El miedo
Con Franco pasaban miedo unos cuantos: los fichados, los rojillos cantados, los amigos de la Unesco y Adolfo Marsillach (que me ha inventado un noviazgo con su novia: masoca, amor, tron). Con lo de ahora pasamos miedo todos. El terrorismo/golpismo supone la socializaci¨®n del miedo y la consecuente identificaci¨®n de democracia con miedo. As¨ª de pronto ya somos todos los espa?oles los novios de la muerte. Me piden de Hachette, de Par¨ªs, mi certificado de residencia en Espa?a para pagarme derechos de un libro. ?Resido yo en Espa?a, reside Espa?a en Espa?a? Ni siquiera podr¨ªa hablarles a los franceses, nerudianamente, de mi residencia en la tierra. Resido, residimos, como mucho en el miedo. Claro que habr¨ªa que pegarle un susto al miedo. Pero el Ejecutivo no ejecuta, porque piensa que el miedo guarda la vi?a. La vi?a, quiz¨¢, pero no la democracia. Y, a la postre, ni siquiera la vi?a, claro. Acaba de decirlo nada menos que Jos¨¦ Luis Sampedro por Radio Nacional, dentro de esa radio total que ha venido a sustituir, la radio totalitaria:
-Muchos de los que nos gobiernan son gentes frustradas. Frustrados como franquistas frente a los dem¨®cratas de cuando entonces, frustrados como dem¨®-cratas frente a los franquistas ¨¦picos de domingo. Alfonso Guerra lo ha dicho por la teletonta:
-Esto nos pasa por no haber hechola ruptura.
Pudisteis hacerla, t¨ªos, como medio pa¨ªs entre el pu?o y la rosa, pero entre Willy Brandt y la ?leproser¨ªa? marxista -puagh-,os habeis quedado pr¨¢cticamente sin ambas cosas. Felipe es un Hunilet de pana, dubitativo, y t¨², Guerra, eres un Laertes cheli.
Ahora no es que haya menos democracia, sino que hay m¨¢s miedo. Estamos volviendo al principio y todo son penas de amor perdido y perdidas. Guerra vuelve a la teor¨ªa de la ruptura, la ¨²nica v¨¢lida, y vuelve hasta Ramonc¨ªn, con su rock bajomadrile?o, en Padre Xifr¨¦. Lo dijo G¨®mez de la Serna: ?Ay cuando las cosas empiezan a dar la vuelta?. La versi¨®n espa?ola del eterno retorno son los caballitos verbeneros de San Isidro (met¨¢fora universal/ infantil que utiliza incluso Bradbury), y Santiago Carrillo va a presentar un libro colectivo sobre eurocomunismo."? Ruptura ?, ?animal de ojos ca¨ªdos?, ?euroco munismo?. Las -bellas- palabras de entonces. Retrocamp/77. M¨²sica para j¨®venes carrozas democr¨¢ticas. La multinacional del miedo puede sacar un disco con el Cara al sol como canci¨®n del verano. Los cuarenta principales que asaltaron .el Banco Central de Barcelona (luego s¨®lo eran diez) protagoni zaron la movida dominical de Radio Madrid. Mi querido y admirado Antonio Garrigues, que quiere curarnos el miedo con clubes liberales, entre el bridge y los discursos de Jefferson en facs¨ªmil, para la sala de lectura, no tiene m¨¢s que poner su propia radio (tiene una cadena, la SER, como otros tienen un transistor) para enterarse de lo que pasa con la ultraderecha f¨¢ctica, espont¨¢nea, macarra, choriza, cenetista y un poco chorva. A ver si les mete a todos en un club, hombre. Nuestra ecolog¨ªa es el miedo. Miedo a lo abstracto, miedo en abstracto, porque el miedo concreto de lo concreto es autodefensa. Los artistas de la desestabilizaci¨®n han conseguido elevar el miedo a metaf¨ªsica.
Voy a hablar en la Escuela de Periodismo, y les pondr¨¦ a los chicos un ejercicio de redacci¨®n: el miedo. La contrase?a para hoy ser¨ªa darle un susto al miedo. M¨¢s marcha en Calvo Sotelo, en los partidos, en los sindicatos, en los poderes. inermes o armados, en ese geo interior que todo espa?ol no encapuchado lleva dentro. Descubrir¨ªamos que el miedo -sus empresarios- se asusta en seguida: Y retrocede.
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