Lluvia, violencia y masas en el concurso de "rock" San Isidro-81
El concurso de rock San Isidro-81 comenz¨® bajo sospechas de lluvia y acab¨® como el rosario de la aurora. Unas 30.000 personas pugnaban por pas¨¢rselo bien en la plaza de Las Ventas mientras se suced¨ªan escenas de violencia, sospechas con respecto a la selecci¨®n de los grupos finalistas y una desorganizaci¨®n general que daba pena. Eso s¨ª, el alcalde bail¨® un rock con una anciana.
El concurso en s¨ª no habr¨ªa despertado mucho inter¨¦s si no fuera porque tras ¨¦l estaba anunciada la actuaci¨®n de grupos como la Orquesta Mondrag¨®n, Cucharada o Alaska y los Pegamoides. Por ellos y por lo gratuito de la entrada se fueron acercando a la plaza un n¨²mero indeterminado de personas que pod¨ªan llegar a las 35.000, de las cuales 30.000 dentro del coso y unas 5.000 fuera. Y los problemas comenzaron de manera casi inmediata. El equipo de sonido, ante la duda de si llover¨ªa o no, comenz¨® a montarse sobre las cinco de la tarde, cuando el acontecimiento hab¨ªa de comenzar a las seis. Claro que no empez¨® a esa hora, sino mucho m¨¢s tarde, a eso de las 19.40 horas. La gente, m¨¢s o menos apilada en la plaza, daba rienda suelta a su inquietud de las m¨¢s variadas formas, mientras los de fuera, a quienes no se dejaba entrar, ten¨ªan algunos problemas en las puertas, de las que sali¨® lamentablemente herido un portero, que ante la ausencia de un servicio de orden en condiciones, ten¨ªa que v¨¦rselas con un p¨²blico muy diferente del taurino. Claro que el orden se restableci¨® al poco. Fuera, en la calle, la polic¨ªa entablaba una singular batalla contra los callejeros, mientras los de dentro, como desde un fuerte acosado, se dedicaban a arrojar latas y tejas a quien pasara por la acera. Unas bombas de humo, un helic¨®ptero policial y la primera llovida restablecieron el orden normal de las cosas, mientras en la plaza uno de los organizadores contrataba a un grupo de rockers, chaqueta de cuero en ristre, para que limpiaran el interior. De este trato se sigui¨® alguna interesante y democr¨¢tica paliza en un intento conmovedor de imitar a la Hell Angels del siniestro festival de Altamont, donde un tipo muri¨® v¨ªctima de un servicio de orden de parecidas caracter¨ªsticas.A todo esto, los grupos, de los que ya hablaremos, comenzaban a actuar, y la gente, que en el fondo es buena, intentaba disfrutar. No pod¨ªa faltar la presencia oficial, en forma y figura del alcalde presidente, quien en un gesto populista decidi¨® hacer el pase¨ªllo cruzando toda la plaza, recibiendo abrazos y muestras de afecto para a continuaci¨®n subir al escenario y marcarse un apunte de baile moderno con una se?ora mayor que por all¨ª andaba y que, a su vez, es locutora de un programa de la radio madrile?a. El alcalde entiende de prohibir pasacalles o de suspenderlos, pero eso no es ¨®bice para que demuestre su entusiasmo y su identificaci¨®n con las nuevas generaciones. Al fin y al cabo, ma?ana ser¨¢n votos, y tambi¨¦n Lerroux sol¨ªa visitar las cloacas aunque las ratas nunca fueran a votar. Chispeaba a ratos, en otros luc¨ªa el sol, y el concurso segu¨ªa su curso. Hab¨ªa concursantes que se peleaban detr¨¢s del escenario y rumores sobre lo manejado que estaba todo aquello. A la final hab¨ªan accedido cinco grupos, de los cuales tres est¨¢n apoderados por el mismo representante. Todos ellos hacen rock duro, porque, como dec¨ªa alguien de la organizaci¨®n, si entre los 160 conjuntos presentados en principio hubieran estado los Beatles, tampoco hubieran llegado a esta magna final, porque lo suyo no era rock: era pop. El mosqueo arreciaba entre parte del jurado, porque el asunto del apoderado que, a su vez, parec¨ªa tener relaci¨®n con la organizaci¨®n del invento daba qu¨¦ pensar. Una impugnaci¨®n presentaba por quien esto escribe hubo de ser retirada por la falta de pruebas, antes, por cierto, de saber que una parte fundamental del presunto jurado no hab¨ªa recibido notificaci¨®n alguna en tal sentido. Todo muy raro, pero con buena coartada. Perfecto. Se hace un poco duro dar el nombre del ganador, no porque fuera malo, sino porque triunf¨® en el seno de estas dudas. Pero, en fin, su nombre es Ob¨²s, y su galard¨®n les servir¨¢ para encontrar m¨²ltiples galas este verano. Tanto mejor para ellos.
Luego ven¨ªa la parte profesional, y ya eran las tantas. Abr¨ªan Alaska y los Pegamoides, que fueron obsequiados con una ingente y no muy bien dirigida avalancha de latas de cerveza. Y como si aquello fuera una invocaci¨®n, un torrente de agua comenz¨® a caer sobre los lanzadores, sus c¨®mplices y los inocentes, que as¨ª es la justicia celestial. Aquello ten¨ªa aspecto de no dar para m¨¢s, y la enorme pantalla de video all¨ª instalada luc¨ªa un rato s¨ª y otro no. La Orquesta Mondrag¨®n recibi¨® s¨®lo a las once de la noche la seguridad de que iban a cobrar, y la debacle era completa.
Un compa?ero bien intencionado dec¨ªa que, al fin y al cabo, lo importante era que la gente se lo pasaba bien, mientras otro (Jes¨²s Ordov¨¢s) daba en el clavo recordando que la gente se conforma con un bocata de chorizo porque ignora su derecho a comer decentemente. Ese es el punto, se sigue tomando a la gente por mema e incluso se le quita el chorizo por si le hace da?o. El pan con pan es a¨²n m¨¢s sano.
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