Un rom¨¢ntico heterodoxo
Jos¨¦ Mar¨ªa Iparraguirre, nacido el 12 de agosto de 1820, curs¨® estudios en Vitoria y, con los jesuitas, en Madrid. El estallido de la guerra civil le llev¨®, con catorce a?os, a los frentes carlistas, donde fue herido, y lleg¨® a pertenecer a la guardia de honor de Carlos Mar¨ªa Isidro. Decepcionado por el final de la contienda, con la rendici¨®n de Bergara, Iparraguirre se exili¨® y recorri¨® Francia, Italia, Suiza, Alemania y Gran Breta?a, subsistiendo con su trabajo en grupos de teatro y aline¨¢ndose con las corrientes m¨¢s liberales y revolucionarias de la ¨¦poca. En Francia, el que fuera voluntario de don Carlos aprendi¨® m¨²sica y cant¨® La Marsellesa, dedic¨¢ndose a criticar la pol¨ªtica restauracionista de Napole¨®n, por lo que fue expulsado.A su regreso a Espa?a, gracias a un indulto, Iparraguirre se sumerge en el amplio movimiento foralista, que se hab¨ªa gestado como reacci¨®n al recorte por la Corona de los privilegios vascos. Se hab¨ªa hecho popular en los ambientes euskaldunes de Madrid, y all¨ª dio a conocer en 1853, en el caf¨¦ de San Luis, de la calle de la Montera, el zorziko Guernikako arbola. El entusiasmo que provoc¨® esta composici¨®n y la identificaci¨®n de sus canciones con el movimiento popular contra el centralismo le causaron numerosos problemas, y conoci¨® la c¨¢rcel y el destierro. M¨¢s tarde se exiliar¨ªa nuevamente de forma voluntaria, esta vez en Argentina y Uruguay.
Cuando se pensaba que hab¨ªa muerto, Iparraguirre lanz¨® una llamada de socorro desde Am¨¦rica y pudo regresar, gracias a una suscripci¨®n popular, en 1877. Antes de su fallecimiento, recibi¨® homenajes multitudinarios. La popularidad de que goz¨® queda reflejada en la conmoci¨®n que suscit¨® la noticia de su desaparici¨®n. Diputaciones, ayuntamientos y otras instituciones expresaron p¨²blicamente su dolor.
De vida intensa y agitada, Iparraguirre fue un rom¨¢ntico heterodoxo que trascendi¨® el bersolarismo, la improvisaci¨®n, para componer un pu?ado de canciones que interpretaba con la guitarra, gan¨¢ndose de este modo la vida. Gracias al Guernikako arbola, lleg¨® a asociarse al roble de la poblaci¨®n vizca¨ªna con la defensa de los fueros y, el esp¨ªritu de resistencia popular, identificaci¨®n que hasta que fue recogida en sus versos apenas era real s¨®lo en Vizcaya. Adem¨¢s, reflej¨® en el resto de sus canciones la experiencia vital de los destierros y las penalidades, as¨ª como la alegr¨ªa del enamoramiento, el retorno a los lugares queridos y el enraizamiento con la tierra.
Un disco especial, editado con motivo del centenario de su muerte, recoger¨¢ la interpretaci¨®n por cantantes de hoy de algunas de sus composiciones, de modo especial las m¨¢s populares, como Agur euskal herriari (Saludo al Pa¨ªs Vasco), Ume eder bat (Una hermosa criatura) o Zibillak esan aute (Me han dicho los civiles).
Babelia
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