No se trata s¨®lo del divorcio
En EL PAIS de 19 de marzo se public¨® un art¨ªculo del que soy autor, bajo el t¨ªtulo ??Defensa de la familia o defensa del poder??. Ese art¨ªculo fue remitido al peri¨®dico el d¨ªa 5 de febrero pasado. A pesar de que han transcurrido casi 45 d¨ªas entre el env¨ªo y la publicaci¨®n, y a pesar, asimismo, de lo que mientras tanto ha acontecido -y sigue aconteciendo- en Espa?a, mi art¨ªculo, desgraciadamente, conserva ¨ªntegramente su vigencia. Me atrever¨ªa a decir que la conserva acrecentada. Nuestros parlamentarios en vez de concentrar toda su atenci¨®n en resolver los grav¨ªsimos problemas que el pueblo espa?ol tiene planteados, discuten con apasionamiento digno de mejor causa, uno que en la inmensa mayor¨ªa de los pa¨ªses est¨¢ resuelto y que, en el nuestro, deber¨ªa ya estarlo.Personalmente, y en mi calidad de simple ciudadano al que nunca ha interesado participar activamente en pol¨ªtica, preferir¨ªa que se ?aparcara? -como ahora se dice el pol¨¦mico proyecto de ley sobre el Divorcio, sacrificando mi ideolog¨ªa sobre este punto, a cambio de que nuestra clase pol¨ªtica recuperase ¨¦l sentido com¨²n, que parece haber perdido. Ceder ante la presi¨®n de los que han hecho, absurdamente, del divorcio casi una cuesti¨®n de Estado, ser¨ªa darles ahora una lecci¨®n de patriotismo.
Tal vez se podr¨ªa aconsejar al Congreso que apruebe r¨¢pidamente el proyecto de ley y que, en el Senado, quienes integren la Comisi¨®n de Justicia se dejen asesorar por juristas pol¨ªticamente independientes, que se encargar¨ªan de pulir la futura ley, entre otras cosas para evitar que se convierta en un engendro impresentable. A condici¨®n, claro est¨¢, de que nuestros pol¨ªticos no intente de nuevo enmendarnos la plana a quienes sobre este tema, y sobre otros muchos, sabemos bastante m¨¢s que ellos. As¨ª podr¨ªan dedicar todas sus energ¨ªas a la cuesti¨®n fundamental: salvar a Espa?a y, si es posible, a la democracia. El objetivo que en estos momentos debe ser absolutamente prioritario -y no parece necesario exponer las razones- es cortar el terrorismo. Si el Gobierno, con el consenso -o como quieran llamarlo- de todas las fuerzas pol¨ªticas -con excepci¨®n, naturalmente, de las que legalmente no deber¨ªan serlo-, no se aplica a esta tare¨¢, y no consigue r¨¢pidamente llevarla a feliz t¨¦rmino, todos saben¨ªos cu¨¢l es el porvenir que le aguarda a la democracia. Y la responsabilidad de que, una vez m¨¢s, se frustre en Espa?a una leg¨ªtima expectativa democr¨¢tica recaer¨¢, exclusivamente, sobre quienes no han podido, no han querido o no han sabido hacerla realidad./
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