La carta de los obispos

Los monse?ores vascos est¨¢n en su perfecto derecho de hacer p¨²blica su opini¨®n sobre los momentos m¨¢s delicados y trascendentes de la historia reciente de su pa¨ªs. No hay motivo, por tanto, para tachar tal hecho de intromisi¨®n en nada ni para, despectivamente, decirles aquello de zapatero a tus zapatos.Y hago este pre¨¢mbulo despu¨¦s de haber le¨ªdo y rele¨ªdo el documento obispal y hartarme de leer editoriales, art¨ªculos y comentarios en la Prensa a que tengo acceso, as¨ª como de escuchar opiniones y debates sobre el tema en m¨¢s de una emisora radiof¨®nica. Ahora bien, lo cort¨¦s no quita lo valiente, y si es cierto que los obispos vascos salen en defensa de los derechos humanos y de la libertad, no es menos cierto que lo hacen de una forma tan ambigua y -perm¨ªtaseme la expresi¨®n- tan vasca, que no es de extra?ar que cause cuando menos confusi¨®n.

Si el hermoso Pa¨ªs Vasco -y porque en ¨¦l se genera- sufre en su seno las funestas consecuencias del terrorismo etarra que, al propio tiempo, conmociona a toda Espa?a, es digno de aplauso el que el Gobierno central se vac¨ªe en erradicar la muerte violenta, cobarde y traicionera y en que no vuelva a derramarse m¨¢s sangre y m¨¢s odio. Respetable la opini¨®n obispal sobre la misi¨®n de las Fuerzas Armadas, pero a todas luces err¨®nea. La mayor garant¨ªa para salvar la libertad est¨¢ precisa y constitucionalmente en las Fuerzas Armadas. /