At¨ªpica neumon¨ªa

LA EPIDEMIA de neumon¨ªa at¨ªpica que est¨¢ padeciendo la provincia de Madrid trae al recuerdo aquellos famosos procesos diarreicos estivales con que el r¨¦gimen anterior maquillaba la endemia del c¨®lera morbo. Nos retrotrae, o nos actualiza la imagen de una sociedad tercermundista precaria en su higiene y en sus dispositivos de seguridad sanitaria.Por razones obvias, ninguna comunidad est¨¢ exenta de padecer un brote epid¨¦mico. No obstante, pueden albergarse algunas dudas sobre la rapidez de reflejos de los responsables de la sanidad espa?ola ante una epidemia que se ha cobrado cinco o seis v¨ªctimas en la provincia capitalina. Todos los datos indican que el Ministerio de Sanidad y Seguridad Social ha reaccionado correctamente y en coordinaci¨®n con la Organizaci¨®n Mundial de la Salud, pero con retraso y permitiendo que se extendiera cierto grado de alarma entre la poblaci¨®n.

La falta de informaci¨®n inicial, y particularmente la ausencia de coordinaci¨®n en la Seguridad Social -que hubiera permitido conocer el brote epidemiol¨®gico de inmediato-, ha asustado innecesariamente a los habitantes de Madrid. Innecesariamente, por cuanto parece que este tipo de neumon¨ªa puede ser combatido con un antibi¨®tico de amplio espectro del que est¨¢n surtidas las farmacias espa?olas y del que ayer tarde, para mayor abundamiento, lleg¨® un cargamento a¨¦reo desde Par¨ªs. Ahora, nadie con un cuadro de salud normal debiera morir por esta neumon¨ªa. Y en este sentido conviene que la poblaci¨®n madrile?a se tranquilice, sin abandonar las precauciones recomendadas ante los s¨ªntomas.

Hecha la salvedad de la lentitud inicial del Ministerio de Sanidad, cabe reconocer el buen trabajo de Luis Valenciano, director general de la Salud, y de S¨¢nchez Harguindey, secretario de Estado para la Sanidad. Y no menos puede que recordarse el ruidoso silencio y la inoperancia de la Secretar¨ªa de Estado para la Protecci¨®n Civil, que ha dimitido de sus responsabilidades sobre este asunto.