Siempre hay algo m¨¢s en Alberto Cortez
Hace much¨ªsimo tiempo que la madrile?a sala de fiestas Florida Park no registraba un lleno tan impresionante como en la madrugada de ayer para presenciar la actuaci¨®n del cantante Alberto Cortez. Y hace, asimismo, mucho tiempo que all¨ª no se escuchaban ovaciones tan rotundas y emocionadas al t¨¦rmino de un recital. Un piropo ins¨®lito ascend¨ªa del p¨²blico hacia el int¨¦rprete: ??Poeta!?.
Vestido de negro, arropado de un espl¨¦ndido conjunto orquestal, Alberto Cortez inicia con bastante retraso su actuaci¨®n: ?Hay que ver c¨®mo pasan los a?os....?. Hay que verle al borde, del miedo, nombrando la amistad, tan claramente tenso como quiz¨¢ la vez primera. Y hay que ver c¨®mo, al aire del recuerdo, recupera muy pronto el equilibrio para cantar Mi ¨¢rbol y yo. O en seguida, empujado por el ritmo, A partir de ma?ana: ?Hasta el d¨ªa de hoy / s¨®lo fui lo que soy: / aprendiz de Quijote. / He podido luchar / y hasta a veces ganar / sin perder el bigote?.Del balance, al proyecto: ?Ahora debo pensar / que no pueden dejar / de sonar las campanas, / aunque tenga que hacer / m¨¢s que hoy y que ayer, V a partir de ma?ana?. Y ese ma?ana amanece en un poema de Tejada G¨®mez, Ronda en las viejas ciudades, reafirma el pasado (Amor, mi gran amor), redescubre un Madrid de risas y esperanzas.
El p¨²blico m¨¢s fiel de este cantante entra a tope en los temas m¨¢s descaradamente sentimentales, casi melodram¨¢ticos, donde anidan los versos m¨¢s h¨²medos. Es un ceremonial a media luz, el agradecimiento a quien est¨¢ a la altura de su declaraci¨®n de principios: ?Ya no, tengo el valor de ocultar por pudor mis m¨¢s hondas heridas?. Pero ese realismo sentimental se resuelve con melod¨ªas amables y cantos de optimismo.
De aceptar ese c¨®digo, canciones como Callejero o La vida vuelven a brotar incluso con algo m¨¢s de perfecci¨®n que anta?o. De ah¨ª que su p¨²blico no se canse con lo ya escuchado, puesto que se deleita con los nuevos matices en Eran tres, Juan Golondrina, El abuelo, Manolo o Cuando un amigo se va. En cambio, quienes no amen este tipo de canci¨®n no se fijar¨¢n en el dominio esc¨¦nico del int¨¦rprete ni en su voz persuasiva, prefiriendo ensa?arse con el lirismo algo rancio y llor¨®n del mensaje dom¨¦stico.
Sea como fuere, hay algo sumamente curioso que evidencia Alberto-Cortez cada vez que act¨²a. Y ese algo consiste en revelar, sin propon¨¦rselo, que casi todos los cantautores espa?oles, aficionados a ir de huerfanitos o a inventarse ex¨®ticas paternidades, tuvieron en ¨¦l a su verdadero padre.
Alberto Cortez seguir¨¢ cantando en Madrid hasta el s¨¢bado pr¨®ximo. Vale la pena acudir a escucharle.
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