Las bases americanas potencian la capacidad negociadora de las islas portuguesas
El sentimiento de que el Gobierno de Lisboa no est¨¢ interesado en gastar sus escasos recursos para fiacilitar el desarrollo regional est¨¢ muy enraizado, desde hace d¨¦cadas, en la poblaci¨®n madeirense. En los medios de la burgues¨ªa funchalense se habla sin tapujos del autoritarismo centralista y de la explotaci¨®n colonial a que Madeira est¨¢ sometida. De ah¨ª que la idea de la autonom¨ªa haya tomado naturalmente cuerpo a partir de la revoluci¨®n democr¨¢tica de 1974.
El partido que se presenta como el campe¨®n de las tesis autonomistas, como punto primero, y casi ¨²nico, de su programa local, ha visto ratificadas sus posiciones por una mayor¨ªa de cerca de dos tercios en todos los actos electorales realizados desde entonces. El Partido Social Dem¨®crata (PSD), que tiene la mayor¨ªa absoluta del Parlamento regional y gobierna, sin alianzas, desde 1976, se muestra celoso de su autonom¨ªa en relaci¨®n a la direcci¨®n central del partido y no pierde oportunidad de manifestar su independencia de criterios.Joao Jardim, su l¨ªder y presidente del gobierno local, afirma que esta circunstancia es la principal raz¨®n de la feliz evoluci¨®n del proceso auton¨®mico.
Hablando de sus contactos con los pol¨ªticos de las vecinas Canarias, explicaba que, seg¨²n ¨¦l, un proceso aut¨¦nticamente descentralizador no pod¨ªa ser nunca: obra de partidos centralistas, como son, en su opini¨®n, todos los partidos espa?oles, con la excepci¨®n de los socialistas. ?Aqu¨ª fue al contrario?, dice Jardim; ?nacimos como partido de implantaci¨®n y expresi¨®n regional, y el PSD tuvo la inteligencia de venir a buscar nuestro apoyo, respetando nuestra singularidad?.
Al no permitir, de momento, la ley portuguesa la existencia de partidos. regionales, los diputados socialdem¨®cratas de las Azores y de Madeira act¨²an en el seno del grupo del PSD, pero no les importar¨ªa recuperar su independencia, si fuera necesario, contra el gobierno de su propio partido, en el caso de que la pol¨ªtica de Lisboa perjudicase los intereses regionales.
Cuando la mayor¨ªa de Alianza Democr¨¢tica era tan escasa que pod¨ªa peligrar frente a una disidencia regional, Sa Carneiro tuvo que negociar, pacientemente, con los socialdem¨®cratas azorianos y madeirenses el precio de su apoyo.
Un precio que siempre es el mismo: mayores transferencias de competencias del Gobierno central al Gobierno regional, dentro de los l¨ªmites fijados por la Constituci¨®n, y m¨¢s dinero. Sobre la cuesti¨®n financiera, el razonamiento es simplista, pero eficaz: ?Si somos portugueses como todos los dem¨¢s, es toda la comunidad nacional la que debe soportar los costes de nuestra situaci¨®n insular. No hay razones para que paguemos todo m¨¢s caro por culpa de los transportes. Es el Gobierno central quien debe soportar los costes de la insularidad?.
La regionalizaci¨®n de todos los departamentos de la Administraci¨®n central tiene tambi¨¦n un objetivo inmediato: hay paro en el archipi¨¦lago y es natural que todos los empleos de funcionarios p¨²blicos existentes sean reservados, con prioridad, a los naturales de la regi¨®n.
La burgues¨ªa local es menos altruista y no quiere someterse a la legislaci¨®n laboral portuguesa, que dificulta los tradicionales sistemas de explotaci¨®n de mano de obra a domicilio, que son la base de su riqueza.
Entre estos juegos de intereses, donde intervienen tambi¨¦n los grandes exportadores de vino y los tiburones del turismo, el Gobierno auton¨®mico hace una pol¨ªtica populista, demag¨®gica muchas veces, pero int¨¦rprete del sentimiento generalizado.
