Cr¨ªtica en EL PAIS

Con frecuencia recibir¨¢ usted cartas en las que en el pre¨¢mbulo se expone eso de ??A que no se atreve a publicar esta carta??, y usted va y la publica porque, por lo general. el remitente, o no tiene raz¨®n, o la tiene en cuestiones poco fundamentales. Esto es liberador, y adem¨¢s la autocr¨ªtica disculpabiliza no s¨®lo de cara a la galer¨ªa, sino -lo m¨¢s conveniente- con respecto a nosotros mismos. Y, sin embargo, si alguien quisiera hacer un balance critico m¨¢s hondo en lo que se refiere a la actuaci¨®n de EL PAIS a lo largo de estos a?os y le dijera tambi¨¦n ? A que no lo Publica usted??, ?caer¨ªa en la trampa de hacerlo?En primer lugar, hay que decir que en el orden pol¨ªtico estricto y democr¨¢tico, EL PAIS (siempre a mi modo de ver) ha tenido una actuaci¨®n intachable, hasta el punto de que la historia juzgar¨¢ ese extremo, y pienso que de forma muy positiva. Otra cosa es en la vertiente de la creaci¨®n cultural, mucho m¨¢s sutil, que simboliza -en un grado de progresi¨®n m¨¢s alto- la gran trayectoria de un peri¨®dico, aunque por lo general no se d¨¦ importancia a este extremo.

La cr¨ªtica semanal de libros presenta las siguientes caracter¨ªsticas: comentarios muy amplios, desmesurados, positivos o no tanto en relaci¨®n a los colaboradores habituales de EL PAIS, un equipo de personas en la realizaci¨®n de las cr¨ªticas que es siempre el mismo, y un tono corrientemente gris, hasta el punto de que el lector empedernido juzga y clasifica a los cr¨ªticos y comentaristas antes que a los escritores que se enjuician en esa vertiente camuflada de ambig¨¹edad, y lo hace muy severamente.

No hay que olvidar que s¨®lo la cultura nos har¨¢ libres, y que las ra¨ªces de un diario descansan en

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ella de manera fundamental; tampoco, que la revoluci¨®n contra la mediocridad lleva consigo todas las dem¨¢s. /