EL PAIS como empresa e "intelectual colectivo"
Fue Amando de Miguel quien me dio la primera idea de escribir este art¨ªculo. Pero es ahora, al leer el ponderado cap¨ªtulo EL PAIS a imagen del pa¨ªs, del agudo libro de Jos¨¦ Vidal-Beneyto Diario de una ocasi¨®n perdida, as¨ª como el librillo -pretexto, mucho m¨¢s que pre-texto-, minitexto (contra Savater), pegado a un largu¨ªsimo y crispado pr¨®logo (contra EL PAIS) de Alberto Card¨ªn, cuando me decido a hacerlo. Claro est¨¢ que, por razones de estricto buen gusto, no voy a entrar en si Albertina Cardo es o no Alberto Card¨ªn, ni en los ataques personales a Savater, a Francisco Umbral o a Juan Goytisolo (que, a mi juicio, est¨¢ lejos de coincidir con la l¨ªnea de EL PAIS, aunque colabore en ¨¦l).Amando de Miguel ha sido, en efecto, el primero en hacer notar, desde el punto de vista de la sociolog¨ªa del intelectual y su poder, el gran poder que posey¨® el intelectual individual Jos¨¦ Ortega y Gasset, gracias a su talento, por supuesto; pero tambi¨¦n al medio sociocultural que, desde su infancia, le rode¨® y a los poderosos instrumentos de industria cultural -el diario El Sol, la editorial Espasa-Calpe, por entonces la m¨¢s avanzada de Espa?a, la Revista de Occidente y su propia editorial- que tuvo a su servicio.
Las profec¨ªas no suelen cumplirse sino a medias. La de Gramsci (y Togliatti) de que el partido comunista estaba llamado a ser el pr¨ªncipe (Maquiavelo) y t¨ªtulo m¨¢s concretamente referido a nuestro tema, el Intelectual colectivo de nuestro tiempo, se intent¨® cumplir en nuestro pa¨ªs, por el llamado movimiento, a trav¨¦s de la revista Escorial, la Editora Nacional y otros ¨®rganos de menor importancia cultural. Pero el falangismo no pudo imponerse culturalmente, y durante el franquismo la aut¨¦ntica vida intelectual, salvo alguna empresa novedosa y juvenil -pienso, sobre todo, en la Editorial Seix Barral-, transcurri¨® por las v¨ªas, plurales de los editores y de las revistas m¨¢s o menos resistentes al franquismo. Entre tanto, la reci¨¦n creada empresa de EL PAIS, cuyo presidente fue desde su iniciaci¨®n Jos¨¦ Ortega Spottorno, y cuyos fundadores fueron todos, creo, orteguianos puros, esperaba su hora; es decir, su autorizaci¨®n. Llegada ¨¦sta, en los cinco a?os que han pasado y cumpliendo a su modo la profec¨ªa antes mencionada, ha llegado a ser el intelectual colectivo -empresarial de la Espa?a posfranquista. EL PAIS procede pues, sin la menor duda, del orteguismo. Pero representa un orteguismo mucho m¨¢s sociol¨®gico que ideol¨®gico, orteguismo asumido y, a la vez, superado. Como declara Vidal-Beneyto, existe una lucha, siempre latente, y que sale a la luz en las juntas generales de accionistas, entre casi todos los fundadores, con Juli¨¢n Mar¨ªas como su principal portavoz intelectual, y quienes hacen el peri¨®dico, desde el consejero delegado y el director hasta el ¨²ltimo trabajador, apoyados por la mayor¨ªa de los accionistas, por lo dem¨¢s, como es sabido, muy variopintos. El poder period¨ªstico, muy justamente, tiende a estar en manos de quienes efectivamente hacen el peri¨®dico, y no de sus propietarios. Esta fusi¨®n de poder period¨ªstico y poder intelectual colectivo es in¨¦dita en Espa?a. El Sol tuvo reducid¨ªsima tirada y s¨®lo gracias a la publicaci¨®n empresarial conjunta de otro diario, nada intelectual, pudo sostenerse. EL PAIS, dentro de nuestra escasa densidad de poblaci¨®n lectora, se lee en la totalidad de Espa?a s¨®lo comparablemente a como se lee La Vanguardia en Catalu?a. Y su vigencia es mucho mayor que su lectura. En cuanto a su independencia, me parece mejor acreditada que con ninguna otra prueba. con la de la contradicci¨®n de las acusaciones que se le hacen: inclinarse hacia el PSOE, hacerlo hacia la fracci¨®n socialdem¨®crata de UCD, ser criptocomunista (s¨ª, por incre¨ªble que parezca, tambi¨¦n se dice).