La cuesti¨®n de las bases
Socialdem¨®cratas y socialistas madeirenses se enfrentan en el Parlamento local, donde representan, respectivamente, la mayor¨ªa y la oposici¨®n. Los socialistas reprochan a Jo¨¢o Jardim que se comporte como el monarca absoluto de la isla. Pero hay un denominador com¨²n, la defensa de los intereses regionales. Lo que no se da con los democristianos del Centro Democr¨¢tico y Social (CDS), a pesar de la coalici¨®n PSD-CDS en el poder en Lisboa.
Jo¨¢o Jardim apoya la coalici¨®n, como soluci¨®n nacional, pero no quiere saber nada del CDS local: en vano ¨¦stos invocan que el CDS fue el que m¨¢s intransigentemente se empe?¨® en la defensa de la autonom¨ªa en la asamblea constituyente de 1976, porque de ellos se sospecha que entonces trataban de debilitar al Gobierno central, en manos de la izquierda. Pasado el peligro, y ahora en el poder, el CDS volvi¨® a sus tendencias centralistas, ?como partido conservador que es?, seg¨²n la expresi¨®n del l¨ªder de los socialdem¨®cratas azorianos.
El eventual inter¨¦s de EE UU por las bases de Porto Santo y de las Azores como puntos de apoyo a su fuerza de intervenci¨®n r¨¢pida provoca numerosas conversaciones entre los Gobiernos regionales y el central y promete nuevas y encendidas discusiones. Dentro del respeto de la unidad de direcci¨®n de las pol¨ªticas exterior y de defensa, los Gobiernos regionales ya han impuesto su presencia activa en todas las negociaciones internacionales que afecten directamente a los archipi¨¦lagos.
Una cl¨¢usula del acuerdo para el establecimiento de la base de Lajes prev¨¦ que una parte de las contrapartidas revierta directamente a las Azores bajo forma de inversiones en infraestructuras.
Para Porto Santo, el problema es m¨¢s delicado. Desde la ¨®ptica del Gobierno de Madeira, hay que aprovechar el inter¨¦s de los aliados para conseguir financiar la construcci¨®n del puerto que la isla necesita urgentemente. Y hay que apresurarse porque ?la pretensi¨®n de Lisboa de vender el pescado lo m¨¢s caro posible puede arruinarnos el negocio. Despu¨¦s de la entrada de Espa?a en la OTAN, Madeira perder¨¢ su inter¨¦s estrat¨¦gico en favor de Canarias?, como afirma, con desparpajo, Alberto Jo¨¢o Jardim.
Lino Miguel, ministro de la Rep¨²blica, es decir, representante de la soberan¨ªa nacional en el Gobierno auton¨®mico. desde 1976, comenta con humor: ?Mi papel es el de una almohada. Tengo que atenuar los choques entre Lisboa y Funchal, porque siempre hay cuestiones de intereses, de susceptibilidades. Pero, en general, discutiendo con unos y con otros, se llega a una soluci¨®n. Hay que dar tiempo al tiempo. Es siempre muy dificil, a distancia, medir las situaciones, los problemas. Cuando se viene del continente son precisos meses para enterarse de la problem¨¢tica local?.
Nombrado por el presidente de la Rep¨²blica a propuesta del Gobierno central, que debe a su vez consultar al Gobierno regional, el ministro de la Rep¨²blica no es siempre una persona muy bien vista a nivel local. Si no hubo problemas en Madeira, los hubo en las Azores, y el PSD azoriano exige la desaparici¨®n pura y simple del cargo, aprovechando para ello la revisi¨®n constitucional, que dar¨¢ de nuevo mucho que hablar de los l¨ªmites de la autonom¨ªa.
El presidente Eanes declar¨® recientemente que los ¨²nicos l¨ªmites de la autonom¨ªa son la unidad y la soberan¨ªa de la patria.
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