Los llamados m¨¦dicos de familia
El Real Decreto 2015/1978 incluye como especialidad m¨¦dica a la medicina familiar y comunitaria. Con la creaci¨®n de esta especialidad se pretende, dentro del contexto de la tan usada con fines de propaganda ?reforma sanitaria?, una mejora sustancial en lo que concierne a la asistencia primaria de la salud.Las mejoras que se pretenden llevar a cabo con la puesta en marcha de esta especialidad son, en l¨ªneas generales, las siguientes:
a) Integrar no s¨®lo al individuo aislado, sino a la familia y a la sociedad en general como objeto de la atenci¨®n sanitaria.
b) Prestar asistencia integral y continuada, entendiendo como tales las funciones de promoci¨®n de la salud, prevenci¨®n de la enfermedad y educaci¨®n sanitaria y, en el caso de que el paciente tuviera que ser remitido a escalones superiores (hospitales), coordinaci¨®n de la atenci¨®n que precise.
c) Realizaci¨®n de dicha atenci¨®n en el seno del denominado equipo de salud.
d) Desarrollo de la investigaci¨®n, no s¨®lo de temas cl¨ªnicos, sino tambi¨¦n de los aspectos sociales de la salud y la enfermedad (encuestas de salud, epidemiol¨®gicas, etc¨¦tera).
e) Formaci¨®n adecuada de los especialistas encargados de llevar a cabo este tipo de asistencia.
Este tipo de asistencia sanitaria no se concibe sin la posibilidad de contar con el tiempo necesario para su realizaci¨®n, con los medios t¨¦cnicos m¨ªnimos imprescindibles y con la adecuada integraci¨®n y colaboraci¨®n en el resto del sistema sanitario. No es necesario extenderse en algo que todos los asegurados espa?oles conocen de sobra: en un sistema en el que s¨®lo pueden emplearse dos o tres minutos por paciente para llevar a cabo el interrogatorio, la exploraci¨®n, el diagn¨®stico y la prescripci¨®n, como es el actual, este tipo ?innovador? de asistencia m¨¦dica es totalmente inviable.
El plan general que se nos expuso al comenzar nuestra formaci¨®n en esta especialidad ordenaba la rotaci¨®n por diversos servicios hospitalarios durante un per¨ªodo de dos a?os, siendo el tercero y ¨²ltimo un a?o de rotaci¨®n extrahospitalaria, en el cual se nos impartir¨ªa adem¨¢s un curso de salud p¨²blica. Esto nos dar¨ªa en teor¨ªa una panor¨¢mica general de las t¨¦cnicas m¨¢s corrientes de uso en un hospital y una formaci¨®n en medicina ambulatoria, aparte de conocimientos en materias param¨¦dicas como psicolog¨ªa social, bioestad¨ªstica, epidemiolog¨ªa, educaci¨®n sanitaria, etc¨¦tera; materias todas estas en las que adquirir¨ªamos una formaci¨®n fundamentalmente pr¨¢ctica y no s¨®lo te¨®rica como la que es inherente a titulaciones obtenidas al aprobar, oposiciones en las que se exige fundamentalmente el aspecto memor¨ªstico (cuesti¨®n que al parecer qued¨® zanjada cuando aprobamos el examen MIR, en donde hicimos gala de que nuestra memoria funciona de forma excelente). Hasta ahora no se exig¨ªa en este pa¨ªs una formaci¨®n parecida a ning¨²n m¨¦dico para optar a una plaza de medicina general.
Situaci¨®n actual
Ante esta situaci¨®n, los residentes de tercer a?o de la especialidad de medicina familiar y comunitaria nos encontramos con los siguientes hechos:
- Hemos trabajado durante dos a?os en hospitales docentes, careciendo en muchos casos de las directrices adecuadas, hecho que bien puede explicarse por la novedad de esta especialidad y tambi¨¦n por la habilidad de la Administraci¨®n para lucubrar planes nuevos careciendo de la adecuada operatividad para llevarlos a la pr¨¢ctica.
Nos encontramos actualmente a las puertas del tercer a?o de residencia, que deber¨ªa empezar en mayo o junio, sin que en los dos pasados a?os se hubieran tomado medidas adecuadas para poner en pr¨¢ctica este tercer a?o. Y llegamos a la situaci¨®n de que este ¨²ltimo se planifica a base de medidas urgentes. ?Ser¨¢ posible -nos preguntamos- ponerse de acuerdo para habilitar los presupuestos necesarios para construir los centros de salud en los que en teor¨ªa deberemos trabajar al acabar la especialidad?
Como colof¨®n a esta serie ininterrumpida de desvar¨ªos de la Administraci¨®n, leemos asombrados en el BOE del 14 del presente mes el Real Decreto de Presidencia del Gobierno 683/1981, de 6 de marzo, en el que se dispone que: ?Quienes en la fecha de entrada en vigor del presente real decreto pertenezcan al Cuerpo de M¨¦dicos Titulares tienen, a todos los efectos, la consideraci¨®n de especialistas de medicina de familia y comunitaria?.
No es nuestra intenci¨®n menospreciar en forma alguna la labor de los m¨¦dicos titulares, labor que muchos de nosotros conocemos y hemos compartido como titulares interinos, pero s¨ª deseamos aclarar que, si se dispone en un principio que para obtener este t¨ªtulo de especialista es necesario aprobar un examen MIR y despu¨¦s formarse durante tres a?os, no es coherente regalar por real decreto el mismo t¨ªtulo a m¨¦dicos que, si bien han aprobado una oposici¨®n, no se han formado, que se sepa, m¨¢s que a su propio albedr¨ªo, que es por cierto al que les ha condenado la misma Administraci¨®n. Y por si esto fuera poco, en el Real Decreto 3303/1978, de 29 de diciembre, en sus art¨ªculos 7? y 8? se especifican las formas de obtener el t¨ªtulo, que est¨¢n en contradicci¨®n manifiesta con el anteriormente mencionado Real Decreto 683/1981. Y seguimos con las contradicciones: la comisi¨®n nacional de la especialidad de medicina familiar y comunitaria, en carta remitida a la revista Profesi¨®n M¨¦dica el 20 de marzo de 1979, firmada por el. profesor Segovia de Arana, especifica que el procedimiento para la titulaci¨®n ser¨¢ ¨²nicamente mediante la realizaci¨®n de tres a?os de residencia.
Con todo esto, qu¨¦ menos que exigirles a los m¨¦dicos titulares la superaci¨®n del correspondiente examen de especialidad en la facultad de Medicina, seg¨²n establece la orden de 11 de febrero de 1981 (BOE del 19 de febrero de 1981), en la que se recoge el sistema transitorio de concesi¨®n del t¨ªtulo de especialista.
?Est¨¢ ya, pues, realizada la formaci¨®n de los especialistas en esta rama de la medicina? Si es as¨ª, nos preguntamos cu¨¢l es nuestro papel en esta obra, que, como las de lonesco, podr¨ªamos encuadrar en el teatro del absurdo. Esta es la realidad actual de la planificaci¨®n sanitaria en el pa¨ªs, al menos en cuanto a la medicina general, se refiere, y nosotros, que nos montamos en este tren de dudoso destino dispuestos a colaborar en la mejora de la atenci¨®n m¨¦dica, nos preguntamos hasta cu¨¢ndo la salud de los espa?oles seguir¨¢ siendo un pelda?o m¨¢s en el que auparse para conseguir m¨¢s votos.
Las conclusiones que puedan extraerse de lo anteriormente expuesto son, a nuestro parecer, tan evidentes que nos permitimos no exponerlas.
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