Que vienen Curro y Rafael
Ayer el toro y ma?ana el torero. El lunes fueron los Victorino y el mi¨¦rcoles les toca a Paula y a Romero. Nada, que no hay manera de que se encuentren, que se escapan y se esconden y, como dice la sevillana, juegan al toro entre todos ellos. Y no es que el animal no anhele encontrarse de sopet¨®n a los artistas; es que ¨¦stos se duelen y no quieren que el infarto at¨ªpico corra por los tendidos causando estragos de delirio y estruendo. ?Se imaginan a Curro paseando por el anillo el orej¨®n peludo de un Victorino? Ni lo sue?en: los artistas que nos quedan tienen sus maneras y caprichos, son as¨ª y nadie los va a cambiar. Eso de ?que s¨®lo echen el toro-toro y el que no se atreva que no venga? es una soberana idiotez. No vendr¨¢n y nos quedaremos a dos velas.Hoy se impone el cada cosa a su tiempo, y la verdad es que no nos va nada mal. La isidrada taurina de este a?o ha sido de azote, como nos lo pidi¨® don Antonio, el pregonero mayor de las fiestas. El coso madrile?o ha estado de bote en bote, el Chopera se ha forrao y se ha visto de todo un poco a lo largo de loque va de feria. Ahora nos queda la despedida en media semanita, que si el santo labrador quisiera, con s¨®lo dos milagritos, la convert¨ªa en la g¨¹inda art¨ªsticqa del festejo, que es lo que nos falta por ver. ?Dos milagritos, Isidro! para el Curro y Rafael, y nos vamos luego, todos de peregrinaci¨®n al Roc¨ªo.
Porque falta el ¨¦xtasis en esta ¨¢spera plaza madrile?a, donde s¨®lo los maestros y el coraje imponen el silencio. Diversi¨®n ya la hubo a lo largo de muchas tardes. Ah¨ª estuvieron los profesores Anto?ete y el tito V¨¢zquez, con ali?os y pases de sal¨®n con toro al grito de ?torero!, ?torero!; Campuzano, Palomo y D¨¢maso (el calamar de Savater), se arrimaron al balc¨®n de los pitones por el que a poco se nos cae el novillero Pep¨ªn Jim¨¦nez con dos corn¨¢s en el muslo izquierdo. ?Y los de a caballo? ?Los caballitos? (como dice Pedro Beltr¨¢n) se llevaron media docena de orejas, a repartir entre espa?oles y lusitanos, con ventaja para estos ¨²ltimos, que les mojaron la ¨ªdem a los hispanos. Ribeiro Telles estuvo muy torero, y el ni?o Moura volvi¨® a dominar la tarde convertido en un centauro volador a bordo de sus monturas, Zalaca¨ªn, Renje, Col¨®n y Sandok¨¢n; el domingo, en la v¨ªspera del toro, surgi¨® en las ventas el mayor aplauso de la feria para los matadores-banderilleros Espl¨¢, Nime?o II y Morenito de Maracay. Fue precisamente durante el ¨²ltimo toro de la tarde, que correspondia a Morenito, cuando subi¨® el tel¨®n: el venezolano invit¨® a sus compa?eros del alma a compartir los palitroques, y la plaza se ven¨ªa abajo entre aplausos, mientras el torete de Cameno se interrogaba, at¨®nito en los medios, sobre c¨®mo pudo el negro hincarle en todo lo alt¨® ese soberbio par de frente Y haci¨¦ndole el quiebro s¨®lo con el blanco de los ojos.
Que nada, Isidro, que s¨®lo nos falta el arte, y que ahora o nunca. Ya Paula asom¨® el ala con dos cortos quites de ver¨®nica a los Torrestrella que no eran suyos, desplegando s¨®lo la mitad de su capote. Curro ni se estren¨®, gracias a la lluvia que le dio unos diitas m¨¢s de reposo y de sosiego a la espera del encuentro final. De la cita, por ejemplo, de ma?ana, en la que uno y otro, de la mano atenta del maestro Anto?ete, har¨¢n el pase¨ªllo en la ruidosa plaza (armada ya de seguro de dobles almohadillas y serpentinas higi¨¦nicas, por si las moscas), en la que el respetable poco respeto guarda por los artistas, sin marcar la diferencia, como si a todo el mundo se le pudiera llamar en determinadas circunstancias eso de chorizo, macarra y anarquista.
Al pan, pan, y al fino, fino. Y al fino hay que mimarle, guardarle silencio y entenderle la espant¨¢. Esta es la ¨²nica manera de que suene la flauta y de que los capotes y las franelas floten con ritmo templado y lento en la arena madrile?a. ?Y si no suena? Si no suena, tronar¨¢, porque la fiesta es la fiesta, y aqu¨ª no caben pactos de palacete ni concertaci¨®n a golpes. Aqu¨ª se hace la democracia a mano alzada, y los del arte y la pasi¨®n se enfrentan y se doblegan a la mayor¨ªa que se impone, cada d¨ªa, a la vista del festejo. Aunque, eso s¨ª, si ma?ana no se rompe el frasco y huele a gloria bendita, si se tuerce, si no suena y se arma la marimorena, a m¨ª que no me cuenten eso de que Curro y Rafael no han toreao en su vida. Yo los he visto.
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