Un espa?ol, condenado por homicidio en Italia, en huelga de hambre para que se revise su caso
?Esta maldita historia tendr¨¢ un final. No s¨¦ cu¨¢l ser¨¢, pero es una guerra total entre yo y una ley fascista?. Estas palabras son de Pedro Rubinat, el ciudadano espa?ol que est¨¢ en huelga de hambre en la c¨¢rcel italiana de Civitavecchia, como protesta contra una sentencia que lo ha condenado a veinti¨²n a?os de c¨¢rcel, seg¨²n ¨¦l, ?sin haber sido nunca interrogado por ning¨²n polic¨ªa, sin haber sido escuchado por ning¨²n juez, sin haber participado nunca personalmente en mi proceso?.
La historia de Rubinat, condenado en Italia con sentencia definitiva por homicidio voluntario, es compleja, pero tambi¨¦n significativa, porque en realidad es verdad todo lo que ¨¦l dice, pero es tambi¨¦n cierto que la Magistratura de este pa¨ªs ha actuado seg¨²n las leyes vigentes.Se trata, sencillamente, de la aplicaci¨®n de una ley de tiempos del fascismo. Del caso Rubinat, que desde hace a?os se ve arrastrado de una c¨¢rcel a otra, e internado continuamente en hospitales a causa de sus continuas huelgas de hambre y de sed, se ha comenzado a interesar la Prensa italiana, y, por supuesto, el Consulado espa?ol, que no ha dejado nada de su parte por aclarar la triste noticia.
?O morir¨¦ o sacar¨¦ algo de limpio. Lo que no comprendo es que a¨²n est¨¦ vivo?, escribi¨® hace unas semanas al corresponsal de la revista espa?ola Interviu, en Roma, desde el hospital de Civitavecchia. Es un hombre con gran voluntad. Est¨¢ dispuesto a seguir su huelga de hambre hasta el final con tal de que se le permita presentarse ante un tribunal ?para poder defenderme?. Y a?ade: ?Yo no soy un inocente, en esta historia ha muerto un hombre, pero no fue un homicidio voluntario?.
La historia empez¨® en 1972
La historia hab¨ªa empezado el 27 de mayo de 1972, en G¨¦nova. Deseaba embarcarse en una nave. En una pensi¨®n de G¨¦nova ri?¨® con un cierto Ricardo Jos¨¦ Tercero, que, seg¨²n Rubinat, intent¨® robarle todo lo que ten¨ªa. Indignado, el trabajador catal¨¢n le hiri¨® con un cortaplumas y huy¨® a Francia. Mientras tanto, Ricardo muri¨® desangrado.Rubinat trabaj¨® en Francia durante cuatro a?os sin saber que su compa?ero de hotel hab¨ªa muerto y que la polic¨ªa italiana le estaba buscando. Pero un d¨ªa, la polic¨ªa francesa, buscando a otro personaje, descubri¨® la identidad del espa?ol y lo entreg¨® a la justicia italiana. En G¨¦nova fue encarcelado y un d¨ªa se enter¨® de que ya hab¨ªa sido juzgado y condenado a veinti¨²n a?os de prisi¨®n. Hab¨ªa sido condenado en rebeld¨ªa en primero y segundo grado. S¨®lo despu¨¦s de dos a?os el condenado pudo obtener una copia de su sentencia. As¨ª sali¨® a la luz que la sentencia hab¨ªa sido dictada sin que el ¨²nico testigo no ocular (el propietario de la pensi¨®n, que hab¨ªa dado una versi¨®n distinta de la suya de lo sucedido a Ricardo Jos¨¦ Tercero) hubiera sido interrogado por el abogado defensor de oficio.
En 1978, el Supremo consider¨® v¨¢lida la sentencia. Al final del a?o pasado, la Corte Suprema de Casaci¨®n, solicitada por los nuevos abogados de Rubinat para replantear el proceso, decidi¨® que no existen elementos nuevos. Ahora se han movido los abogados del partido radical, que han ido a visitar en la c¨¢rcel a Rubinat, y se est¨¢n interesando para que no sean pisoteados los derechos que le concede a todo acusado la declaraci¨®n universal de los derechos del hombre, y afirman que este caso es simb¨®lico de ciertas leyes del derecho italiano de origen fascista, que necesitan ser derogadas inmediatamente porque no responden a la realidad de un pa¨ªs como Italia, tan sensible a la libertad y a la democracia.
Las ¨²ltimas noticias llegadas desde la c¨¢rcel afirman que Rubinat est¨¢ muy postrado y que su vida est¨¢ gravemente comprometida por su voluntad inquebrantable de continuar la huelga de hambre, incluso contra todos los m¨¦dicos que se la desaconsejan como muy peligrosa.
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