?Cu¨¢l es el secreto del triunfo de EL PAIS? En primer lugar, ya lo he dicho, la herencia, s¨®lo aceptada a beneficio de inventar¨ªo, del orteguismo y del prestigio sociocultural, ahora relativamente democratizado, que aqu¨¦l tuvo en su tiempo. Inmediatamente despu¨¦s, seg¨²n me parece, la autoridad de que, por su buen sentido cr¨ªtico para todo lo que deba ser criticado, laicidad, buena calidad literaria, en general, del lenguaje de sus editoriales, en contraste flagrante con la impersonalidad y vulgaridad -voz de su amo siempre- de los de casi todos los dem¨¢s peri¨®dicos. En las colaboraciones de ?Opini¨®n? se encuentran las mejores firmas de la actualidad, y escritores puros, tales como Juan Benet, Agust¨ªn Garc¨ªa Calvo y Rafael S¨¢nchez Ferlosio, env¨ªan sus contribuciones cuando piensan que tienen algo period¨ªsticamente que decir, y el ¨²ltimo tambi¨¦n remite no infrecuentes ?Cartas al director?. La controvertida firma de Fernando Savater es habitual. Colaboramos asiduamente los seniores La¨ªn, Tovar, Garc¨ªa Sabell, Mar¨ªas, yo mismo, Sope?a, Vidal-Beneyto y otros muchos como ellos, menos viejos que nosotros. La derecha civilizada -Areilza, Fraga-, cuando tiene algo que decir de inter¨¦s general y no exclusivamente para su clientela, lo dice desde EL PAIS. La derecha civilizadora y abierta, representada ejemplarmente por Senillosa, siempre. Jes¨²s Aguirre, cuando no firma como Duque, tambi¨¦n escribe en EL PAIS. La que, continuando con el mismo juego de expresiones, podr¨ªamos llamar derecha eclesi¨¢stica civilizada -Patino, Olegario Gonz¨¢lez de Cardedal-, tambi¨¦n. Pero con su colaboraci¨®n pasamos ya a la ?Tribuna libre?, que es, verdaderamente, la tribuna para todo aquel que quiere dirigirse al pa¨ªs (si es que consigue su publicaci¨®n, lo que, sin duda por exceso de original, no siempre ocurre) y en especial para los pol¨ªticos. Rengl¨®n especial merece la izquierda eclesi¨¢stica: Llanos, D¨ªez-Alegr¨ªa, Gonz¨¢lez Ruiz, Caffarena, Manuel Reyes Mate, ahora encargado de la secci¨®n religiosa, y siempre que quieren decir algo colectivamente. los j¨®venes te¨®logos avanzados lo dicen en EL PAIS y desde EL PAIS. Hay tambi¨¦n, por qu¨¦ no decirlo, colaboradores habituales. supongo que por compromiso, que carecen de inter¨¦s. Y, por supuesto, colaboradores de provincias (expresi¨®n que, espero, caiga en desuso), aun cuando menos de los que yo quisiera.
