El obispo Desmond Tutu solicita presiones internacionales para que se suprima el "apartheid"
Entre el Dios blanco y los negros de Sur¨¢frica no todos los puentes est¨¢n cortados. El obispo Desmond Tutu, uno de los hombres m¨¢s escuchados entre sus compatriotas de color, ha viajado este a?o incansablemente entre Pretoria y Washington, entre su Consejo Surafricano de Iglesias y la ONU, entre sus fieles negros y el Papa blanco, intentando convencer al mundo occidental en nombre de las ideas cristianas y humanistas que profesa, de que es necesario presionar econ¨®mica y pol¨ªticamente al r¨¦gimen surafricano para que ponga fin al apartheid. Un enviado especial de EL PAIS estuvo recientemente en Sur¨¢frica.
El primer ministro P. W. Botha le ha retirado el pasaporte al obispo Tutu, y le ha dicho: ?As¨ª aprender¨¢ usted que para los negros disponer de pasaporte es un privilegio?. Por esa misma raz¨®n, el obispo Tutu no pudo ser elegido la semana pasada arzobispo de Ciudad de El Cabo. Bishop Tutu, el negro m¨¢s influyente que el Gobierno surafricano ha tolerado hasta ahora, es uno de esos muchos africanos que adquirieron una educaci¨®n al amparo de las misiones eclesi¨¢sticas extranjeras. Es dif¨ªcil saber qu¨¦ predomina en ¨¦l, si la vocaci¨®n pastoral o la pasi¨®n pol¨ªtica. En el secretariado del Consejo Surafricano de Iglesias, en la Khotso House de Johannesburgo, recibe a este enviado especial un hombre peque?o que camina sin poder desdoblar del todo la cintura, no se sabe si abrumado por una ci¨¢tica dolorosa o por el peso de un gran crucifijo dorado, o tal vez de oro, que cuelga de su cuello.?Mis poderes son morales?, dice el obispo Tutu cuando le pregunto las razones de su ascendiente entre los negros.
Pregunta. Hace unos d¨ªas ha visto usted al Papa. ?Qu¨¦ tal le ha recibido? ?C¨®mo percibe la Iglesia cat¨®lica los problemas de su pa¨ªs?
Respuesta. Vengo convencido de que el Papa es totalmente contrario al racismo. Eso fue lo que me dijo. Me indic¨® que pod¨ªamos confiar en el apoyo de su Iglesia contra el racismo.
P. Tambi¨¦n ha viajado usted a Estados Unidos y otros pa¨ªses occidentales, ?ha encontrado la misma comprensi¨®n?
R. En todos esos lugares he dicho que nuestro pa¨ªs se aproxima a una crisis si el Gobierno pretende que el poder siga en sus manos. Si la comunidad internacional est¨¢ interesada en que aqu¨ª ocurran cambios razonables y pac¨ªficos tiene que presionar a Sur¨¢frica pol¨ªtica, diplom¨¢tica y econ¨®micamente para que el Gobierno se convenza de que ha de sentarse en una mesa de negociaci¨®n.
El Gobierno ha endurecido su actitud
P.?Se inclinar¨¢ la Administraci¨®n Reagan m¨¢s hacia Pretoria, o precisamente por ser conservadora podr¨¢ contribuir a una soluci¨®n, como hizo Margaret Thatcher para Zimbabue?
R. La Administraci¨®n Reagan, en tanto que conservadora, est¨¢, por supuesto, en mejores condiciones de ser escuchada por Pretoria. Existe la posibilidad, al menos te¨®rica, de que quiera convencer al Gobierno surafricano de que haga algo. Pero si se limita a adoptar una actitud m¨¢s amistosa hacia Sur¨¢frica, sin exigirle nada a cambio, creo que podr¨ªamos considerarla como un desastre relativo para nosotros.
A pesar de mis recientes entrevistas con los dirigentes norteamericanos, no s¨¦ con qu¨¦ seriedad enfocan el problema de Sur¨¢frica. Ellos me han dicho que todav¨ªa est¨¢n revisando sus opciones y que no han decidido a¨²n cu¨¢l ser¨¢ su pol¨ªtica hacia Sur¨¢frica. Lo ¨²nico concreto hasta ahora es que, como resultado del convencimiento del Gobierno surafricano de que adoptar¨¢ una postura m¨¢s amistosa hacia ¨¦l, ha endurecido su actitud.
Tome por ejemplo las pasadas conversaciones de Ginebra sobre Namibia. Si el Gobierno surafricano hubiese estado convencido de que Estados Unidos iba a adoptar una posici¨®n firme, ¨¦stas habr¨ªan tenido ¨¦xito. Ahora, los norteamericanos proponen otras condiciones para una soluci¨®n, cuando ya desde 1978 Sur¨¢frica hab¨ªa aceptado el plan de los cinco pa¨ªses occidentales (Francia, Reino Unido, Canad¨¢, Alemania y Estados Unidos).
As¨ª, pues, con respecto a Namibia estamos en un c¨ªrculo vicioso. La Administraci¨®n Reagan dice que teme la presencia de los cubanos en Angola, pero los angole?os no dejar¨¢n que se marchen hasta que s¨¦ solucione el problema de Namibia. Primero, porque su territorio sirve de refugio al SouthWest African Peoples Organization (SWAPO) y, segundo, porque Sur¨¢frica les ataca. Como les preocupan los cubanos, los norteamericanos van a ayudar ahora a la UNITA de Savimbi y tratar de desestabilizar a Angola.
P. ?Cree usted que despu¨¦s de las pasadas elecciones generales en Sur¨¢frica, el Gobierno adoptar¨¢ una mejor actitud hacia los problemas internos?
R. Nosotros, por vanas razones, consideramos que estas elecciones no significan nada, porque el Gobierno ten¨ªa la mayor¨ªa antes de ellas, y la sigue teniendo ahora. Estas elecciones blancas son un ejercicio totalmente f¨²til y no creo que aporten nada significativo. Aun que quisiera equivocarme, yo dudo seriamente que este pa¨ªs pueda cambiar por medios pac¨ªficos por que no veo que el Gobierno, los blancos, o la mayor¨ªa de los blancos, est¨¦n interesados en un reparto del poder. Ellos quieren hacer concesiones, es verdad; pero siempre qpepuedan retener lo esencial del poder en sus manos. Por eso creo que si la comunidad internacional no presiona, el problema sur¨¢fricano tendr¨¢ una soluci¨®n violenta.
P. ?Es a¨²n tiempo para que blancos y negros negocien? ?Qu¨¦ condiciones m¨ªnimas exigen los negros para negociar?
R. S¨ª, a¨²n estamos a tiempo de negociar. El a?o pasado, el primer ministro recibi¨® a los l¨ªderes de las Iglesias surafricanas. Yo le dije que todav¨ªa pod¨ªamos negociar un arreglo. Le suger¨ª cuatro puntos imprescindibles: que el Gobierno acepte que todos los surafricanos formamos una sola naci¨®n; que sean abolidas las leyes que impiden a los negros desplazarse libremente o residir donde les plazca en Sur¨¢frica; que se ponga fin al traslado de poblaciones por la fuerza; que se establezca un sistema educacional uniforme para todos.
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