Sue?os y frustraciones
A una familia caraque?a se le aparece Carlos Gardel. Los supervivientes de 1935 -fecha de la acci¨®n- recordar¨¢n que Gardel era como un dios; algo quiz¨¢ m¨¢s profundo de lo que han representado, incluso, los Beatles en nuestro tiempo. Entre otras cosas, porque cantaba tangos, y el tango es una filosof¨ªa humilde y casera, hecha de frustraciones, de vieja sabidur¨ªa popular, y porque era. el cine, un cine enteramente ?f¨¢brica de sue?os?.En el contexto de los pa¨ªses de habla castellana, sobre todo en Am¨¦rica, Gardel sustitu¨ªa una religi¨®n con la comodidad de lo tangible, de lo real. Se parece, pues, Gardel, con calidad de dios, a una familia caraque?a en la que hay esencialmente tres mujeres, que acumulan todas las frustraciones posibles en su momento: la de su propia condici¨®n sexual, la del amor. Tienen tres edades distintas: una est¨¢ abandonada por su hombre; la otra envejece en un largo noviazgo imposible; la tercera est¨¢ a punto de pasarse de la edad de las ilusiones. La frustraci¨®n de una familia venida a menos, la de vivir en una dictadura -la de Juan Vicente G¨®mez-, la de la casi pobreza de la clase media.
El d¨ªa que me quieras, de Jos¨¦ Ignacio Cabrujas
Int¨¦rpretes: Amparo Valle, Gerardo Malla, Amparo Soto, Ana Marzoa, Rafael D¨ªaz, Jorge Bosso y Lautaro Mur¨²a. Decorado y figurines de Gerardo Vera. Direcci¨®n de Gerardo Malla.Estreno, Teatro de la Comedia, 10 de junio de 1981. Con la colaboraci¨®n de la Direcci¨®n General de M¨²sica y Teatro.
Hay otra oferta de redenci¨®n: la de P¨ªo, comunista -militante de catecismo marxista-, el novio eterno -diez a?os- de la mediana. Pero es una oferta insegura, vacilante, amarga, fiada en una revoluci¨®n que necesitar¨ªa -dicen- doce a?os m¨¢s para cumplirse, o en un largo viaje m¨ªtico hacia un koljos ucraniano... Hay un momento de pugna entre la ilusi¨®n de Gardel -el sue?o, el macho, la dulzura, la caricia, lo irreal de lo irreal- y la oferta revolucionaria. Gana Gardel; apenas unos segundos, porque luego desaparece de la casa a la que lleg¨® de una cierta manera m¨¢s o menos misteriosa. Deja su recuerdo: una espiga, la bufanda blanca de seda, las botellas con que invit¨®, y la canci¨®n El d¨ªa que me quieras. La frustraci¨®n sigue.
El autor venezolano Jos¨¦ Ignacio Cabrujas ha hecho una excelente comedia sobre esta idea -ni apurada, con toda su libertad de interpretaci¨®n para el espectador- y, sobre todo, con unos personajes humanos, vivos, tiernos; con un di¨¢logo punzante, con una exactitud de situaciones propias de un oficio que se pierde: el de autor dram¨¢tico. Esto es, con la capacidad de que idea y situaci¨®n est¨¦n reflejadas de una manera teatral, ligera, directa.
Ha encontrado, para su representaci¨®n en Madrid, un ambiente bien logrado de ¨¦poca en el decorado y los figurines de Gerardo Vera y en la direcci¨®n sencilla -con la gran dote de la invisibilidad, de no quererse hacer notar por encima del texto- de Gerardo Malla.
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