El s¨ªndrome saud¨ª
VARIOS SON los factores que est¨¢n determinando una reducci¨®n de los precios en d¨®lares del petr¨®leo, aunque la apreciaci¨®n de la moneda americana lo encarece cuando el barril se convierte a pesetas o francos. La ca¨ªda de la demanda, como resultado de las continuas alzas de precios (la ¨²ltima, entre 1979 y 1980, de un 160%), ha ref¨®rzado los efectos de esta depresi¨®n. Los paises consumen menos petr¨®leoy muchos est¨¢n ya consiguiendo mantener la productividad con un menor consumo de energ¨ªa. Este ahorro se complementa adem¨¢s con una fuerte sustituci¨®n por otras fuentes de energ¨ªa.En la medida en que se incrementan los precios del petr¨®leo aumentan las posibilidades de otros combustibles sustitutivos y, naturalmente, se agudizan las contradicciones entre los propios pa¨ªses de la OPEP. Aquellos con grandes reservas, como Arabia Saud¨ª, miran con preocupaci¨®n el medio plazo, en tanto que otros, como Argelia, cuyas reservas son escasas, pretenden conseguir los mayores beneficios con, car¨¢cter inmediato. Adem¨¢s, los altos precios del petr¨®leo han favorecido la aparici¨®n de otros productores importantes fuera de la OPEP y, al mismo tiempo, han provocado un desbloqueo de los precios energ¨¦ticos en Estados Unidos que ha provocado un crecimiento de la producci¨®n nacional y una reducci¨®n de casi un 50% en las importaciones americanas de petr¨®leo. La reciente rebaja en cuatro d¨®lares del petr¨®leo mexicano no hace sino reflejar este comportamiento de las compras de petr¨®leo de Estados Unidos.
Mientras Arabia Saud¨ª mantenga su producci¨®n al ritmo de 10,5 millones de barriles diarios, los precios se inclinar¨¢n a mantenerse o a disminuir, y los consumidores seguir¨¢n gozando temporalmente de una precaria soberan¨ªa. Por otro lado, la producci¨®n de la URSS ha evolucionado de manera distitita a los pron¨®sticos de los expertos de la CIA. Ha conseguido mantener sus niveles de extracci¨®n as¨ª como,su corriente exportadora hacia Occidente y hacia sus aliados comunistas.
Pero este moderado optimismo ser¨ªa temerario asumirlo como s¨ªntoma de un hecho consolidado. Con la sola excepci¨®n de nuestro ministro de Industria, nadie en los medios petroleros se ha atrevido a anunciar una reducci¨®n del precio de la gasolina. La depreciaci¨®n de la peseta se ha encargado de segar las esperanzas. A corto plazo sigue vigente el riesgo de un nuevo conflicto en Oriente Pr¨®ximo, mientras las temeridades israel¨ªes, pese a la calma del mercado de crudos, pueden desencadenar consecuencias muy graves en el mundo isl¨¢mico. Bastar¨ªa un cambio en la actitud saud¨ª para que el actual excedente de dos millones de barriles/d¨ªa desapareciese. Nos encontrar¨ªamos as¨ª con un nuevo aumento de precios en un momento de imparable subida del d¨®lar.
La pol¨ªtica de conservaci¨®n y de sustituci¨®n de petr¨®leo est¨¢ empezando a ser un ¨¦xito en muchos pa¨ªses industriales. Las cosas todav¨ªa no evolucionan de este modo en Espa?a. Tambi¨¦n aqu¨ª somos prisioneros del pasado. En el a?o 1975 se adoptaba la opci¨®n, del aluminio, que es un voraz consumidor de energ¨ªa, mientras las reestructuraciones sider¨²rgicas no acaban de decantarse en el sentido de reducir nuestra dependencia energ¨¦tica. Con una base industrial modesta y poco diversificada, somos excesivamente tributarios del petr¨®leo importado. Si, por otro lado, contin¨²an las reindustrializaciones y siguen adelante proyectos de aprovechamiento integral de nuestros recursos, a base de despilfarrar gas natural en su tratamiento, continuaremos incrementando la dependencia energ¨¦tica de una industria poco productiva. A diferencia de otros pa¨ªses que reducen el consumo de energ¨ªa, dado su encarecimiento relativo, por unidad de producto obtenido, aqu¨ª parecemos empe?ados en seguir la direcci¨®n opuesta, como si fu¨¦semos Arabia Saud¨ª. Se repite as¨ª en el sector de la energ¨ªa lo que se hizo con nuestra ganader¨ªa al hacerla tributaria de los suministros de cereales extranjeros.
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