La violencia terrorista y los efectos del fallido golpe, causas de tensi¨®n
Los cien primeros d¨ªas de gesti¨®n del presidente Calvo Sotelo estuvieron tambi¨¦n de alguna forma definidos por una nueva escalada de violencia terrorista y por cierta tensi¨®n derivada de los efectos del fallido golpe de Estado del pasado 23 de febrero. Mientras este pa¨ªs iba conociendo, d¨ªa a d¨ªa, nuevos datos de la operaci¨®n del 23-F y de los procesamientos de generales, jefes y oficiales golpistas, el terrorismo brotaba como un guadiana y golpeaba primero en el Norte contra miembros de los cuerpos de la Seguridad del Estado y jefes del Ej¨¦rcito y luego en Madrid contra altos mandos castrenses. En el fondo de todo esto se apreciaban los pasos calculados de un nuevo intento desestabilizador.
Los primeros pasos del presidente del Gobierno ante los continuos asesinatos en Euskadi y Navarra consistieron en acudir personalmente a testimoniar su pesar a los familiares de las v¨ªctimas y conocer sobre el terreno los efectos de la escalada. El Gobierno, interesado en dejar constancia de su af¨¢n en perseguir el delito terrorista, constituye en Consejo de Ministros lo que actualmente se conoce por el mando ¨²nico para la lucha contraterrorista. Manuel Ballesteros, el pol¨¦mico comisario general de informaci¨®n, es designado para dirigir este departamento.Aunque el mando ¨²nico, seg¨²n el decreto que lo constituye, contempla una colaboraci¨®n entre los cuerpos que integran la seguridad del Estado, la plana mayor del Ministerio del Interior y los servicios de informaci¨®n militar, concretamente el CESID, la labor desarrollada hasta la fecha es m¨ªnima y su actuaci¨®n se ha venido limitando a las competencias exclusivas de la Comisar¨ªa General de Informaci¨®n. El Gobierno, por su parte, encomienda a las Fuerzas Armadas, ante la oleada de terror contra sus miembros, colaborar en la lucha antiterrorista y env¨ªa efectivos de los tres Ej¨¦rcitos a controlar la l¨ªnea divisoria entre Francia y Espa?a, en un despliegue que cuenta con unidades del Ej¨¦rcito de Tierra en la muga fronteriza, buques de la Armada en el golfo de Vizcaya y helic¨®pteros y aviones en el espacio a¨¦reo espa?ol colindante con el vecino pa¨ªs.
Sin embargo, ni la presencia militar, calificada como mera colaboraci¨®n, ni el hecho de haberse constituido un mando ¨²nico para combatir el terrorismo, logran el cese de la escalada de violencia y, tras cierto impasse, probablemente calculado por la direcci¨®n de los grupos que siembran el terror, comandos armados de ETAm y GRAPO vuelven a atacar, esta vez escogiendo a las v¨ªctimas dentro de uno de los pilares m¨¢s susceptibles del Estado: las Fuerzas Armadas.
Atentados contra el Ej¨¦rcito
En Madrid es asesinado por los pistoleros de los GRAPO, de un tiro en la nuca, un general muy identificado con los medios de comunicaci¨®n por haber sido durante algunos a?os responsable del gabinete de informaci¨®n del Ministerio de Defensa: Andr¨¦s Gonz¨¢lez de Suso. D¨ªas despu¨¦s, tres miembros de la Guardia Real, un teniente coronel, un sargento de escolta y un cabo conductor, esta vez en un atentado dirigido contra el jefe del Cuarto Militar del Rey, pierden sus vidas a causa de la metralla terrorista. El teniente general Joaqu¨ªn de Valenzuela, objetivo del atentado, resulta herido de suma gravedad.Casi simult¨¢neamente a la escalada terrorista, este pa¨ªs recibe informaci¨®n escalonada en relaci¨®n con el fallido golpe de Estado. Por un lado, se van conociendo, siempre a trav¨¦s de comunicaciones oficiales procedentes de ¨®rganos autorizados del Ministerio de Defensa, los procesamientos de los militares golpistas, caso de los generales Milans de Bosch, Armada y Torres Rojas; los coroneles Manchado, Ib¨¢?ez y San Mart¨ªn, as¨ª como los del teniente coronel Tejero y sus oficiales golpistas y los de los mandos de la Divisi¨®n Acorazada Brunete n¨²mero 1, que secundaron el asalto del Congreso de los Diputados.
