La escasez de p¨²blico es la t¨®nica de los primeros d¨ªas de la Feria del Libro
Los participantes razonan su descontento por la organizaci¨®n de este a?o
?Lo ¨²nico bueno de esta feria es que la puedes recorrer tranquilamente, sin agobios de gente, tomar el sol en el paseo y adem¨¢s, como complemento cultural, ir a ver la exposici¨®n de Henry Moore?, reflexionaba con filos¨®fica resignaci¨®n un feriante acerca de la escasez de p¨²blico que registra en sus primeros d¨ªas la 40? Feria Nacional del Libro, inaugurada el mi¨¦rcoles pasado en el Retiro madrile?o. Los visitantes son en apariencia, efectivamente, los m¨¢s beneficiados del ambiente de apat¨ªa en que, cumpli¨¦ndose las previsiones, viene desarroll¨¢ndose este certamen. Entre los participantes, sin embargo, cunde la insatisfacci¨®n a causa del retraso en las fechas de apertura, el elevado precio de las casetas y otros motivos.
Un total de 236 firmas repartidas en 267 casetas participan en la 40? edici¨®n de la Feria Nacional del Libro. De ellas, 134 son editoriales; 64, librer¨ªas; veinticinco, distribuidoras, y trece, organismos oficiales. A efectos num¨¦ricos conviene contar con las cincuenta firmas que han quedado excluidas del certamen por la limitaci¨®n -en opini¨®n de algunos, artificial- del recinto ferial en el parque del Retiro.Entre los diversos sectores que concurren, es el de los libreros el m¨¢s sensibilizado a la situaci¨®n de deterioro que sufre esta exposici¨®n nacional de libros, ya que debido a su menor potencia empresarial afectan con mayor intensidad los problemas que se derivan de ella. Para muchos libreros ir a la Feria es el ¨²nico medio de cubrir el d¨¦ficit anual de ventas y, en esta ocasi¨®n, el coste de las casetas -85.000 pesetas, casi un 45% m¨¢s que el a?o pasado- ha impedido a los econ¨®micamente m¨¢s d¨¦biles esta posibilidad.
En la carrera de obst¨¢culos que representa para los peque?os libreros tener su puesto en la Feria Nacional, la primera prueba eliminatoria es el simple acto de inscripci¨®n. ?Recibimos una carta el mes de julio del a?o pasado avis¨¢ndonos que deb¨ªamos pagar las 5.000 pesetas de solicitud en septiembre?, explica una librera perif¨¦rica. ?Con el l¨ªo de los libros de texto, que supone por esas fechas una sobrecarga de trabajo, a muchos se les olvid¨® cursar el pago y se quedaron fuera de concurso?.
El pr¨®ximo paso en el proceso organizativo de la Feria fue el lanzamiento de una encuesta por parte del Instituto Nacional del Libro (INLE) para decidir el marco donde ¨¦sta se deb¨ªa celebrar. El parque del Retiro, en las condiciones fijadas por el Ayuntamiento, lo que significaba la eliminaci¨®n de una de cada tres firmas solicitantes, o el Pabell¨®n de Cristal de la Casa de Campo, en las condiciones que ser¨ªan negociadas con la Instituci¨®n Ferial de Madrid (Ifema), era la alternativa que planteaba la encuesta, distribuida a finales de febrero y seguida al poco tiempo por un segundo sondeo sobre el mismo tema.
?La primera encuesta fue favorable al Retiro y la segunda a la Casa de Campo, pero sumando los dos resultados sal¨ªan como mayoritarios los partidarios del parque?, apunta un librero tambi¨¦n de la zona perif¨¦rica. ?En vista de los resultados contradictorios, el INLE remiti¨® la decisi¨®n final a la autoridad competente -el Ministerio de Cultura- y esa medida, bastante absurda, pues descalificaba las consultas previas, demor¨® casi en un mes la marcha de la Feria?.
Este retraso en las fechas, unido al acortamiento del plazo de duraci¨®n, es la clave del descontento general que se detecta entre los participantes. Para los libreros, en concreto, el precio de las casetas es tambi¨¦n un serio obst¨¢culo, ya que trabajan con menores m¨¢rgenes de beneficio que los editores y distribuidores -de un 30% frente a un 50% y un 70%, respectivamente- y carecen de la subvenci¨®n que han recibido otros a?os. ?Tenemos que vender m¨¢s de 400.000 pesetas para amortizar esta inversi¨®n, que es adem¨¢s para muchos libreros totalmente prohibitiva?, comentaba uno de ellos. La disminuci¨®n de libreros feriantes que por dichos motivos se registra en esta edici¨®n del certamen es un factor que perjudica asimismo a los distribuidores, que ven as¨ª reducido el campo de exhibici¨®n de sus t¨ªtulos.
En cuanto a los editores, los motivos de descontento se centran en el actual sistema de adjudicaci¨®n de las casetas que se juzga ?unilateral?. ?Este asunto deber¨ªa resolverse con mayor fluidez?, dec¨ªa uno de los editores consultados. ?Se deber¨ªa establecer una especie de coordinaci¨®n o acuerdo con los expositores teniendo en cuenta sus particulares intereses y necesidades?.
Ferias ut¨®picas y posibles
?Cu¨¢l es la idea que tienen los feriantes de lo que podr¨ªa ser una feria nacional del libro ideal?... Las versiones que se recogen son m¨²ltiples y divergentes en bastantes aspectos, pero en el modelo ferial que se perfila de cara al futuro se tiende a identificar la feria nacional con un certamen solo para editores y con car¨¢cter de exposici¨®n o muestra que excluir¨ªa la venta de libros al p¨²blico.Por su parte, los libreros madrile?os contar¨ªan con su propia feria organizada por ellos mismos, tal y como ocurre en el resto de las capitales espa?olas. Las fechas m¨¢s propias para su celebraci¨®n ser¨ªan las fiestas de San Isidro, y el lugar id¨®neo, el parque del Retiro, con el complemento de una serie de centros feriales perif¨¦ricos.
El proyecto de feria nacional reservada a los editores entronca con un nuevo enfoque del certamen basado m¨¢s en la promoci¨®n del libro que en su venta. Se habla incluso de la posibilidad de organizar una feria multinacional de la lengua castellana como un puente de intercambio con los pa¨ªses de Latinoam¨¦rica, grandes consumidores de la producci¨®n editorial espa?ola, sobre todo M¨¦xico y Venezuela, pues Argentina sufre con la baja del peso respecto al d¨®lar una grave crisis en su mercado del libro.
Desde sectores m¨¢s progresistas se sugiere la creaci¨®n de una feria itinerante que recorriera los pueblos espa?oles que carecen de librer¨ªas y bibliotecas como una f¨®rmula m¨¢s para conquistar nuevos lectores y combatir ese temor o respeto que todav¨ªa suscita el libro.
Babelia
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