Consejeros o censores

LA COMPARECENCIA de Fernando Castedo ante la Comisi¨®n de Control Parlamentario de RTVE concluy¨® con la placidez de una merienda entre amigos. La manipulaci¨®n del programa En este pa¨ªs, dedicado al eventual ingreso de Espa?a en la OTAN y el cese de madrugada de I?aki Gabilondo como director de los servicios informativos de Televisi¨®n Espa?ola dejaron de ser oficialmente despu¨¦s de esta sesi¨®n la lastimosa consecuencia de presiones e ingerencias gubernamentales.Los diputados dieron por buena, o no rechazaron como mala, la versi¨®n de que todo fueron decisiones personales suyas del director general. La Comisi¨®n de Control Parlamentario debe conceder, no obstante, la oportunidad de exponer su propia versi¨®n al cesado Gabilondo y al director de En este pa¨ªs para aclarar entonces por qu¨¦ ellos denunciaron la existencia de presiones constatables.

Cabe temer que la teor¨ªa del mal menor, del deseo de consolidar los metros ganados a la censura y los compromisos entre los partidos aconsejen a los grupos parlamentarlos echar tierra sobre el asunto y sepultar definitivamente en el olvido tan enojosos e inoportunos incidentes. De un lado, es cierto que los cinco meses de gesti¨®n de Fernando Castedo han sido positivos en muchos aspectos. De otro, quiz¨¢ nos hallemos ante un primer intento de la llamada clase pol¨ªtica de poner en su sitio a los profesionales de RTVE y a los periodistas, recabando para aqu¨¦lla, y no para ¨¦stos, la responsabilidad social del medio. As¨ª se explicar¨ªa que un sector nada despreciable del Consejo de Administraci¨®n del Ente P¨²blico RTVE se haya lanzado a sustituir las aburridas tareas que le encomienda el art¨ªculo octavo del Estatuto por el trabajo mucho m¨¢s divertido de ocuparse de la forma y el contenido de los espacios ya emitidos por Televisi¨®n. Esos vocales parecen decididos a cambiar su papel de consejeros de administraci¨®n por el de censores, y tentados de sustituir su actividad propia de administradores por la de infames aficionados a las tareas televisivas, que exigen un profesionalismo de? que los se?ores consejeros carecen. El programa Esta noche, dirigido por Fernando Tola y presentado por Carmen Maura, fascina de modo especial a esos vocales encerrados en la sala de juntas o en el cuarto de estar con un solo juguete: la caja sempiternamente tonta.

El programa, que ha alcanzado una enorme popularidad, est¨¢ siendo objeto de furiosos ataques por algunos medios de comunicaci¨®n que en el pasado siempre se mostraron ben¨¦volos y complacientes con la programaci¨®n censurada, sesgada, aburrida y manipulada del monopolio estatal.

Pero el problema no es si Esta noche resulta malo o bueno. A qui¨¦n le gustar¨¢, a qui¨¦n no. Cosas infinitamente peores, en cualquier caso m¨¢s procaces y denigrantes, se han visto en la televisi¨®n con el benepl¨¢cito pueril de sus sesudos rectores. Y resulta irrelevante que se acuse de hacer propaganda de un libro por llevar a un autor a ser entrevistado despu¨¦s de las lindezas a que nos tiene acostumbrados en materia de despilfarro y corrupci¨®n la tele. Lo verdaderamente preocupante es el intrusismo descarado del Consejo de Administraci¨®n en las tareas profesionales de los realizadores y directores de programas. Si la programaci¨®n de RTVE no es del gusto de los se?ores consejeros, a tiempo est¨¢n de hac¨¦rselo saber al director del medio y de destituirlo si as¨ª interesa. Pero este espect¨¢culo de ver a los administradores de la cosa dando recaditos, consejos y admoniciones a los directores de los programas, amenaza con ser el s¨ªmbolo de la peor de las intromisiones en el ejercicio de la libertad.