?No a la huelga de m¨¦dicos del d¨ªa 22!
Una vez m¨¢s, el sector salud se encuentra en una delicada situaci¨®n. Pero no es nuevo; simplemente era, es y, presumiblemente, ser¨¢, fr¨¢gil el desenlace final si se sigue realizando una pol¨ªtica de acci¨®n sobre lo concreto, sobre lo manifiesto y se margina abordar la estructura que hace que surjan problemas de manera continua y continuada.El an¨¢lisis de los ¨²ltimos conflictos del sector salud aportar¨¢ una luz clara si lo realizamos bajo la ¨®ptica de integrarlo en los verdaderos intereses que subyacen en el mantenimiento de reduccionismos concretistas a la hora de abordar el concepto de salud y lo contraponemos al marco en el cual se desarrolla la actividad y la problem¨¢tica objetiva de los profesionales que prestamos servicios en el sector salud p¨²blica.
La regulaci¨®n del horario en los servicios municipales de urgencia de Madrid plante¨® problemas importantes, llegando incluso a se?alar como falta de solidaridad si se aceptaban. Lo cual se une al par¨®n que sufri¨® la ley de Incompatibilidades por obra de buena parte del sector m¨¦dico. El conflicto de los m¨¦dicos de la Ciudad Sanitaria Provincial de Madrid enmascaraba un trasfondo ideol¨®gico muy concreto. La convocatoria de la Confederaci¨®n Estatal de Sindicatos M¨¦dicos emana de una explosi¨®n particular como continuaci¨®n al conflicto citado con anterioridad, pues su contenido manifiesto es pr¨¢cticamente superponible. El programado para el pr¨®ximo d¨ªa 22 del presente mes y convocado por el Consejo General de Colegios M¨¦dicos es m¨¢s peligroso, pues proviene de un ¨®rgano corporativo y dirigido a sus presuntos colegiados de forma obligatoria para ejercer su profesi¨®n.
No hay que ser tan ingenuo como para caer en la trampa de que son conflictos diferentes; por el contrario, es un mismo conflicto (con diferentes convocantes) en el que subyace, de forma latente, una concepci¨®n muy concreta de ejercicio profesional y un concepto muy evidente de salud en un plano totalmente restrictivo. En otras palabras: contraponer unas prebendas de clase sobre la verdadera ¨ªndole del ejercicio profesional, es decir, el debate dial¨¦ctico entre medicina privada y salud p¨²blica. Hay que subrayar que esta diferenciaci¨®n entre medicina privada y salud p¨²blica es algo que trasciende a lo meramente sem¨¢ntico y administrativo para caer en lo conceptual y estructura de un modo muy concreto de actuar: restrictivo, personalista, individualizado, pluriempleado, basado en la ?ausencia? (de enfermedad y otras cosas), negaci¨®n de la acci¨®n positiva, etc¨¦tera, para el primer caso, y participativo, generalizado, corresponsabilizado, gestionado, etc¨¦tera, en ¨¦l segundo.
En este pa¨ªs existe una tendencia a la generalizaci¨®n bastante acusada: ?Todos los m¨¦dicos (en este caso) son iguales?. Cuidado, es peligroso. Hay muchos m¨¦dicos que no nos sentimos identificados con los planteamientos de estos conflictos ni representados por los convocantes.
En primer lugar, hay que aclarar que el Consejo General de Colegios M¨¦dicos no es el representante de todos los m¨¦dicos espa?oles.
Los m¨¦dicos de este pa¨ªs ?estamos? en el Consejo General porque se nos obliga a estar colegiados en los colegios m¨¦dicos provinciales para desarrollar cualquier actividad profesional. Es decir, ?estamos? en el Consejo General, pero ?no somos? del Consejo General, al menos en su totalidad. Esta obligaci¨®n nos viene impuesta de los viejos gremios medievales de la baja Edad Media y como tales siguen funcionando, contraviniendo los m¨¢s elementales derechos de libertad de asociaci¨®n.