El teniente coronel de la Guardia Civil Antonio Tejero Molina es elevado a h¨¦roe por muy concretos sectores de la extrema derecha de este pa¨ªs, que inundan las principales capitales de provincias de proclamas y pintadas en su favor y organizan una romer¨ªa de solidaridad a la prisi¨®n de Alcal¨¢ de Henares, donde se encuentra, extremo que preocupa al mando militar, que decide trasladar al procesado a un castillo militar lejano de Madrid y aislado de los n¨²cleos de poblaci¨®n: la prisi¨®n de La Palma, en El Ferrol (La Coru?a).
Almer¨ªa
El fen¨®meno terrorista no s¨®lo crea malestar en la sociedad, sino que provoca cierto recelo entre algunos ¨®rganos de poder, sobre todo entre el propio Gobierno, caso de los Ministerios de Interior y Justicia, ya enemistados tras el caso Arregui. La polic¨ªa se siente dolida con el tratamiento que la justicia da a algunos de sus detenidos por delitos terroristas, y ¨¦sta, a su vez, clama por la independencia del poder judicial.Ya en la recta final de estos cien primeros d¨ªas, el presidente Calvo Sotelo se encuentra ante dos acontecimientos que llaman poderosamente la atenci¨®n de la opini¨®n p¨²blica y que hoy d¨ªa a¨²n permanecen rodeados de innumerables puntos oscuros. Se trata de la muerte de tres j¨®venes en Almer¨ªa, que la Guardia Civil confunde con terroristas, y del espectacular asalto, el 23 de mayo pasado, a la sede de la oficina principal del Banco Central en Barcelona.
El primero de los sucesos, del que se ha informado, a juicio de distintos observadores, de forma parcial y poco clara, a¨²n coletea y, seg¨²n las ¨²ltimas informaciones, podr¨ªa de nuevo volver a las primeras p¨¢ginas de los peri¨®dicos si se lleva a cabo, tal como parece que as¨ª va a ser, la exhumaci¨®n de los tres cad¨¢veres. Los ¨²ltimos testimonios recogidos sobre esta fatal desenlace dejan en entredicho las informaciones que al respecto difundieron en su d¨ªa la Guardia Civil y el propio Ministerio del Interior.
Igual de confuso ha resultado asimismo el asalto a la oficina principal del Banco Central en Barcelona: una banda armada, que en un principio pidi¨® la liberaci¨®n de cuatro militares golpistas y dos aviones para salir de Espa?a en direcci¨®n a la Rep¨²blica de Argentina, mantiene como rehenes a m¨¢s de doscientas personas. El Gobierno cree, en un principio, que se trataba de guardias civiles. Luego, al ser detenidos, tras 37 horas de ocupaci¨®n, nueve de los once asaltantes, se habla de que son anarquistas y delincuentes comunes. D¨ªa y medio despu¨¦s, el presidente del Gobierno, Calvo Sotelo, comparece ante el Pleno del Congreso y apunta la posibilidad de que la extrema derecha se encuentre tras la operaci¨®n. Sin embargo, la polic¨ªa, acabado el plazo de la ley Antiterrorista, centra su versi¨®n en que ¨¦stos eran delincuentes comunes, no vinculados a la extrema derecha, cuyo ¨²nico prop¨®sito era obtener una importante suma de dinero.
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