Llegan las figuras y empiezan los esc¨¢ndalos
Paquirri trajo el esc¨¢ndalo. Y si no es as¨ª, las apariencias enga?an. Tambi¨¦n puede ser, porque hay precedentes inmediatos. Por ejemplo, las apariencias eran que con Manolo Chopera ¨ªbamos a tener, el definitivo resurgimiento de la fiesta. Llev¨¢bamos, hasta ayer, no s¨®lo un principio de feria, sino toda una temporada que era la m¨¢s interesante de cuantas ha habido en Madrid ¨²ltimamente.Sin contemplaciones y con un sentido del espect¨¢culo rar¨ªsimo entre taurinos, Chopera hab¨ªa recuperado para la fiesta sus valores fundamentales, que son toro y lidia. Los frutos de este esfuerzo (si es que hay esfuerzo cuando se da la corrida tal cual debe ser) los recogi¨® con una celeridad que ni ¨¦l mismo pod¨ªa prever: los aficionados habituales, malhumorados cr¨®nicos temporada tras temporada. empezaron a mostrarse satisfechos, los que hab¨ªan renegado de su afici¨®n, porque de ninguna manera pod¨ªan aceptar la fiesta adulterada que les estaban Ofreciendo, empezaron a volver a Las Ventas, en numerosos contingentes; en Madrid se volv¨ªa a hablar de toros.
Plaza de Las Ventas
Sexta de feria. Cuatro toros de Mat¨ªas Bernardos, desiguales de presencia, mansos. Cuarto de Ram¨®n S¨¢nchez, impresentable. Sexto devuelto por cojo, y su sustituto, tambi¨¦n de R. S¨¢nchez, asimismo devuelto por igual motivo. El segundo sobrero, de Charco Blanco, con respeto y dif¨ªcil. Paquirri: estocada desprendida tirando la muleta (divisi¨®n y saludos). Pinchazo y estocada baja (protestas). Ni?o de la Capea: estocada tendida y ca¨ªda (silencio). Dos pinchazos y descabello (silencio). Luis Reina, que confirm¨® la alternativa: cuatro pinchazos y cuatro descabellos (aplausos). Estocada atravesada que asoma y descabello (ovaci¨®n). Hubo gran osc¨¢ndalo por la presencia del ganado, con lanzamiento de almohadillas y botes. Presidi¨® muy mal el comisario Gonz¨¢lez.
No da Manolo Chopera la imagen del empresario blando y contemporizador, sino todo lo contrario. Los que le conocen dicen de ¨¦l que es negociador duro, patr¨®n exigente y trabajador nato. Y a todo ello a?ade su prop¨®sito, manifestado reiteradas veces, de que Las Ventas vuelva a ser la primera plaza del mundo.
La presunci¨®n era, por tanto, que este empresario no iba a doblegarse al capricho de las figuras, sobre todo cuando no hay tales figuras. Y, sin embargo, nada m¨¢s aparecer una de ellas en la feria, ya se ha armado el esc¨¢ndalo. Paquirri lo ha tra¨ªdo. Pero tanta culpa como Paquirri la han tenido qu¨ªenes aceptaron sus imposiciones. Lo de ayer fue un pucherazo indignante. Paquirri estaba investido de inmunidad, que si no fue humana lo ser¨ªa divina. En el sorteo le correspondi¨® el lote de toros m¨¢s chico, flojo y de menos edad, mientras a Luis Reina, que ven¨ªa a confirmar la alternativa y, por, supuesto, no en plan de figura, le dejaron el m¨¢s serio y viejo. Los toros de Paquirri se protestaron con tanta fuerza como el ¨²ltimo de Reina, pero a aquellos los mantuvo en el ruedo el presidente contra. toda l¨®gica y a pesar de que tal actitud era una aut¨¦ntica provocaci¨®n al p¨²blico.
Tanto favoritismo se supone que tendr¨¢ una justificaci¨®n, pero si la hay ser¨¢ subterr¨¢nea Paquirri no se justifica a s¨ª mismo, de ning¨²n modo, como, mandam¨¢s del toreo. Paquirri es un pegapases de mucho cuidado. Paquirri, con dos toritos de broma, nos moli¨® a derechazos, sin ning¨²n sentido del rid¨ªculo y sin ninguna consideraci¨®n. El p¨²blico le abroncaba. ?Gritad, gritad? dir¨ªa, ?que los derechazos os los trag¨¢is?. Y nos tragamos seis docenas. Parec¨ªa una venganza siciliana.
S¨®lo hubo en la tarde dos toros de trap¨ªo y genio -para Reina, naturalmente-, y el nuevo matador los lidi¨® con valor y torer¨ªa. Al de la confirmaci¨®n lo recibi¨® con dos emocionantes largas a porta gayola y consigui¨® meterlo en la muleta por el heroico procedimiento de aguantarle las tarascadas. Al ¨²ltimo, sobrero boyanc¨®n e incierto, le porfi¨® por los dos pitones, hasta agotar las posibilidades de lucimiento que de ninguna manera ten¨ªa. Al Ni?o de la Capea le correspondieron dos mulos. De ellos, el primero tuvo unas boyantes embestidas iniciales que no aprovech¨®, pues le toreaba forzado, con el pico de la muleta, y el p¨²blico de Madrid ya est¨¢ de vuelta de semejante ventajismo. Al otro, manso huido, consigui¨® fijarlo, pero no ten¨ªa ni un pase.
Los esc¨¢ndalos ya han empezado y seguir¨¢n si no se toman medidas. El toro tiene que salir a toda costa, aunque se caigan del cartel todas las hoy figuras, y la autoridad superior debe quita del palco a los incompetentes. No s¨®lo la feria, sino la fiesta est¨¢n en juego. A ver si lo entienden.
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