Amancio Prada, el cuentista
El cantante berciano Amancio Prada (1949) ha presentado, por medio de dos actuaciones en el madrile?o teatro Alcal¨¢ Palace, las canciones de amor y la danza festiva que componen su nuevo elep¨¦, Leliadoura. Le acompa?aron en sus recitales Ferm¨ªn Aldaz, al viol¨ªn, y Cuco, al acorde¨®n. El escaso p¨²blico que acudi¨® a la primera de esas citas reaccion¨® con fervoroso entusiasmo.Amancio Prada, ya sin barba, comenz¨® con el tema Libre te quiero.
En Part¨ªstesos, mis amores (Juan de la Encina), Romance del enamorado (tradicional), La noche del s¨¢bado (Agust¨ªn Garc¨ªa Calvo) o Adi¨®s, r¨ªos; adi¨®s, fontes (Rosal¨ªa de Castro), el int¨¦rprete recuerda su pasado, donde ha dejado hermosas melod¨ªas, puertas entreabiertas y f¨¦rtiles vaivenes. Sin embargo, el arma de la voz se le va atragantando progresivamente, recurre a la dicci¨®n solemne, halla fijeza en lo soso, se diluye sin remedio.
De todas formas, Amancio Prada cierra la primera parte de su recital dejando tras de s¨ª una huella l¨ªmpida de compositor inspirado int¨¦rprete digno y personaje cordial. Aunque do?a Concha Piquer dir¨ªa de ¨¦l lo que de V¨ªctor Manuel: ? -Qu¨¦ muchacho tan triste! ?.
Y la Piquer, una vez m¨¢s, acabar¨ªa teniendo raz¨®n. Porque la segunda parte fue la morada cenicienta del sopor, dicho sea con todo el respeto y el cari?o que la figura de Amancio Prada se merece. Leliadoura es un error consumado, sin pizca de frescura, cantado con una voz mon¨®tona que Amancio Prada debe pensar que es el reflejo fiel de la de los trobadores.
Amancio Prada tal vez tenga alguna sospecha acerca del desastre, pues hilvana los temas mediante explicaciones generosas. Lo grave es que se inventa un cuento que intenta rivalizar con los folletones de Sautier Casaseca, redicho con un engolamiento al que siempre fue ajeno Pedro Pablo Ayuso.
Aquello fue, en verdad, un funeral. Sorprende, pues, el anhelo de Amancio Prada: ?Ojal¨¢ que estas canciones encuentren resonancia en corazones enamorados y, as¨ª, otros las canten, para que sigan vivas?. La apuesta es insensata, pues tales canciones han nacido ya muertas. Y no hay cuento capaz de resucitarlas.
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