La crisis del turismo y el abandono del sector
Es muy frecuente o¨ªr, en los ¨¢mbitos propios de las empresas de turismo, opiniones muy duras acerca de la responsabilidad que corresponde a la Administraci¨®n p¨²blica en la precaria situaci¨®n del sector. Recientemente, unas declaraciones del presidente de una importante federaci¨®n patronal del sector insistieron en este planteamiento, manifestando que los hoteleros estaban ?verdaderamente insatisfechos de la pol¨ªtica de la Administraci¨®n en esta materia?. Por otra parte, una revista especializada en turismo, probablemente la de mayor difusi¨®n, mantiene hace a?os un tono permanentemente cr¨ªtico ante la acci¨®n administrativa en el sector.Debemos preguntarnos si este ambiente responde s¨®lo a un razonable y humano -aunque no objetivo- descontento de los empresarios en una ¨¦poca de crisis o si realmente la pol¨ªtica tur¨ªstica ha sido tan desastrosa en los ¨²ltimos a?os como para generar una reacci¨®n tan dura como generalizada en contra de la acci¨®n administrativa en el sector tur¨ªstico.
Sobre las empresas tur¨ªsticas, tanto las de hosteler¨ªa como las agencias de viajes, en sus diferentes niveles de intermediaci¨®n, la crisis ha incidido gravemente, de forma directa, incrementando sus costes, en especial los salariales, de la energ¨ªa y, consecuentemente, de los transportes, e indirecta, contrayendo gravemente la demanda que, aunque se ha mostrado m¨¢s r¨ªgida de lo que se hubiera pensado, ha reflejado cifras retractivas que han contrastado con los permanentes r¨¦cords anuales que tan triunfalistas se nos han mostrado a?o tras a?o.
Realmente, el panorama no se diferencia mucho de otros sectores de nuestra econom¨ªa. Pero aqu¨ª se dan factores propios que justifican, siquiera parcialmente, las quejas del sector. Por una parte, el espectacular crecimiento del sector tur¨ªstico se produjo desde mediados de los cincuenta y a lo largo de los a?os sesenta, sobre bases muy poco s¨®lidas. La pol¨ªtica tur¨ªstica de entonces fue sencillamente contabilizar cada a?o un n¨²mero mayor de turistas que el a?o anterior. Y esto a costa de lo que fuese. Desarrollo urbano desmesurado, destrucci¨®n implacable del medio ambiente, predominio de la especulaci¨®n, enajenaci¨®n incontrolada del suelo a los intereses extranjeros, entrada igualmente incontrolada del capital extranjero, masificaci¨®n -en el peor sentido de la palabra- del turismo, etc¨¦tera. Durante esos lustros todo iba bien ?en la cresta de la ola?.
Pero cuando se acaban los a?os de vacas gordas, ?qu¨¦ ocurre? Que, uno a uno, van saliendo todos los problemas que antes no se ve¨ªan, pero que realmente estaban, ah¨ª. Los municipios, destrozados por el desarrollo tur¨ªstico, se encuentran incapaces de digerir la enorme afluencia de personas que, al mismo tiempo, los enriquecen y los arruinan. Los inversores especuladores desaparecen despu¨¦s de haber hecho su agosto y, muchas veces, dejan, como s¨ªmbolo de su actividad, los esqueletos de edificios de apartamentos o de hoteles que dif¨ªcilmente se lograr¨¢n. Las empresas, descapitalizadas, no soportan las tensiones financieras o laborales, y muchas de ellas sucumben. La dependencia comercial y financiera del exterior se acent¨²a.
Fin de las vacas gordas
Y ahora es cuando se echa de menos la actividad de la Administraci¨®n. A pesar de que pr¨¢cticamente todos los problemas que surgen estaban ya larvados a causa de una carencia de previsi¨®n o falta ' de una verdadera pol¨ªtica tur¨ªstica de largo plazo. Parad¨®jicamente es ahora, con un Gobierno expresamente partidario de la libre empresa y de la menor intervenci¨®n econ¨®mica posible, cuando la empresa privada le acusa de inhibici¨®n ante los problemas. Y tiene raz¨®n. Porque, aun desde la ¨®ptica del actual Gobierno, no es admisible contemplar con los brazos cruzados la ruina de tantas y tantas empresas que, en efecto, son v¨ªctimas del libre juego de los factores econ¨®micos, pero que ni siquiera conocen cu¨¢l es la pol¨ªtica a corto o medio plazo de las autoridades tur¨ªsticas. Porque una cosa es no ser partidario de la intervenci¨®n del Estado en econom¨ªa y otra carecer de pol¨ªtica.
Hay algo m¨¢s que llena de perplejidad a los espectadores -en este caso a los sacrificados profesionales del sector-, y es que, recientemente, las autoridades han comenzado a hacer declaraciones p¨²blicas que vienen a demostrar lo que acaba de afirmarse en este art¨ªculo. Es posible que, sin nadie saberlo, ge haya producido un cambio de pol¨ªtica. Pero los responsables pol¨ªticos siguen siendo del mismo partido. Las declaraciones cr¨ªticas ?son entonces algo m¨¢s que demagogia y oportunismo?
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