La t¨ªa Cor¨ªn y el entrevistador
La pena es que la magn¨ªfica idea de enfrentar a la autora espa?ola m¨¢s le¨ªda en el mundo despu¨¦s de Cervantes a uno de los m¨¢s le¨ªdos y elegantes autores de la novel¨ªstica actual. no haya sido de RTVE. Porque el encuentro entre los dos narradores era inevitable. Hace mucho tiempo que los personajes de Vargas Llosa leen y citan las novelas de Cor¨ªn Tellado, y basta darse un paseo elemental por la muy sorprendente biblioteca de la escritora asturiana para comprobar que ella lo sabe. En realidad, Cor¨ªn conoce m¨¢s cosas literarias de las que aparenta; por eso mismo no valen con ella los cachondeos culturales, las curiosidades antropol¨®gicas o las iron¨ªas de tesina universitaria. He visto a m¨¢s de un pedante soci¨®logo o literato de la cultura de masas, magnet¨®fono en ristre y tocado con el salacot acad¨¦mico, salir del chal¨¦ de Cor¨ªn Tellado con la moral etnogr¨¢fica por los suelos y la hip¨®tesis reductora entre las piernas.
Esta muy respetable se?ora de provincias, que escribe desde los diecisiete a?os un promedio de diez horas diarias, est¨¢ al cabo de la calle de lo que su literatura significa en el mundo entero. Su secreto narrativo es la ingenuidad, pero poco hay de ingenuo en su actitud prosadora cuando se encierra a escribir cien p¨¢ginas en dos d¨ªas. La t¨ªa Cor¨ªn conoce la forma y la f¨®rmula de la novela rosa con id¨¦ntica precisi¨®n, frialdad y distanciamiento que cualesquiera de esos terribles semi¨®ticos de laboratorio que se pasan la vida desentra?ando el profundo misterio ling¨¹¨ªstico de las estructuras narrativas de lo popular para luego establecer med¨ªa docena de leyes del g¨¦nero.
Cuando hablas un rato sincero con ella, despu¨¦s de vencer su l¨®gica desconfianza, y te cuenta las intimidades de sus particulares procedimientos novel¨ªsticos, descubres que esta trabajadora del sentimentalismo tiene perfectamente claro su truco narrativo, y, lo que es m¨¢s divertido, que su ret¨®rica intuitiva apenas difiere de las conclusiones penosas del pelmazo estructuralista con ganas de lucimiento. Algo as¨ª como encontrar en plena tribu bororo, a la que se acude con ilusi¨®n antropol¨®gica al cabo de los riesgos de la selva, que los ind¨ªgenas se saben de memoria la teor¨ªa de L¨¦vi-Strauss acerca de las estructuras elementales de su curioso sistema de parentesco.
Lo que a Tellado le sulfura es que aqu¨ª no la tomemos en serio. Pero cuando hace mes y medio lleg¨® Mario Vargas Llosa con sus b¨¢rtulos televisuales al santuario mundial de la novela rosa, el flechazo fue mutuo. ?Estuvo muy profesional en la entrevista?, me coment¨®. ?Fue un di¨¢logo cordial, respetuoso en todo momento, sin esas iron¨ªas y sarcasmos de las que ya estoy harta y me s¨¦ de memoria. Mario es un gran novelista, al que admiro sinceramente, y no s¨®lo porque me toma en serio como escritora, sino porque disfruto mucho con sus libros. Lo que pasa es que nadie es profeta en su tierra, ni?¨ªn?.
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