa?ola de f¨²tbol en el viejo Wembley.
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