Los espacios dram¨¢ticos han superado la etapa de los folletines
Actores y t¨¦cnicos exigen una mayor calidad literaria
Mucho tiempo ha pasado desde que la voz de Orson Welles, emitiendo desde las ondas neoyorquinas, atemorizara a toda una ciudad que, de repente y gracias al milagro radiof¨®nico, convert¨ªa en realidad esa incre¨ªble novela de H. G. Wells La guerra de los mundos. Tan incre¨ªble que se lo creyeron... Pero aquellos eran otros tiempos y otro pa¨ªs. Volviendo al nuestro, no ser¨ªa exagerado afirmar que durante mucho tiempo la radio ha sido y, en cierto modo, sigue siendo un fiel miembro en los hogares espa?oles. En la actualidad, los espacios dram¨¢ticos evolucionan desde la propia programaci¨®n y con la din¨¢mica de la audiencia.
Son las 15.30 horas en el estudio de espacios dram¨¢ticos de la cadena SER, Radio Madrid. Las paredes son grandes y desangeladas. Alrededor de una mesa se api?an varios actores y el director, Jos¨¦ Fernando Dicenta. ?Vamos a ensayar los cap¨ªtulos 50, 51, 52 y 53. Hoy tenemos que grabar siete ?Los actores inician la lectura del texto y Dicenta les va corrigiendo. ?No corr¨¢is, que os com¨¦is las frases; este final no es as¨ª, piensa que es el final del cap¨ªtulo, tiene que quedarte muy truculento?.
Son las cuatro. Va a empezar la grabaci¨®n. En la mesa de control, separada del estudio por una cristalera, Enrique Aroca, jefe de programaci¨®n de espacios dram¨¢ticos y montador musical, mientras Enrique Ba?uls, t¨¦cnico de sonido, manipula botones y enormes cintas, dice: ? La base de todo esto es el montaje, hay que lograr una conjunci¨®n perfecta. En la radio todo tiene que estar medido a la perfecci¨®n, porque en este medio tu ¨²nica arma es el sonido. Es decir, la voz, la m¨²sica, los efectos especiales. Yo selecciono la m¨²sica porque no dar¨ªa tiempo a escribir partituras especiales. As¨ª es que cojo retazos, los voy fundiendo, acoplando cada comp¨¢s al momento necesario y el resultado es una banda sonora?. El estruendo de la m¨²sica apaga sus palabras: ?El quinto jinete. Cap¨ªtulo 50?. Jos¨¦ Fernando Dicenta levanta el brazo y tras su gesto los actores se acercan a los enormes micr¨®fonos. En la mesa de control, la grabadora gira sin parar.
El llamado serial o radionovela ha sido durante muchos a?os protagonista en Radio Nacional, Radio Madrid y otras muchas emisoras. Enrique Aroca, que lleva treinta a?os en la cadena SER, afirma: ?Con algunas radionovelas se paraban hasta los mercados?. Durante a?os, Guillermo Sautier Casaseca o Rafael Bar¨®n fueron los escritores m¨¢s ?escuchados del pa¨ªs?. El serial ven¨ªa a sustituir a aquellos folletones que se insertaban en los peri¨®dicos y se le¨ªan en los patios vecinales. Su decadencia se inici¨® con la llegada de la televisi¨®n a los hogares espa?oles. Actualmente no se radia o bien se radia muy poco. ?Porque es evidente?, explica Dicenta, ?que los espacios dram¨¢ticos han ido desarroll¨¢ndose de acuerdo con la evoluci¨®n del pa¨ªs. Antes, t¨² le pod¨ªas contar a una pobre chica, con una vida miserable, que iba a conocer al hombre de su vida, alto, rubio y rico. La gente estaba ansiosa de v¨¢lvulas de escape. Pero hoy d¨ªa, con la incorporaci¨®n de la mujer al trabajo, estas historias no se creen mucho. Actualmente, los supuestos en que se fundaba el follet¨ªn han desaparecido. Por eso, ahora mismo es necesaria una radio de vanguardia, que le d¨¦ a la gente algo nuevo junto con lo que se ha hecho durante a?os, con programas como el Teatro del aire?.
El "Teatro del aire"
?La gente?, explica Enrique Aroca, ?conoce muy poco los espacios dram¨¢ticos. Inmediatamente piensan en los llamados seriales. La realidad es muy distinta. Aqu¨ª hemos hecho de todo. Ten¨ªamos un programa, el Teatro del aire, que ten¨ªa una enorme calidad. Eran adaptaciones de textos cl¨¢sicos para las ondas y tuvo un gran ¨¦xito de p¨²blico, nos llegaban cartas de oyentes a montones. Ten¨ªa adem¨¢s la ventaja del horario: se emit¨ªa de lunes a viernes, a las 22.30 horas?.
