Enemigos de la libertad
Los autores necesitados de argumentos para sus novelas pueden encontrar en estos momentos en Espa?a un extraordinario campo de inspiraci¨®n si quieren conducir su creaci¨®n al terreno de las tramas negras. Los ¨²ltimos sucesos de este pa¨ªs llevan a la certeza de que la joven, fr¨¢gil y acosada democracia espa?ola es el centro de una conjura con la que los enemigos de la libertad est¨¢n dispuestos a abortar la vida civilizada, utilizando las t¨¦cnicas m¨¢s refinadas de la conspiraci¨®n.Un grupo terrorista diez veces desarticulado, de oscuros or¨ªgenes, cuyos principales miembros se escaparon de una c¨¢rcel de seguridad, reaparece en el macabro escenario de las representaciones del tiro a la nuca, para asesinar en Madrid a un general de inquebrantable lealtad constitucional, rematar a un polic¨ªa nacional en circunstancias de inigualable crueldad y acabar en Barcelona con la vida de dos guardias civiles, sin que uno de ellos pudiera haber sacado la mano de su bolsillo para pagar los dos cortados que acababan de consumir.
Estas dosis de crueldad se superponen a la intentona golpista del 23 de febrero, cuyo m¨¢s consumado activista, el teniente coronel Tejero, ha dejado, con su cobarde toma del Congreso, la condici¨®n de espa?ol en las fronteras pr¨®ximas del canibalismo. El general Pav¨ªa no entr¨® en el hemiciclo para interrumpir, la legalidad constitucional, y, adem¨¢s -de esto hace ya un siglo-, utiliz¨® m¨¦todos simplemente m¨¢s civilizados que este sedicioso guardia civil de finales del siglo XX, cuya afrenta al grado de civismo de todos los espa?oles ha podido comprobar el mundo entero en las pantallas de televisi¨®n.
Quienes a la salida de las discotecas o despu¨¦s de haber holgazaneado todo el d¨ªa. embadurnan las paredes de nuestras ciudades con elogios a Tejero deber¨ªan pensar que expresan su admiraci¨®n por unos hechos hist¨®ricos de los que ning¨²n pueblo puede sentirse orgulloso.
As¨ª las cosas, nadie puede, desde otras posiciones, ejecutar, encubrir o disculpar otros tiros a la nuca sacralizados por objetivos revolucionarios. Quien no respeta la vida dif¨ªcilmente puede modernizar una sociedad, y en la Espa?a de finales del siglo XX es simplemente un enemigo de la libertad. Es alguien que, consciente o deliberadamente, participa en la trama trenzada por oscuros arquitectos para impedir, una vez m¨¢s, las posibilidades de modernizar nuestra naci¨®n.
Los resultados objetivos del terrorismo en Espa?a no pueden ser m¨¢s reaccionarios. Las clases populares han tenido que ceder en sus reivindicaciones sociales y econ¨®micas para apuntalar el d¨¦bil siltema de libertad iniciado a la muerte del dictador. Se levantan insospechadas voces para demandar una reforma constitucional que limita el ¨¢mbito de las libertades consagradas en nuestra ley fundamental. Y, por ¨²ltimo, se logra un deterioro en la confianza de amplias capas de poblaci¨®n, para las que el paro y la deteriorada situaci¨®n econ¨®mica no son sino consecuencias del sistema, abatido por la estrategia ruin y desestabilizadora urdida por los art¨ªfices en la sombra del golpismo de todo g¨¦nero. Estos son los enemigos de la libertad, la laya de buscones que incita a los militares a volver contra el pueblo las armas y el uniforme que ese propio pueblo le entreg¨®. No caigamos en la tentaci¨®n que nos han preparado.
La Constituci¨®n de 1978 no necesita m¨¢s reformas que aquellas que vayan dirigidas a definir mejor el modelo de Estado que la propia Constituci¨®n se propone crear. No habr¨ªa, pues, ning¨²n inconveniente en introducir modificaciones, para mejorarlo t¨¦cnicamente, en el t¨ªtulo octavo de nuestra ley fundamental, referente a las autonom¨ªas. Otra cosa ser¨ªa proponer alteraciones en lo que la Constituci¨®n tiene de conquistas indispensables para una democracia avanzada. Es el caso, por ejemplo, de la abolici¨®n de la pena de muerte, norma legal que honra a la mayor¨ªa de las democracias occidentales a las que nos queremos acercar. Hecha esta salvedad, la Constituci¨®n de 1978 fue concebida, con sus defectos, para que los ciudadanos transit¨¢ramos por los caminos de la libertad y la modernidad. Los que empedran el camino de su desarrollo son sus enemigos, y el primer triunfo que les conceder¨ªamos es comenzar a reformarla arbitrariamente cuando no tiene ni tres a?os de vida. Sacar de sus toperas a los enemigos de la libertad y confinarlos al recaudo de la ley es la ¨²nica tarea que nos debemos proponer.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.