Unas chicuelinas de Roberto Dom¨ªnguez
Detalles t¨¦cnicos, destellos de arte, reses encastadas, una faena premiada con oreja, hubo el domingo en Las Ventas; pero, sobre todo, queda en el recuerdo la pincelada m¨¢gica de unas chicuelinas que cre¨® Roberto Dom¨ªnguez. Fue en su turno de quites al toro que abr¨ªa plaza. Tres chicuelinas nada m¨¢s. Las tres de dibujo: el giro acompasado, las manos bajas, el capote barriendo la arena al tiempo que lo hurtaba levemente -casi una caricia- a la embestida noble del toro.Luego, en el quinto de la tarde, volver¨ªa a instrumentar otro buen quite por chicuelinas, pero ya no era lo mismo. Quiz¨¢ no pod¨ªa serlo, pues el soplo de la inspiraci¨®n no se prodiga. Y ya el resto lo hizo en tono menor. No se confi¨® en el segundo, que se le quedaba corto, y a la nobleza del quinto respondi¨® con una faena reposada, pero sin ligar; pinturera, mas sin sentimiento; tan larga como mon¨®tona en la reiteraci¨®n de las suertes. El torero de escuela que lleva dentro Roberto Dom¨ªnguez no acaba de cuajar, al menos en Madrid, y s¨®lo apunta sus calidades en el marco del unipase, que es deleznable invento nacido en la vulgaridad de la neotauromaquia.
Plaza de Las Ventas
Toros de Jos¨¦ Murube, con trap¨ªo, encastados, que dieron juego. Julio Robles: Estocada, desprendida (oreja con algunas protestas). Bajonazo (algunos pitos). Roberto Dom¨ªnguez: Pinchazo hondo, rueda de peones y dos descabellos (silencio). Estocada ca¨ªda y dos descabellos (vuelta protestada). Jos¨¦ Antonio Campuzano: Estocada corta desprendida y descabello (aplausos y salida al tercio). Pinchazo hondo y descabello (silencio). Presidi¨® sin complicaciones el comisario Juan Font, que debutaba en el palco. Empez¨® la corrida con retraso, pues hubo que acondicionar el ruedo a causa del fuerte aguacero que cay¨® sobre Madrid.
M¨¢s pele¨®n, o por lo menos con m¨¢s sentido de lo que debe ser una faena ligada, Julio Robles instrument¨® buenas series de derechazos y naturales al primero, un murube de gran nobleza, aunque abus¨® de utilizar el alivio del pico, que tambi¨¦n es un mal end¨¦mico entre la torer¨ªa de hoy. Por esta faena se le concedi¨® una oreja, y con ella en el esport¨®n ya no vio la necesidad de esforzarse frente al cuarto, a pesar de que era de condici¨®n manejable. Los toreros (acaso no todos, pero muchos s¨ª) agradecen de esta forma los regalos, y los presidentes deber¨ªan tomar buena nota de ello para futuras ocasiones.
Tambi¨¦n sac¨® a relucir la monserga del pico Jos¨¦ Antonio Campuzano, y por el hueco de esta ventaja innecesaria se le fue el gran triunfo que le brindaron sus dos murubes. Al primero de ellos, sobre todo, bravo y pastue?o, es imperdonable que no le hiciera un faen¨®n de altos vuelos. En realidad prefiri¨® amontonar pases a la exquisitez del toreo puro, que se resuelve en media docena de muletazos. Claro que no es tan f¨¢cil. Porque para conseguir algo as¨ª hay que tener mucho coraje, hay que saberse bien la papeleta, hay que vibrar de sentimiento, hay que despejarle el camino a la inspiraci¨®n. Seguramente el d¨ªa, c¨¢rdeno oscuro y pasado por agua, no le daba para tanto al diestro sevillano.
Tore¨® bien a la ver¨®nica y por gaoneras Campuzano, como Ro bles har¨ªa un bonito quite del delantal. De las chicuelinas de Dominguez ya dijimos. Los tres se emplearon con el capote. Y como, por a?adidura, los peones estuvieron acertados en la brega, hab¨ªa toros y la lidia transcurri¨® con seriedad y orden, toda la corrida se mantuvo en l¨ªnea de inter¨¦s. La fiesta ha empezado por muy buen camino en Las Ventas y, si sigue as¨ª, se acabar¨¢ logrando el espect¨¢culo total. La nueva empresa acierta al ofrecer los elementos b¨¢sicos, como son toros, toreros de vocaci¨®n y oficio y una amplia informaci¨®n al p¨²blico.
Los murubes salieron con trap¨ªo y adem¨¢s hubo la fortuna de que dieran juego en todos los tercios. La suerte de varas, a salvo alg¨²n abuso -los alevosos puyazos traseros que Victoriano Garc¨ªa le peg¨® al cuarto, quiz¨¢ porque le hab¨ªa derribado-, se hizo en los terrenos adecuados, con rigor y acierto. En el tercero, Ram¨®n Bejarano, escuch¨® ovaciones por la brillantez con que ejecut¨® la suerte. La afici¨®n estaba encantada y al terminar el festejo los comentarios eran un¨¢nimes: ?Ahora s¨ª que se puede ir a los toros en Madrid?. Un p¨²blico al que se le ofrecen todos los detalles esenciales del espect¨¢culo, incluida la fecha de nacimiento de las reses, las caracter¨ªsticas de la ganader¨ªa, la biograf¨ªa de los toreros, hasta el color de los trajes de luces para que pueda identificarlos, est¨¢ en inmejorables condiciones de seguir con atenci¨®n y juzgar la lidia. Si adem¨¢s ¨¦sta se desarrolla en su plenitud, seg¨²n ha sucedido en los dos primeros festejos de la temporada, ese p¨²blico acabar¨¢ haci¨¦ndose aficionado. Y no digamos si, para colmo, brota la inspiraci¨®n y se produce el toreo de arte, como aquellas chicuelinas de Roberto Dom¨ªnguez. Pero esto ya es para nota.
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