El Estatuto del Pa¨ªs Valenciano
La perplejidad que en muchos provoca el zigzagueante proceso auton¨®mico valenciano se explica muy bien en funci¨®n de las vacilaciones, los retrocesos y hasta la defensa de las conveniencias partidistas de la UCD por encima, muy por encima, de los intereses generales del Pa¨ªs Valenciano. Basta con echar una ligera ojeada a las hemerotecas para asistir a un despliegue sin l¨ªmites de declaraciones contradictorias; de actitudes abiertamente enconadas, en el mismo seno de la UCD, con respecto al Estatuto; y, sobre todo, de una carencia total de voluntad auton¨®mica por parte del sector hoy por hoy hegem¨®nico en el seno de la UCD valenciana.Un somero repaso a los diversos per¨ªodos negociadores mantenidos entre socialistas y ucedistas arroja forzosamente el mismo saldo. Saldo que, a fuerza de repetirse, se ha convertido ya en pura mec¨¢nica. Los socialistas, como primer partido valenciano, hemos tendido reiter¨¢damente los puentes necesarios para que pudiera surgir, del contacto entre las fuerzas pol¨ªticas, y, sensiblemente, entre las dos primeras siglas, el PSPV-PSOE y la UCD, un di¨¢logo conducente al pacto estatutario, ¨²nica forma -consensuada, acordada o como quiera llam¨¢rsele- de conducir al Pa¨ªs Valenciano por la din¨¢mica del Estado de las autonom¨ªas. Y los hemos tendido, esos puentes, aun a sabiendas del coste pol¨ªtico que podr¨ªa implicar, para el partido socialista, el acercarse a las posiciones de una de las uniones del centro m¨¢s escoradas a la derecha de toda Espa?a.
Hemos estado, pues -y tambi¨¦n las hemerotecas podr¨ªan hablar de ello-, m¨¢s atentos a los intereses valencianos que a los propios intemos del partido. Aun, repito, a costa de muchas incomprensiones, pero apostando claramente por el futuro. La actitud de UCD, en cambio, ha hecho imposible cualquier pacto. Tanto es asi que m¨¢s bien parecer¨ªa que loiresiponsables de ese partido intentaran simplemente ganar tiempo, pudrir la situaci¨®n, crear expectativas que no ser¨ªan despu¨¦s debidamente cumplimentadas, produciendo as¨ª la frustraci¨®n consiguiente en el pueblo valenciano. Y arrojando al final las culpas de su propia intransigencia sobr¨¦ el partido socialista. De lo que se trataba era, en el fondo, de desacreditar la autonom¨ªa, sabiendo como saben que el Pa¨ªs Valenciano re¨²ne condiciones ¨®ptimas, por s u configuraci¨®n y por su estructura, para servir de gran molde auton¨®mico en ese Estado nuevo que queremos.
Las motivaciones electorales de la UCD
La actitud de UCD, remisa al sentido com¨²n y desatenta a la raz¨®n pol¨ªtica y a la raz¨®n de Estado, s¨®lo movida si acaso por motivaciones de dudoso rendimiento electoral, esta actitud provoc¨® en su d¨ªa -a finales de 1979- el abandono del Consell preauton¨®mico por parte de los socialistas, Ya lo explicamos entonces: el Consell hab¨ªa sido concebido para traer la autonom¨ªa al pueblo valenciano, no para detenerla en sus cauces ni tampoco, tal y como estaba sucediendo, para interrumpir su proceso. El Consell, que hab¨ªa nacido preauton¨®mico, hab¨ªa acabado convirti¨¦ndose en anti por obra del colapso que produc¨ªa la mayor¨ªa de UCD. Mayor¨ªa que, ciertamente, reflejaba su real decreto de creaci¨®n, pero que era del todo contraria, a un tiempo, a la correlaci¨®n de las fuerzas pol¨ªticas en el Pa¨ªs Valenciano. Abandonamos pues el Consell cuidando muy bien de diferenciar entre nuestras cr¨ªticas a la gesti¨®n de UCD en ese organismo y nuestra voluntad de permanencia de la instituci¨®n como tal.
Antes de eso, a principios de ese mismo a?o de 1979, la Ejecutiva nacional de UCD adopt¨® un acuerdo que, sin apenas oposici¨®n en el Pa¨ªs Valenciano, implic¨® un nuevo viraje de la pol¨ªtica auton¨®mica de este partido. Se decidi¨® de pronto, con la misma premura con que UCD hab¨ªa dise?ado las grandes l¨ªneas de la pol¨ªtica auton¨®mica, reconducir todos los procesos por la v¨ªa del art¨ªcul¨® 143. Y claro, los dirigentes de la UCD valenciana nada tuvieron que decir al respecto, provocando s¨²bitamente un nuevo cambio unilateral en una cuesti¨®n que ata?e a intereses generales, y no s¨®lo a la ¨®rbita de este o aquel otro partido.
Buscando una nueva salida a la situaci¨®n de impasse provocada nuevamente por UCD, los socialistas intentamos superar la dicotom¨ªa del articulado - 151 o 143-. Y lo hicimos a trav¨¦s de una f¨®rmula transaccional respecto del procedimiento constitucional a seguir, pero forzando a un tiempo a UCD a aceptar, en cualquiera de los casos, los m¨¢ximos techos y las m¨¢ximas competencias para el Estatuto valenciano. Una vez m¨¢s, y viendo c¨®mo el Pa¨ªs Valenciano quedaba rezagado respecto del conjunto de los procesos estatutarios, llevamos nuestra responsabilidad y nuestro sentido del Estado muy por encima de cualquier otra consideraci¨®n partidista.