Y hay, lo que dota de expresividad y fuerza de atracci¨®n a las densas p¨¢ginas del diario. las nuevas estrellas. M¨¢ximo y Peridis, como revelaciones en el nuevo r¨¦gimen del humor gr¨¢fico; M¨¢ximo, subrayando lo que ¨¦ste sigue teniendo de posfranquismo, y Peridis, al rev¨¦s, poniendo de relieve su lado posfranquista. Y en el plano de la escritura, Francisco Umbral destacadamente y haciendo un periodismo original y de gran calidad, Juan Cueto Rosa Montero, Manuel Vicent: J. M. Ull¨¢n. Con Rosa Montero, las otras entrevistadoras, que Podemos considerar sus disc¨ªpulas, los entrevistadores y autores de reportajes y, en fin, la secci¨®n cultural, desdoblada en ?Arte? y ?Libros?. Supongo que es ¨¦sta la que, por inevitable exclusi¨®n de muchos y por excesiva inclusi¨®n de algunos, genera las m¨¢s de las irritaciones, as¨ª la del mentado Card¨ªn, que habla de su crispaci¨®n, su chaladura y su obsesi¨®n por EL PAIS, obsesi¨®n, seg¨²n ¨¦l, de ?la gran mayor¨ªa de los escritores de este pa¨ªs?. De ser esto cierto, constituir¨ªa el mejor reconocimiento que puede prestarse a la vigencia cultural de este peri¨®dico. Reconocimiento, sin embargo, exagerado, al menos desde el punto de vista de quien as¨ª se manifiesta, pues el lugar adecuado para escritores del estilo y significaci¨®n de Fernando S¨¢nchez Drag¨® muy en primer t¨¦rmino, y de los Jim¨¦nez Losantos, el propio Card¨ªn, etc¨¦tera, es mucho m¨¢s Diario 16 que EL PAIS. Personalmente, pienso que Diario 16, donde yo mismo he colaborado, dejando aparte su insuficiente transparencia ideol¨®gica, representa un tipo de periodismo muy ¨¢gil, vivo y moderno, a imagen de los media y en competencia con ellos, de lectura f¨¢cil y de reportajes, sobre todo a partir del 24 de febrero, excelentes en su g¨¦nero.
Que a prop¨®sito de Ludolfo Paramio, afirme Card¨ªn que los medios de difusi¨®n cultural se ponen en manos de la izquierda me parece una generalizaci¨®n excesiva. Es tambi¨¦n muy exagerado decir que en EL PAIS apenas se publican rese?as o cr¨ªticas sino de Taurus, Alianza Editorial y Siglo XXI. Pero, adem¨¢s de exagerado, es ingenuo. Ya he dicho y repetido que EL PAIS contin¨²a el modelo de la empresa cultural orteguiana. Ahora bien, en la Revista de Occidente se adelantaban cap¨ªtulos de libros que iban a ser publicados en su editorial o por Espasa, y El Sol prepublic¨® libros enteros de Ortega. Que en la cultura-espect¨¢culo propia de nuestro tiempo, cada publicaci¨®n, perteneciente total o parcialmente a la misma empresa, sirva de espejo y escaparate a las otras, viene exigido por la estructura misma de la industria de la cultura, de la que habla Vidal-Beneyto en su libro y en torno a la que organiz¨® todo un simposium internacional. No culpemos, pues, a EL PAIS de lo que es inherente al neocapitalismo, la sociedad de toda clase de consumos y esa sociedad tecnol¨®gica en la que, desde su fundaci¨®n y ahora m¨¢s decididamente todav¨ªa, con sus nuevas instalaciones, ha ingresado plenamente.
No, mi aprensi¨®n, de tenerla, ir¨ªa por otro lado, espero que impertinente e improcedente. Por el de que dejara de ser plenamente un diario independiente para constituir el n¨²cleo o germen, m¨¢s o menos hipot¨¦tico, de un futuro partido pol¨ªtico; su prepartido ofundacional protopartido. Espero que siga siendo nada m¨¢s y nada menos que nuestro gransciano- neocapitalista intelectual colectivo, la empresa cultural de la Espa?a posfranquista.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.