Profesores de Teolog¨ªa
Acabo de leer en el diario madrile?o EL PAIS de esta fecha la no-Pasa a p¨¢gina 10
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ticia titulada secamente: ?obispos del Sur destituyen de sus c¨¢tedras a dos profesores de Teolog¨ªa?. En el interior de la noticia se nos informa que estos profesores son Jos¨¦ Mar¨ªa Castillo y Juan Antonio Estrada, de la facultad de Teolog¨ªa de Granada.
Apenas repuesto de la consternaci¨®n que me ha producido la noticia, me apresuro a utilizar el m¨¦todo que considero evang¨¦lico, apart¨¢ndome en esto del que ustedes han seguido, o sea: lo primero, inter et ipsum solum.
?Es que la comunidad cristiana del Sur va a sufrir tambi¨¦n el subdesarrollo espiritual y se va a ver sometida al arbitrio de unos ?terratenientes de la fe?? ?C¨®mo es posible que un tema tan espinoso como ¨¦ste no se haya consultado con un gran abanico de personas, tanto teol¨®gicamente calificadas como popularmente significativas? Y si, despu¨¦s de haber dado los pasos que el amor fraterno requiere, ustedes creyeran que habr¨ªa que tomar una decisi¨®n, ?no podr¨ªan haber acudido a la imaginaci¨®n, de la que aqu¨ª abundamos, para encontrar una soluci¨®n que no sea humillante para los citados profesores y que no produzca el verdadero ?esc¨¢ndalo? que ha producido y seguir¨¢ produciendo esta determinaci¨®n tomada solitariamente desde la cumbre?
Yo llevo mucho tiempo intentando hacer lo posible y lo imposible para resta?ar las heridas que inflige la llamada ?Iglesia docente? (que a veces es solamente ?imperante?) y no sea despreciada por los cristianos de base y por los ex cristianos que todav¨ªa tienen algunas a?oranzas. Pero actuaciones como esta me atan las manos y me obligan a ver, desolado, el desencanto del ?resto de Israel?, que todav¨ªa esperaba actitudes evang¨¦licas de nosostros.
Dispensen que hable tan claro, pero lo hago antes de que me pidan opiniones dirigidas al p¨²blico. En esto, para servir al Evangelio, creo deber, seguir un itinerario opuesto al que ustedes han seguido en estos casos. / Can¨®nigo lectoral.
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