La noche del golpe, militares sublevadosy leales invocaron la "Operacion Diana"
La invocaci¨®n por los golpistas de la Operaci¨®n Diana, prevista para casos de emergencia nacional, facilit¨® su acci¨®n durante la intentona del 23 de febrero y produjo un desconcierto inicial en las filas de las Fuerzas Armadas que pudo tener consecuencias irreparables de no haber sido por la decisiva intervenci¨®n del Rey.
La doctrina autoritaria que subyace bajo la Operaci¨®n Diana, la ambig¨¹edad legal de su puesta en marcha colgada del cap¨ªtulo IV de la franquista ley de Orden P¨²blico y la ausencia de controles civiles efectivos una vez desencadenada son tres de las claves b¨¢sicas para comprender el desarrollo de las jornadas golpistas del 23 y 24 de febrero, seg¨²n medios castrenses.En algunos c¨ªrculos pol¨ªticos se ha criticado la prioridad concedida a la tramitaci¨®n parlamentaria de la ley que regula los estados de alarma, de excepci¨®n y de sitio prevista en el art¨ªculo 116 de la vigente Constituci¨®n. La nueva ley frente a estas apreciaciones, significa un paso decisivo en el desmontaje de la mec¨¢nica golpista, porque cierra la posibilidad de invocar ante el vac¨ªo normativo la ley de Orden P¨²blico de la dictadura.
La Operaci¨®n Diana no es sino la versi¨®n cr¨ªtica de la Operaci¨®n Ariete, que a su vez procede de la modificaci¨®n introducida en la Operaci¨®n Lucero, elaborada por el Alto Estado Mayor a ra¨ªz de la primera enfermedad del general Franco, en junio de 1974.
Los objetivos de la Operaci¨®n Lucero eran garantizar en el momento de la muerte del jefe del Estado el cumplimiento, por los medios que fueran necesarios, de las previsiones sucesorias establecidas en las Leyes Fundamentales del anterior sistema y asegurar al mismo tiempo el normal desarrollo de la vida ciudadana en todo el pa¨ªs. Con minuciosidad a veces exasperante, la Operaci¨®n Lucero inclu¨ªa todos los actos, con el orden protocolario correspondiente, que deb¨ªan tener lugar desde el fallecimiento de Franco hasta la proclamaci¨®n de don Juan Carlos como Rey de todos los espa?oles.
Las autoridades del ya desaparecido Alto Estado Mayor concibieron la operaci¨®n -fuertemente asesorada por los servicios de informaci¨®n de la Presidencia (SECED), bajo el mando del comandante Jos¨¦ Ignacio San Mart¨ªn- como una demostraci¨®n de la seguridad, fortaleza y eficacia del Estado.
La naturaleza autoritaria del r¨¦gimen anterior impregnaba todas las previsiones de la Operaci¨®n Lucero, en la que no se conceb¨ªan otros obst¨¢culos para su cumpli miento que los des¨®rdenes p¨²bli cos y la sublevaci¨®n popular. La respuestase graduaba en cinco fases.
Pasa a p¨¢gina 13
El Gobierno puede acelerar la revisi¨®n de la "Operaci¨®n Diana"
Viene de primera p¨¢gina
Seg¨²n las dimensiones del desorden, por supuesto popular -ning¨²n otro desorden se conceb¨ªa desde aquella ¨®ptica-, entraban en funcionamiento diversos mecanismos y formas de control para asegurar el restablec¨ªmiento de la normalidad de aquel r¨¦gimen. Las previsiones contempladas en la Operaci¨®n Lucero iban desde la leve alteraci¨®n hasta la declaraci¨®n del estado de guerra.
A las fuerzas armadas se les se?alaba en la Operaci¨®n Lucero una posici¨®n de alerta inicial. Su actuaci¨®n se reservaba para casos muy concretos hasta que la gravedad de la situaci¨®n aconsejara su progresiva intervenci¨®n, que alcanzar¨ªa m¨¢ximo grado y control al declararse el estado de guerra. En ese momento, conforme a las prescripciones del cap¨ªtulo IV de la ley de Orden P¨²blico de 1959 tomar¨ªan el poder en Madrid y en cada una de las regiones militares y provinclas, bajo la autoridad de los capitanes generales y gobernadores militares respectivos.
Desprovista de sus aspectos puramente epis¨®dicos y protocolarios, la Operaci¨®n Lucero, con otras correcciones cr¨ªticas aconsejadas por la experiencia, se convirti¨® en la Operaci¨®n Ariete. Conforme a estas previsiones se movieron los efectivos de las Fuerzas de Seguridad del Estado y otras unidades de las Fuerzas Armadas, que les dieron relevo en posiciones est¨¢ticas, durante las jornadas electorales de 1977.
