"La Pasi¨®n seg¨²n san Mateo", de Bach, en su esencia
El redescubrimiento de Bach por el romanticismo -que Zelter, en 1827, comparaba con los de Shakespeare y Calder¨®n- cre¨® por la fuerza natural de las cosas unos modos interpretativos desacordes con los originales. ?Era un Bach?, como estudi¨® Hermann Abert en 1927, ?que el romanticismo hab¨ªa creado seg¨²n sus propios modelos y sin preocuparse demasiado de investigar el verdadero estilo bachiario?.La pasi¨®n seg¨²n san Mateo, por su significaci¨®n y su valor cimero de todo un largo pasado, ha servido como ejemplo m¨¢ximo de semejante conflicto, cuya soluci¨®n, todav¨ªa discutida por los gustos de la mayor¨ªa impresionable, ha empe?ado a muchos music¨®logos. Ya el mismo Mendelssohn, sin poder esquivar los compromisos con su tiempo, trat¨® de buscar la mayor fidelidad al enfrentarse con los originales de La pasi¨®n. Otros muchos han aclarado o enturbiado las aguas desde ex¨¦gesis peculiares, y bastar¨ªa aludir al poetismo de Schweizer para entender lo que digo.
Teatro Real
Orquesta nacional. Coros de Radio Estocolmo. Director: Ericson. Escolan¨ªa Virgen Mirasierra. Director:Jos¨¦ de Felipe. Obras: ?La pasi¨®n seg¨²n san Mateo?,de Bach. Solistas: A. Ayger, B. Finnila, N. Rogers, K. Lewis, A. Malta, M. Rippon, A. Carreres, R. Tamarit, S. Tudela, V. Mart¨ªn, J. Fern¨¢ndez, Jordi Savall, A. Quintanilla y Glen Wilson. Director: Antonio Ros Marb¨¢. 10, 11 y 12 de abril
Uno de los errores conceptuales m¨¢s difundidos, contra el que se alzan Abert, D¨¹rr, Blume y tantos otros, es el de considerar las pasiones como creaciones dram¨¢ticas en el sentido teatral del t¨¦rmino, y tan s¨®lo por el hecho real de que contengan elementos dram¨¢ticos, lo cual es bien distinto. Bach, en las pasiones hizo m¨²sica religiosa y aun popular. Manda la palabra del Evangelista, para Abert: ?espina dorsal del todo?, en torno a la cual intervienen los diversos personajes, singulares o colectivos (desde Jes¨²s a las turbas). Pero de ellos importa su texto, lo que dicen, sin que se pretenda, desde la m¨²sica, dise?ar caracteres. Participa el pueblo a trav¨¦s del elemento popular-religioso caracter¨ªstico del luteranismo: el coral. Bach extrae los de la Pasi¨®n del libro de servicio sagrado, y ya es sabido que los diversos autores (Kr¨¹ger, Gerhardt, Magdeburg, Reusner, Schop, etc¨¦tera) sacralizaron en no pocas ocasiones melod¨ªas de origen profano. En fin, el compositor, sin romper la unidad de estilo, se manifiesta m¨¢s a su modo y en su tiempo desde las arias y los ariosos.
Al seguir el texto, Bach cede a no pocas sugerencias simb¨®licas, descriptivas y dram¨¢ticas. Pero la realidad de la obra, su raz¨®n de ser, no es otra que la de continuar una historia y unos h¨¢bitos heredados y con varios siglos de tradici¨®n, a trav¨¦s de una sincera actitud religiosa. Quiz¨¢ la innovaci¨®n mayor de Juan Sebasti¨¢n es la importancia del Evangelista, cuya larga y expresiva parte -alejada en el mismo prop¨®sito del recitativo oper¨ªstico- constituye lo m¨¢s genial de la monumental partitura.
Gustos del romanticismo
Dados los gustos del romanticismo y la persistencia de su legado, una de las v¨ªas por las que La pasi¨®n modifica su talante es la del aumento, casi berlioziano, de los efectivos vocales e instrumentales. Sin embargo, como quer¨ªa Strawinsky, todo queda m¨¢s claro y transparente, m¨¢s ver¨ªdico en su ideolog¨ªa musical y religiosa, reduciendo coros y orquestas a la proporci¨®n adecuada.
As¨ª ha hecho Antonio Ros Marb¨¢ en la versi¨®n que acaba de interpretar en el teatro Real. Dos coros de veinte voces cada uno, una escolan¨ªa de otras tantas y dos grupos orquestales ad hoc, junto a un excelente grupo de solistas, nos han dado de La pasi¨®n una visi¨®n distinta y distante del gran espect¨¢culo sonoro que, con frecuencia, se practica. Y en el estilo, sin necesidad de abusos racionalistas, Ros Marb¨¢ evita todo exceso ret¨®rico, toda hinchaz¨®n din¨¢mica, todo efectismo ag¨®gico.
Como Bach se planteara la obra, el director barcelon¨¦s la asume desde la parte del Evangelista, que determina y subsume todo lo dem¨¢s; llev¨® los corales con hermosa simplicidad y, sin despojarlos del realismo que contienen, espiritualiz¨® los pasajes dram¨¢ticos. Tras la versi¨®n de Ros Marb¨¢ se adivir¨ªan muchas horas de estudio, un largo af¨¢n para ver m¨¢s claro.
Cont¨® con los Coros de Radio Estocolmo, que dirige una de las m¨¢ximas autoridades en la materia, Eric Ericson. Cantaron con perfecci¨®n, transparencia, flexibilidad, equilibrio y soberbio andamento. El Evangelista de Nigel Rogers estableci¨® un punto de expresividad que pod¨ªa servir como norma para el resto, y Alexander Malta, en Jes¨²s, conmovi¨® por voz y por l¨ªnea; Birgit Finnila, la mezzo, es figura de justo prestigio internacional: todas sus intervenciones resultaron magistrales. A su lado, la soprano Arleen Auger, el tenor Keith Lewis y el bar¨ªtono Michael Rippon lucieron calidades oratoriales y conocimiento del estilo bachiano dignos de m¨¦rito.
En bloque merecen elogios los profesores de la ONE y los solistas instrumentales: Carreres, Tamarit, Tudela, V¨ªctor Mart¨ªn y Jos¨¦ Fern¨¢ndez. Extraordinario el viola da gamba Jordi Savall y el continuo (Alvaro Quintanilla, violoncello, y Glen Wilson, ¨®rgano positivo). Resumen: un concierto espiritual que, por sus valores, reclamaba el templo antes que el teatro, y un gran triunfo del director Antonio Ros Marb¨¢.
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