"La Raulito ", un recital de Marilina Ross
Cuando en 1976 se estren¨® La Raulito en Espa?a, el ¨¦xito sorprendi¨® incluso a sus autores. Presentada modestamente en un local un tanto olvidado, la pel¨ªcula, sin embargo, constituy¨® un est¨ªmulo importante para los directores y actores argentinos que en aquel momento pensaban en la posibilidad de establecerse en nuestro pa¨ªs. As¨ª lo hizo Lautaro Mur¨²a (que dirigi¨® posteriormente, con menos fortuna, una segunda parte sobre el mismo tema, La Raulito en libertad), y as¨ª lo hizo tambi¨¦n la actriz protagonista, Marilina Ross, que fue la aut¨¦ntica revelaci¨®n de la pel¨ªcula. Si bien no han sido muchas sus actuaciones siguientes en Espa?a (La reina zanahoria, Al hombre de moda... ), su talento ha quedado claramente reflejado en todas ellas. Actriz de m¨¦todo, sensible e inteligente, en quien el di rector bas¨® sus aciertos, limit¨¢ndose en ocasiones a seguir solamente el desarrollo del trabajo interpretativo, sin manipularlo ni reescribirlo. Buena prueba de ello son esos largos diez minutos en los que La Raulito cuenta parte de su vida ante la c¨¢mara, sin que ¨¦sta se atreva a parpadear, a variar m¨ªnimamente su situaci¨®n. El rostro de esa mujer-ni?a que quisiera ser var¨®n para mejor enfrentarse al mundo es un acierto de composici¨®n de Marilina Ross. Si hay pel¨ªculas que primordialmente son recitales interpretativos, sin duda, La Raulito es una de ellas.En el resto, en lo que Lautaro Mur¨²a quer¨ªa narrar, la pel¨ªcula se escapa por v¨ªas sensibleras, sin que el documento sociol¨®gico que al principio se pretend¨ªa adquiriera la fuerza suficiente. Heredero de un cierto estilo de melodrama, Mur¨²a no supo eludir la tentaci¨®n folletinesca.
De cualquier forma, la pel¨ªcula admir¨® a los espa?oles, que, en esos primeros a?os del posfranquismo, ansiaban un nuevo aire en las pantallas y en la vida. La penetraci¨®n en el cine espa?ol de indiscutibles talentos argentinos pudo vigorizar entonces nuestra cinematograf¨ªa. As¨ª ocurri¨® en parte. En otra, sin embargo, se ha desperdiciado. Quiz¨¢ porque justamente en ese momento comenzaba tambi¨¦n para el cine espa?ol un duro trayecto, en el que los problemas econ¨®micos, claramente fomentados por quienes pod¨ªan hacerlo, ven¨ªan a sustituir los de la censura, que empezaba ya -al menos, te¨®ricamente- a desaparecer.
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