?A cambio de qu¨¦?

El servilismo ha sido la t¨®nica dominante en las relaciones exteriores espa?olas desde los no tan lejanos tiempos en que un nacionalismo hip¨®crita y chauvinista hacia de su pretendido aislacionismo un art¨ªculo de fe. Servilismo que, por desgracia, ha alcanzado cotas insospechadas en la actualidad a tenor de la l¨ªnea adoptada por el partido del Gobierno en la tan tra¨ªda y llevada cuesti¨®n atl¨¢ntica. ?C¨®mo entender, si no, el empe?o gubernamental en adscribir a Espa?a al sistema militar de la OTAN, cuando el bloque econ¨®mico que est¨¢ detr¨¢s de su estructura b¨¦lica niega, bajo falsas declaraciones de buena voluntad, la integraci¨®n de nuestro pa¨ªs en la Europa comunitaria o impone, tal como sucede en el caso de la Administraci¨®n norteamericana, tratos nada favorables a nuestro comercio exterior?En este contexto resulta inconcebible, sin duda, la complaciente actitud de las autoridades espa?olas sobre un tema de tal envergadura y, m¨¢s a¨²n, su encono en acelerar la incorporaci¨®n de Espa?a al pacto Atl¨¢ntico. ?Qu¨¦ presiones internacionales se esconden de hecho tras una pol¨ªtica cuyas ventajas no est¨¢n lo suficientemente claras en relaci¨®n a los riesgos que comporta, y cuyas contrapartidas hasta ahora se reducen a palabras ambiguas como las de la propia Comunidad o la sibilina respuesta de la Administraci¨®n americana a la no menos sibilina noche del tragic¨®mico 23 de febrero?

Ya prescindiendo de s¨ª el mismo Gobierno tiene competencia por s¨ª s¨®lo para abordar una cuesti¨®n sobre la que el pueblo espa?ol ha de tener la ¨²ltima palabra, lo cierto es que en esta l¨ªnea de actuaci¨®n concesiones de tal naturaleza comprometen seriamente el principio de soberan¨ªa nacional y ponen en entredicho el respeto que la naci¨®n espa?ola merece por derecho propio en el concierto internacional. /