Las mejores pel¨ªculas del Festival de Cannes se presentan fuera de concurso
Aunque no se sepa explicar por qu¨¦, El cartero siempre llama dos veces se ha presentado fuera de concurso; su director, Bob Rafelson, no ha obtenido premio alguno en anteriores ediciones del festival, pero lo cierto es que, junto a la pel¨ªcula de Saura -presentada tambi¨¦n fuera de concurso-, es lo mejor de lo visto en Cannes hasta el momento. Siguen faltando las pel¨ªculas importantes, y siguen faltando igualmente los visitantes esperados. Es f¨¢cil encontrarse con comentarios negativos sobre este festival en cualquier restaurante, en las librer¨ªas, entre los empleados del festival: este a?o es menos aparatoso que los anteriores, no ya s¨®lo en lo que de fiesta se supone que debe tener el festival, sino -y esto es lo m¨¢s importante- en las pel¨ªculas oficiales.
Por ello sorprende doblemente que El cartero siempre llama dos veces, cuarta versi¨®n de la novela de Cain -Pierre Chenal, Luchino Visconti y Tay Garnet fueron los responsables de las adaptaciones anteriores-, no forme parte de la competici¨®n. La pel¨ªcula ha sido, a pesar de sus evidentes aciertos, bastante discutida entre los periodistas, fundamentalmente por las escenas er¨®ticas que contiene. Bob Rafelson ha decidido, seg¨²n sus palabras, respetar el esp¨ªritu de la novela y no transformar la apasionada historia sexual que viven sus personajes en una rom¨¢ntica historia de amor, como, seg¨²n su criterio, hizo Garnet con la pel¨ªcula interpretada en 1946 por Lana Turner y John Garfield.En esta ocasi¨®n son Jack Nicholson y Jesica Lange los int¨¦rpretes elegidos: los dos realizan un muy estimable trabajo, al servicio de una historia que puede llegar a apasionar, aunque Bob Rafelson, el director, se empe?e en diluirla, sobre todo en la ¨²ltima parte. Dado que tiene previsto un r¨¢pido estreno en Espa?a, guardemos para entonces un comentario m¨¢s amplio.
El cine en competici¨®n sigue en baja. James Ivory presenta su Quartel, en un af¨¢n de reproducir el fascinante ambiente parisiense de lo a?os veinte, con una historia de amor que se pretende fou, cuando no pasa de melodrama vulgar. Cuatro personajes, interpretados por Alan Bates, Isabele Adjani, Maggie Smith y Anthony Higins, esforzados locamente a lo largo de la pel¨ªcula por transformar sus estereotipos en personajes de carne y hueso, alternan sus biograf¨ªas en un complejo que aburre. Sobre todo por las pretensiones de Ivory de transformarlo en obra seria y respetable, en pel¨ªcula de qualit¨¦, cuidando al m¨¢ximo ambientaci¨®n y fotograf¨ªa y descuidando, al mismo tiempo, lo que pudo contar y no cuenta.
M¨¢s o menos lo que le ocurre a Juliet Berto, la esperada realizadora francesa, que en ¨¦sta su primera pel¨ªcula, Nieve, ha optado por una historia similar a la anterior, si bien adapt¨¢ndola a los subterr¨¢neos mundos del Pigalle de hoy. La droga, como primera comunicaci¨®n, une a unos inciertos personajes, que el espectador confunde en la primera hora de proyecci¨®n y que trata de olvidar en la segunda. Como en el caso de Ivory, los afanes por moralizar hunden cualquier otro punto de vista. La Berto, alternando un cierto neorrealismo con el cine negro, ha dirigido una de las peores pel¨ªculas de la competici¨®n; los colegas franceses, sin embargo, no dudaron en aplaudirla. Ella sigue siendo una esperanza de su pa¨ªs para el palmar¨¦s.
Lo que resulta m¨¢s que duduso para la pel¨ªcula lituana que, con el extra?o t¨ªtulo de Grupo sangu¨ªneo, cero, narra una an¨¦cdota m¨¢s de la ¨²ltima guerra mundial, en la que una peque?a poblaci¨®n campesina fue arrasada por las tropas nazis. Dividiendo la narraci¨®n en fragmentos dispersos, como si de Rashomon se tratara, el director, Almantas Grikiavicius, s¨®lo logra desinteresar. Complicar in¨²tilmente una historia simple no es el mejor camino para despertar entusiasmos.
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