Al constituirse el nuevo Gobierno, casi simult¨¢neamente a la formalizaci¨®n de los pactos de la Moncloa con las fuerzas que integraban el arco parlamentario, el presidente Adolfo Su¨¢rez Firm¨® con la Junta de Jefes de Estado Mayor -primer eslab¨®n de la cadena de mando militar conjunto, heredero de las atribuciones del extinguido Alto Estado Mayor- una nueva versi¨®n de la Operaci¨®n Arieta, que recibi¨® el nombre de Operaci¨®n Diana.
Esa Operaci¨®n Diana, con sus tres escalones de acci¨®n: alerta 1, alerta 2 y alerta 3, correspondiente a los estados de sitio, excepci¨®n y, guerra, descritos en la repetidamente citada ley de Orden P¨²blico de 1959.
Las dos versiones derivadas de la inicial Operaci¨®n Lucero -Ariete y Diana-, guardan plenamente los rasgos autoritarios de la concepci¨®n primitiva.
Todo el cap¨ªtulo IV de la ley de Orden P¨²blico sobre el estado de guerra deja su proclamaci¨®n en una zona de ambig¨¹edad y discrecionalidad que permite interpretaciones ampl¨ªsimas. A esa situaci¨®n van a querer acogerse los golpistas del 23 de febrero, que ?ante acontecimientos de suma gravedad? patrocinaron la alerta 3 de la Operaci¨®n Diana, sin que la autoridad pol¨ªtica competente hubiera ordenado su puesta en marcha
El art¨ªculo 35 de la disposici¨®n franquista establec¨ªa que la declaraci¨®n del estado de guerra se har¨ªa en los supuestos siguientes:
a) Cuando la alteraci¨®n que motiv¨® el estado de excepci¨®n haya adquirido proporciones o gravedad que no pueda ser dominada por las medidas adoptadas por la autoridad civil.
b) Cuando se produzca una s¨²bita y violenta insurrecci¨®n contra la seguridad del Estado, sus instituciones pol¨ªticas o la estructura social.
Para m¨¢s detalles, el art¨ªculo 39 dispone que al hacerse cargo del mando, la autoridad militar, despu¨¦s de o¨ªr al auditor, si fuera posible, publicar¨¢ el oportuno bando, mediante lectura y fijaci¨®n en los puntos que se consideren necesarios, y adem¨¢s se le dar¨¢ la mayor difusi¨®n. Ese mismo art¨ªculo se?ala que el bando habr¨¢ de contener determinados extremos. As¨ª, por ejemplo, una intimidaci¨®n a los perturbadores (s¨®lo se conciben perturbadores populares) para que depongan su actitud, una determinaci¨®n del territorio en que haya de aplicarse, una relaci¨®n de los hechos punibles que queden sometidos a la jurisdicci¨®n militar y el momento en que el bando entrar¨¢ en vigor.
He aqu¨ª el esquema seguido puntualmente por el coronel Diego Ib¨¢?ez, segundo jefe de Estado Mayor de la III Regi¨®n Militar, para redactar el bando encargado por el capit¨¢n general de Valencia, Jaime Milans del Bosch. Por supuesto, los hechos punibles se refer¨ªan a las actividades de los partidos pol¨ªticos y centrales sindicales y a los derechos de reuni¨®n y asociaci¨®n y a las libertades de Prensa y expresi¨®n.
En su comparecencia ante el Pleno del Congreso de los Diputados celebrado el 17 de marzo pasado, el ministro de Defensa, Alberto Oliart, hubo de responder a diversas preguntas formuladas por la oposici¨®n en torno a la Operaci¨®n Diana, cuya alerta 3 pusieron en marcha los golpistas para intentar el logro de sus prop¨®sitos. Algunas de estas cuestiones mencionaban tambi¨¦n el desconcierto creado cuando las autoridades leales a la Constituci¨®n, para abortar el golpe, hubieron de acudir tambi¨¦n a la misma Operaci¨®n Diana. En alg¨²n regimiento de la guarnici¨®n de Madrid el coronel comentaba pasado el golpe que en aquellajornada hab¨ªa puesto tres veces en marcha la alerta 3 de la dichosa operaci¨®n. El ministro se comprometi¨® ante los parlamentarios a revisar los supuestos de la Diana, y ahora parece que la tarea va a cobrar prioridad en los planes gubernamentales.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- 23-F
- Plenos parlamentarios
- I Legislatura Espa?a
- Trama militar golpista
- Sumario judicial
- Fuerzas armadas
- Transici¨®n espa?ola
- Justicia militar
- Transici¨®n democr¨¢tica
- Seguridad nacional
- Golpes estado
- Legislaturas pol¨ªticas
- Congreso Diputados
- Parlamento
- Conflictos pol¨ªticos
- Historia contempor¨¢nea
- Partidos pol¨ªticos
- Gobierno
- Defensa
- Administraci¨®n Estado
- Historia
- Espa?a
- Proceso judicial
- Pol¨ªtica
- Administraci¨®n p¨²blica