Hace unos a?os se desarroll¨® un gran conflicto con los m¨¦dicos internos y residentes (MIR); pues bien, la Administraci¨®n fue dr¨¢stica: amenazas y expulsi¨®n. La postura del Consejo y de la mayor¨ªa de los colegios provinciales, tambi¨¦n: se nos acus¨® de no respetar las normas deontol¨®gicas, seg¨²n expresaban ellos. Pues bien, aquellos para quienes los paros de los MIR eran antideontol¨®gicos, son los convocantes de los actuales conflictos que se han venido desarrollando ¨²ltimamente. Claro que los MIR planteaban un modelo concreto de formaci¨®n continuada, participaci¨®n democr¨¢tica, integraci¨®n de un modelo de salud. etc¨¦tera, mientras el Consejo plantea cuestiones profesionales. Su credibilidad (por emplear una palabra actualizada y quedar en lo no dicho la que emitir¨ªa en realidad) debe ser cuestionada, incluso por los propios m¨¦dicos, puesto que los mensajes contradictorios son tan evidentes que hacen emerger lo ficticio de los razonamientos.
Cuando se plantean cuestiones candentes de la unidad del concepto salud y su atenci¨®n, promoci¨®n y asistencia, no existe debate ni movilizaci¨®n por parte de estos sectores profesionales. Pero, con un sentido gremialista y particular, hay que reaccionar, y de forma, al menos, poco adecuada y desproporcionada, cuando lo que priman son intereses privados.
Comit¨¦s de empresa
Es curioso que se intente, desde un solo sector profesional, que no se tenga en cuenta y no se cumpla una ley org¨¢nica aprobada por el Parlamento (m¨¢ximo rango legislativo despu¨¦s de la Constituci¨®n): el Estatuto de los Trabajadores. Se pide un convenio y negociaci¨®n franja (me supongo que se refieren a un convenio de casta), independiente de los comit¨¦s de empresa. Hay que ser coherentes: los representantes de los trabajadores del sector salud, de todos los trabajadores, son los comit¨¦s de empresa a los...que se y accedieron ,presentaron, votaron e m¨¦dicos, los cuales son sus representantes legales. El resto es divagar, la ley es la ley, e igual para todos. Se puede o no estar de acuerdo con ella, pero debe de ser ¨²nica y a todos ata?e. Ser¨ªa un precedente peligroso no respetar una ley de m¨¢ximo rango y un desprestigio para quienes la promulgaron y aprobaron, as¨ª como un menosprecio al resto de los trabajadores, tanto del sector salud como de otras ramas de producci¨®n.
No me gustar¨ªa recordar hechos hist¨®ricos que me evocan estos actos: situaci¨®n de inestabilidad pol¨ªtico-social y una huelga de m¨¦dicos fueron desencadenantes para el derrocamiento de Allende en Chile. Toda comparaci¨®n es odiosa, pero la historia demuestra hechos desestabilizadores llevados a cabo por una parcela de m¨¦dicos cuando se arrogan representatividades desmesuradas. Pues m¨¢s all¨¢ del discurso profesional se sit¨²a la verdadera ¨ªndole de su discurso: el ideol¨®gico, potenciador de la clase dominante. Es en ¨¦pocas de crisis cuando la ley se debe de emplear a tope, pues ella es la que potencia la persistencia de las instituciones democr¨¢ticas.
Debe quedar claro que hay otros m¨¦dicos, los cuales, sin identificarse con estos planteamientos, pueden caer en esta dial¨¦ctica, dada la desidia de la Administraci¨®n. Esta responsabilidad debe asumirse y plantearse seriamente la acci¨®n tendente a una revitalizaci¨®n profesional en aras de una defensa a ultranza de la salud p¨²blica.
Los medios de comunicaci¨®n de masas deben habilitar la posibilidad de que la facci¨®n m¨¦dica que no nos identificamos con esta postura podamos expresarla a la poblaci¨®n, para que ella sepa que no todos nos alejamos de sus planteamientos. Para que ella analice que m¨¢s all¨¢ de este discurso profesional se sit¨²a una oposici¨®n activa a un modelo de salud, al cual ni el Gobierno, ni el partido que lo sustenta, ni la organizaci¨®n m¨¦dico-colegial, como instituci¨®n, est¨¢n dispuestos a apoyar.
El doctor
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