Tampoco entonces fue posible llegar a un acuerdo. UCD colocaba tan alto el lisi¨®n de sus condiciones que ning¨²n partido, en la misma situaci¨®n del PSPV-PSOE hubiera podido aceptarlas. UCD s¨®lo firmaba un pacto auton¨®mico en el caso que de ¨¦l se dedujeran, a medio y largo plazo, ping¨¹es beneficios para la implantaci¨®n y dominio de este partido. Vista la imposibilidad de estas pretensiones, la estrategia de UCD- se basaba de ordinario en hacer imposiffile el acuerdo y en responsabilizar despu-¨¦s a la izquierda.
UCD, contra el Estatuto de Benicasim
Y lleg¨® el 23 de febrero, con los sucesos que, desgraciadamente, siguen a¨²n en la mente de todos. Y los socialistas, pensando s¨®lo que la estabilidad auton¨®mica del Pa¨ªs Valenciano conven¨ªa tambi¨¦n al alto grado, a la estabilidad democr¨¢tica de Espa?a, decidimos hacer borr¨®n y cuenta nueva. Y presentamos a UCD una oferta basada en la negociaci¨®n urgente del estatuto-de autonom¨ªa -una vez m¨¢s- y en nuestra vuelta al Consell en cuanto el texto auton¨®mico hubiera sido unitariamente redactado. Y claro, a juzgar por su actitud posterior, habr¨ªa que decir ahora que UCD no pudo negarse a la oferta socialista ante el riesgo de quedar en evidencia frente al pueblo valenciano. Pues bien,, los parlamentarios eligieron una comisi¨®n redactora. Y, reunidos en Benicasim los miembros de esta comisi¨®n, se aprob¨® un texto unitario. Un texto el Estatuto de Benicasim, como ya se le conoceque intenta poner fin, con su redactado de s¨ªntesis, a la pol¨¦mica de los s¨ªmbolos en el Pa¨ªs Valenciano, con el fin de reconducir nuestras energ¨ªas hacia los problemas reales y acuciantes que, por m¨¢s que el t¨®pico lo desmienta, tambi¨¦n tenemos los valencianos.
No voy a extenderme aqu¨ª sobre las virtudes y los contenidos del Estatuto de Benicasim. S¨®lo dir¨¦ que el acuerdo fue total, despu¨¦s de muchas discusiones en su redactado, por parte de los tres partidos parlamentarios: PSPV (PSOE), UCD y PCPV. La sorpresa lleg¨® cuando el presidente de la UCD valenciana, Fernando Abril Martorell, declar¨® su actitud contraria al texto auton¨®mico que los mismos representantes de su partido hab¨ªan firmado y rubricado pocos d¨ªas antes. La negativa se basaba -seg¨²n declaraciones a la Prensa- en el hecho de que el estatuto no recog¨ªa todos y cada uno de los criterios de la UCD en la pol¨¦mica cuesti¨®n de la simbolog¨ªa. ?Evidentemente que no! La soluci¨®n de la comisi¨®n redactora hab¨ªa estado en la transacci¨®n: la izquierda aceptaba la bandera con la franja azul que defendia la UCD, y la UCD aceptaba la denominaci¨®n de ?Pa¨ªs Valenciano?, terminolog¨ªa que al fin y al cabo han utilizado, y a¨²n utilizan, en la UCD y que ha sido adem¨¢s repetidamente refrendada por el Bolet¨ªn Oficial del Estado en la publicaci¨®n del decreto de constituci¨®n del Consell del Pa¨ªs Valenciano o en las diversas disposiciones del Ministerio de Educaci¨®n sobre la regulaci¨®n de la ense?anza, por citar dos casos notables.
As¨ª surgi¨®, promocionado desde los despachos de la UCD, un nuevo obst¨¢culo en la carrera hacia el estatuto. ?Por una palabra! El sector dominante del partido, que no todo el partido, pretende ahora imponer la denominaci¨®n de ?Reino de Valencia? sobre lade ?Pa¨ªs Valenciano?, rompiendo el acuerdo alcanzado por los miembros de la comisi¨®n redactora. Muchos pueden pens¨¢r que resulta delirante que una expresi¨®n, una sola expresi¨®n, impida al Pa¨ªs Valenciano alcanzar su estatuto. M¨¢xime cuando la voz ?Reino de Valencia?, perfectamente respetable y aun legitimada por la historia, resulta en estos momentos dudosamente oportuna, y hasta improcedente, en el marco de la Monarqu¨ªa espa?ola, del Reino de Espa?a que define nuestra Constituci¨®n.
Pero el fondo de la cuesti¨®n es muy otro. La UCD valenciana, escorada hacia la derecha, a veces, incluso, ?abruptamente?, cuenta en el Pa¨ªs Valenciano con una debil¨ªsima oferta electoral: su ¨²nico asidero en la hora de las urnas ha sido hasta hoy la explotaci¨®n demag¨®gica de la pol¨¦mica de los s¨ªmbolos. Pol¨¦mica que intentan rentabilizar entre las capas m¨¢s tradicionales y desinformadas de la poblaci¨®n y seg¨²n la cual los socialistas, los comunistas y cualquier persona, grupo o instituci¨®n que pueda representar un peligro para los vuelos pol¨ªticos de la UCD, son agentes del ?imperialismo catal¨¢n?. Pol¨¦mica que es, hoy por hoy, el ¨²nico resorte electoral del partido del Gobierno en el Pa¨ªs Valenciano.
Por eso se mantiene ahora UCD en contra del Estatuto de Benicasim, volvi¨¦ndose atr¨¢s del pacto pol¨ªtico alcanzado y negando ante el pueblo valenciano sus valores de concordia y de progreso.
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