Los t¨ªtulos que se radiaron en el Teatro del aire incluyen una ampl¨ªsima selecci¨®n que va desde las Novelas ejemplares, de Cervantes (que adapt¨® Dicenta), al Cuervo, de Edgar Allan Poe; el Don Juan, de Moli¨¨re; La sirena varada, de Casona; Romeo y Julieta, de Shakespeare; Peer Gynt, de lbsen; El jard¨ªn de los cerezos, de Chejov. La lista ser¨ªa innumerable.
?Yo creo?, prosigue Dicenta, ?que si se retornara un poco a esto, adaptando la nueva ola suramericana o, mejor a¨²n, escribiendo espec¨ªficamente para la radio, porque las adptaciones siempre adolecen de un algo, ganar¨ªamos a esa gran masa de universitarios que se sienten interesados por la radio y que, junto a nuestro p¨²blico tradicional, son un p¨²blico potencial. Por el momento, tenemos dos problemas fundamentales: uno, econ¨®mico, porque nuestra radio es buena -se ha comprobado en el Premio Italia internacional de Radio y Televisi¨®n-, pero la t¨¦cnica nos falta, no los t¨¦cnicos, que son buenos, sino la t¨¦cnica. Hacemos una radio de artesan¨ªa. El segundo problema es la escasa atenci¨®n que nos prestan los medios intelectuales espa?oles.
La opini¨®n es un¨¢nime. Rafael Taibo, actor, afirma: ?Nuestros escritores no prestan atenci¨®n a este medio?. En Alemania, por ejemplo, Bertolt Brecht escribi¨® muchos guiones para radio, as¨ª como Samuel Beckett y mucho m¨¢s?.
?Yo no soy un actor de radio. Soy un actor y, como tal, puedo trabajar en cualquier medio?, se?ala Aparicio Rivera que, tras sus comienzos en teatro, sali¨® elegido en una prueba de radio y lleva trabajando para el medio desde hace .nueve a?os.?La radio ha sido decisiva en mi carrera profesional. Y en ella he procurado dar todo lo que pod¨ªa, dignificar mi trabajo, tanto en un serial como en Hamlet?.
Matilde Vilari?os, que lleva m¨¢s de veinticinco a?os en la radio, estudi¨® en el Conservatorio y dio sus primeros pasos en el teatro. ?Poco despu¨¦s, empec¨¦ a trabajar en doblaje. All¨ª conoc¨ª a Te¨®filo. Mart¨ªnez y, tras una prueba, comenc¨¦ a trabajar para la radio?. Tiene fama de ser la actriz que ?mejor hace de ni?o?, desde que dobl¨® a Pablito Calvo en la pel¨ªcula Marcelino Pan y Vino. ?Recuerdo?, dice, ?que, a veces, con los seriales, la gente me escrib¨ªa unas cartas en las que pr¨¢cticamente me hac¨ªan de la familia. No; nunca me he sentido avergonzada por hacer seriales, aunque a veces es cierto que he echado de menos la calidad en ellos. De todos modos, en los muy largos, llegabas a familiarizarte con los personajes... Ahora me encantar¨ªa volver a hacer teatro cl¨¢sico, porque,aunque me gusta la radio, creo que donde m¨¢s saboreas tu profesi¨®n es en un escenario?.
Escuela de interpretaci¨®n
?Yo creo ?, afirma Rafael Taibo, actor y narrador, ?que en un pa¨ªs de analfabetos, la radio puede aproximar a la gente a la literatura. Lo que hace falta es desarrollar una radio m¨¢s creativa. Por ejemplo, ser¨ªa necesaria una buena escuela de interpretaci¨®n. En el medio radio se ha tendido desde siempre, por el elemento voz, a una interpretaci¨®n lineal. Y hay que jugar con la voz. Y olvidarse un poco de la obsesi¨®n del narrador: en la radio americana, el narrador no existe. Recordemos La Sombra, de Orson Welles. El narrador era un ¨®rgano. Por otra parte, las direcciones de radio no deben olv¨ªdar que la palabra es m¨²sica, que el sentido del o¨ªdo est¨¢ cient¨ªficamente demostrado que es calmante... Podr¨ªan hacerse muy buenos espacios po¨¦ticos?.
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