Reindustrializaci¨®n y autonom¨ªas
LA POLITICA econ¨®mica gubernamental sigue un curso parecido a las aguas del Guadiana: aflora y se sumerge sin que resulte f¨¢cil predecir la direcci¨®n de la corriente. De un lado, el Poder Ejecutivo afirma sus prop¨®sitos de liberalizar el sistema financiero y las inversiones de capital extranjero en nuestro pa¨ªs y de las inversiones espa?olas en el exterior, de suavizar el control de cambios y de frenar el r¨¢pido incremento de los gastos corrientes (aunque ser¨ªa m¨¢s propio hablar de gastos ineficaces, dado que buena parte de los gastos de inversi¨®n esconden, bajo ese prestigioso r¨®tulo, may¨²sculos despilfarros) de la Administraci¨®n P¨²blica y de las empresas estatales. De otro, la contundencia y rotundidad de las acciones gubernamentales contrarias a las medidas liberalizadoras y a los buenos prop¨®sitos de flexibilizar el sistema econ¨®mico parecen ir ganando la partida.As¨ª, el Ministerio de Industria se est¨¢ convirtiendo en un generoso anfitri¨®n que distribuye rumbosamente los dineros p¨²blicos y crea, con una generosidad que sufragan todos los contribuyentes, mayor d¨¦ficit presupuestario. Parad¨®jicamente, no son habitualmente las empresas o los sectores en dificultades las que plantean al Estado los sacrificios o las medidas racionalizadoras que les permitir¨ªan pagar sus deudas, ponerse a flote y recuperar la rentabilidad, sino que es el Gobierno el que se apresura a proponer las ayudas a los presuntos menesterosos. Y para mayor absurdo los beneficiarios privados examinan con todo cuidado y con notable desconfianza la dentadura de esos caballos regalados por la munificencia de la Administraci¨®n P¨²blica. Ni que decir tiene que esa rifa ben¨¦fca no hace sino desatar un mercado competitivo de expectativas y una puja de los sectores todav¨ªa no agraciados con la pedrea por obtener caballos tan buenos como los de los vecinos.
De a?adidura, como las ayudas se distribuyen por sectores y los sectores suelen concentrarse en determinados territorios, la reindustrializaci¨®n puede afectar decisivamente a los planteamientos auton¨®micos. La siderurgia integral reci¨¦n reindustrializada est¨¢ localizada fundamentalmente en el Pa¨ªs Vasco, mientras las dificultades de la industria textil tienen como escenario principal a Catalu?a. A nadie puede extra?ar que los autonomistas canarios preparen sus reivindicaciones, entre otras la entrada. sin pago de aranceles de camisas made in Hong Kong or Taiwan a las que puedan incorporar botones cosidos en el archipi¨¦lago de forma tal que las trasmuten en producci¨®n nacional apta para ser vencida en todo el territorio estatal. Los malague?os, que tambi¨¦n tienen puerto de mar y abundante paro, se sentir¨¢n igualmente con derecho a que Intelhorce se convierta en remendadora de confecciones orientales que entrar¨ªan sin pagar aranceles y que har¨ªan una dura competencia a los textiles catalanes.
Estas absurdas conclusiones se hallan contenidas, sin embargo, en la l¨®gica misma de los planteamientos de la reindustrializaci¨®n. ?Por qu¨¦ austeridad para unos y dureza para otros? Las pujas demag¨®gicas y los agravios comparativos a los que dieron lugar en su d¨ªa las inconsecuencias y las frivolidades de la pol¨ªtica de UCD y del PSOE a prop¨®sito del Estado de las autonom¨ªas podr¨ªan repetirse ahora con el Estado de las reindustrializaciones. De esta forma, adem¨¢s de m¨¢s de una docena de parlamentos y lendakaris tendr¨ªamos tambi¨¦n una docena larga de mercados con regulaciones, ayudas y subvenciones especiales, procedentes estas ¨²ltimas de los contribuyentes an¨®nimos de todo el territorio nacional.
En esta perspectiva, no acaba de entenderse la entusiasta unanimidad de las Cortes Generales y de los partidos pol¨ªticos para el ingreso de Espa?a en la Comunidad Econ¨®mica Europea, que es precisamente un mercado unificado sometido a normas de aplicaci¨®n general. Igualmente grave es el tratamiento que el Gobierno est¨¢ dando a la pol¨ªtica econ¨®mica precisamente en momentos en que la econom¨ªa exige flexibilidad y resulta necesario acabar con los compartimentos estancos, los despilfarros del dinero p¨²blico y el desmesurado intervencionismo administrativo. La crisis energ¨¦tica ser¨¢ larga y los pa¨ªses que no se ajusten a sus desaf¨ªos regresar¨¢n al subdesarrollo cuando se acaben los caudales presupuestarios. Espa?a, as¨ª, podr¨ªa inaugurar ese continente del Cuarto Mundo al que derivar¨¢n inevitablemente las sociedades industrializadas incapaces de mantener su productividad y la racionalidad de su sistema productivo.
En este marem¨¢gnum no faltar¨¢n quienes se pregunten por el papel que est¨¢ desempe?ando o dejando de cumplir el Ministerio de Econom¨ªa y Comercio. Nacido de la mano de pol¨ªticos y funcionarios de talante liberal y antiintervencionista, su actual pasividad, a la espera de no se sabe qu¨¦ gran problema que justifique su existencia, no deja de suscitar asombro. Pero la pol¨ªtica econ¨®mica, al igual que la pol¨ªtica general, exige estar constantemente en la brecha, sobre todo cuando otros departamentos del ¨¢rea econ¨®mica contradicen con notable persistencia y torpeza los planes liberalizadores auspiciados inicialmente por el Gobierno. Aunque s¨®lo sea por aquello de que nobleza obliga, el Ministerio de Econom¨ªa y Comercio debe hacer oir su voz y ejercer su autoridad en este ambiente de arbitrismo, neoautarqu¨ªa, intervencionismo y suanzismo renovada, complicado por la distribuci¨®n territorial del poder en las comunidades aut¨®nomas, que est¨¢ creando la pol¨ªtica de reindustrializaci¨®n en los ¨²ltimos meses.
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