El entendimiento entre Reagan y L¨®pez Portillo favorecer¨¢ las relaciones EE UU-M¨¦xico

Una cordialidad poco usual en los encuentros entre presidentes ha sido la nota dominante de las entrevistas entre Ronald Reagan y Jos¨¦ L¨®pez Portillo. El mandatario mexicano ha reconocido que en ninguna de sus visitas anteriores a la Casa Blanca, ocupada entonces por Carter, se sinti¨® tan distendido ni recibi¨® un trato tan amistoso. Definitivamente, Reagan y L¨®pez Portillo se entienden en lo personal, aunque sean patentes sus diferencias pol¨ªticas.

En contra de lo que se pensaba, los dos presidentes han hablado m¨¢s de cuestiones internacionales que de problemas bilaterales, lo que se interpreta como una deferencia m¨¢s de Reagan hacia su hom¨®logo mexicano, que en la recta final de su sexenio est¨¢ tratando de ocupar un lugar en el mundo. Como presidente de un pa¨ªs que tiene a gala su no pertenencia a ning¨²n bloque, ni siquiera al de los no alineados, L¨®pez Portillo quiere convertirse en palad¨ªn del di¨¢logo internacional Norte-Sur y Este-Oeste.Su mayor logro ser¨¢ precisamente la conferencia Norte-Sur que el pr¨®ximo mes de octubre tendr¨¢ lugar en la localidad mexicana de Canc¨²n. Con ocasi¨®n del viaje, Reagan ha anunciado oficialmente su asistencia a la cumbre. M¨¦xico aspira tambi¨¦n a ejercer un liderazgo en Centroam¨¦rica y el Caribe, aunque sus pol¨ªticos prefieran utilizar t¨¦rminos con menos reminiscencias neocolonialistas. Pues bien, Reagan ha ofrecido a L¨®pez Portillo la posibilidad de intervenir en un plan de ayuda a la regi¨®n, junto con Canad¨¢, Estados Unidos y tal vez Venezuela. Una idea que en M¨¦xico se ha bautizado como un miniplan Marshall.

L¨®pez Portillo ha aceptado entrar en el plan, siempre que se cumplan tres condiciones: que no se discrimine a ning¨²n pa¨ªs del ¨¢rea; que la ayuda no incluya env¨ªo de armas y que no se impongan condiciones pol¨ªticas que lo conviertan en un arma anticomunista.