Los hermosos segundones
Felipe Gonz¨¢lez, Hamlet de pana dubitativa, con una daga popular y damasquinada por los or¨ªfices del oro alem¨¢n; Alfonso Guerra, como un Laertes verbal que continuamente saca la espada y nunca mata a nadie; Enrique M¨²gica, como el fauno de Mallarm¨¦/ Picasso despu¨¦s de la siesta; Pablo Castellano, el clochard ideol¨®gico, el Maiakowski madriles del infrarrojer¨ªo; G¨®mez-Llorente, el dandy laborista que deja en melificado humo de pipa el fuego de la revoluci¨®n pendiente; Peces-Barba, como el abogado gordo y listo de las pel¨ªculas de abogados, un Charles Laugthon joven, locuaz y, desgraciadamente, menos malvado que el del cine. Son los hermosos segundones del socialismo espa?ol.Ellos y otros, claro. Hay que partir de que, ya el socialismo, en s¨ª, es el hermoso segund¨®n de la izquierda universal, pero es que adem¨¢s estos Cara de Plata nacionales, vueltos contra el vinculero Pablo Iglesias, porque prefieren correr mundo y darse de europeos con Willy Brandt y Smihtd, no le han metido la marcha necesaria, en estos cuatro o cinco a?os, a la izquierda, la oposici¨®n y la otra Espa?a. En Santa Engrac¨ªa, antes Garc¨ªa Morato, antes Santa Engrac¨ªa, ten¨ªan acuartelados a Morat¨ªn y Enrique Llovet, a Larra y Largo Caballero, a Costa, Cellorigo, Pablo Iglesias, Besteiro, Chueca Golt¨ªa y G¨®mez Redondo, a Espronceda y Eduardo Sotillos, m¨¢s los cinco millones de votos/pecheros de aquella ma?ana/77. No han sabido qu¨¦ hacer con esa guarnici¨®n ideol¨®gica. Para m¨ª, con perd¨®n, son los m¨¢ximos responsables de que esta democracia no se haya equilibrado, no se haya fortificado, porque, teniendo consigo la media Espa?a que muri¨® y renaci¨® de la otra media, con el coraz¨®n machadiano y escarchado, han querido hacer una revoluci¨®n con buenos modales (y no es que uno no ame los buenos modales), se han reajustado la corbata y la ideolog¨ªa frente al espejo uced¨¦ de tres lunas, en vez de romper el espejo a pedradas dial¨¦cticas, y hasta corren peligro de que Calvo Sotelo les merque especias y especies pol¨ªticas y financieras en los puertos propicios de la Liga Hanse¨¢tica o Hansa Teut¨®nica.
Entre ser ellos mismos o ser el reflejo condicionado del Poder, entre el minu¨¦ de la Moncloa y la ?leproser¨ªa? de Carrillo, arrojaron un d¨ªa al horno crematorio de la basura el marxismo y el rosario de la madre de Marx, pero el minu¨¦ de la Moncloa s¨®lo lo ven detr¨¢s de los cristales, como los ni?os presocialistas y posmelanc¨®licos de Dickens. Quiz¨¢ la uni¨®n de todas las izquierdas era imposible, porque la gran derecha de Embassy en seguida habla de frentepopulismo y se rasga las vestiduras de lam¨¦ de oro/plata,y adem¨¢s porque los hermosos segundones no quieren tener ?lepra?, pero es que ni siquiera les hac¨ªa falta esa uni¨®n, porque los cinco millones de pecheros/77, m¨¢s la comparsa hist¨®rica y los efectos especiales de que he hablado al principio, nos aseguraba a todos un rearme ideol¨®gico frente a la gran derecha de Fraga, la democracia valiente de Calvo Sotelo y el sindicato de actividades diversas de Garc¨ªa-Carr¨¦s. Es nost¨¢lgico decirlo, pero si hoy no hay una ciudadan¨ªa fuerte frente a las concertaciones extra/ concertaci¨®n, el pecado lo tienen los hermosos segundones, los aguerridos infrarrojos, donceles de una Sig¨¹enza de clase media, siempre entre las armas de Alfonso Guerra y las letras de Peces-Barba, pero nunca alzados en armas intelectuales. Cuando quisieron echar a Su¨¢rez empujando por la izquierda, resulta que Su¨¢rez sali¨® empujado por la derecha.
Entregarse ahora a la experiencia prematrimonial de la concertaci¨®n, tras haber quedado pre?ados de culpa cuando el ligue de los pactos de la Moncloa, me parece un mal rollo. Los hermosos segundones hab¨ªan heredado media Espa?a moral de los vinculeros de trasanta?o, pero ahora ya saben que cuando un bosque se quema (terrorismo/golpismo), alguno suyo se quema. Y aqu¨ª arde Saldos Arias todos los d¨ªas.
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