Una mirada sobre el mundo y el siglo
Hay una frase de Josep Pla que se repite en diversas ocasiones a lo largo de su obra. El escritor, desde un altozano, contempla el cementerio de Palafrugell: ?El cementerio en el que, si todo va bien, me tendr¨¢n que enterrar?. ?Ha ido todo bien? Pla ha muerto sin haber merecido el premio de honor de las Letras Catalanas. Pero eso es un problema catal¨¢n.Con premio o sin ¨¦l, Pla es el mayor escritor de las letras catalanas de este siglo, o al menos el de obra m¨¢s amplia y universal. La edici¨®n de sus obras completas, todav¨ªa en marcha, ronda ya los cuarenta vol¨²menes; y todav¨ªa queda mucho material sin recoger. Precisamente uno de los encantos de esta obra aparentemente dispersa es el de su extra?a unidad, la unidad que le confiere el punto de vista de su autor: un pay¨¦s del Ampurd¨¢n, repleto de viajes y lecturas, que viaj¨® a todo lo largo del mundo, contando lo que ve¨ªa, sin perder nunca la serenidad, pero sin dejar tampoco a un lado la iron¨ªa.
Dos han sido los elementos que han marcado el trabajo diario de este forzado de la pluma: la independencia y el buen sentido. La independencia dentro de una vida tan err¨¢tica y, sin embargo, tan arraigada como la de Pla, cuyos descansos entre viaje y viaje volv¨ªan siempre a su ciudad natal, le permiti¨® no casarse con nadie, no alabar a nadie, no reconocer a nada ni a nadie sin que su coraz¨®n lo permitiera. El buen sentido -el seny catal¨¢n- le permiti¨® sopesar con una iron¨ªa suave, poco enconada, mantenerse distante hasta de todo aquello que elogiaba.
Casi al final de su vida, con su libro Notes del capvesprol, resucitaba los mismos ¨ªmpetus juveniles de aquel Quadern gris, la obra maestra escrita en su juventud, y que, sin embargo, no public¨® hasta pasada ya la madurez, en el primer volumen de sus obras completas.
Aquel joven ampurdan¨¦s, que en 1921 emprend¨ªa su primer viaje a Par¨ªs, dejando en el caj¨®n de los recuerdos aquel dietario personal en el que mostraba su descubrimiento de los libros y la vida, permanecer¨ªa as¨ª, ir¨®nico, despegado, tremendamente curioso,_hasta el final de su vida. Un peque?o burgu¨¦s, de ra¨ªces campesinas, contemplando las mayores cat¨¢strofes de la historia del mundo y de su patria.
Fue, sobre todo, un periodista. No lleg¨® nunca a escribir una gran novela. Tuvo, eso s¨ª, unas dotes excepcionales para describir todo lo que ve¨ªa. Pero con la descripci¨®n no basta, y Pla se content¨® con permanecer en los l¨ªmites que tan bien dominaba. Su maestr¨ªa se logr¨¦ a base de acomodarse al marco que domin¨® desde sus primeros tiempos. Todo lo dem¨¢s lo puso el mundo, desde el mar hasta la gastronom¨ªa, o sus discutibles opiniones pol¨ªticas. Pero Pla se limit¨® a poner el tono, la mirada. Ah¨ª empieza el misterio de la escritura.
Babelia
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