La gira comenz¨® con derrota ante Portugal
El primer partido de la gira fue una derrota, en Oporto, ante Portugal. A seis minutos del final, cuando los portugueses ya estaban pensando en sentirse moralmente vencedores, como en los viejos tiempos hac¨ªan, se encontraron con un gol tras el saque de un c¨®rner, y tres m¨¢s tarde alcanzaron el segundo. El largo y c¨¢lido viaje que a partir de hoy discurrir¨¢ por Suram¨¦rica se inici¨® con un resultado adverso. Los suplentes portugueses, mejor adaptados al tremendo calor de la jornada, derrotaron con justicia a un equipo espa?ol al que le fallaron demasiadas cosas para pretender un triunfo. La ¨²nica excusa podr¨ªa estar en la ausencia de alg¨²n jugador titular, pero, desgraciadamente, parece ser que al grupo base de Santamar¨ªa le faltan m¨¢s mimbres de los que aqu¨ª se ha tra¨ªdo.El partido Portugal-Espa?a no interes¨® ni a los portugueses. Las viejas historias de las rivalidades entre hispanos y lusos han pasado a mejor vida. El estadio Da Antas present¨® un aspecto desolador por la ausencia de p¨²blico. El juego desarrollado durante los primeros 45 minutos bajo un sol implacable y una temperatura superior a los treinta grados, no pudo ser en modo alguno medianamente digerible.
Los portugueses solamente pretendieron probar a su equipo para la pr¨®xima eliminatoria de Copa del Mundo, en la que han de vencer forzosamente a Suecia para tener esperanzas de concurrir a nuestro Mundial. Los portugueses obtuvieron una respuesta afirmativa sobre el rendimiento que ha de tener parte de su equipo, en el que Alves, Sheu y Carlos Manuel, pese a ser las figuras de la primera mitad, fueron olvidados por sus sustitutos, que realizaron una segunda parte con mayores ansias de triunfo que las expuestas por quienes son, por el momento, los hombres clave de la selecci¨®n portuguesa.
El equipo espa?ol tuvo varios fallos fundamentales. De una parte, los laterales no defendieron demasiado bien, y tampoco se comportaron como jugadores capaces de echar una mano al ataque; de otra, en el centro del campo faltaron fuerzas para correr y marcar. Zamora jug¨® al trotecillo, y V¨ªctor perdi¨® de vista demasiadas veces a Alves, y todas a Nogueira. Alonso, como es habitual en ¨¦l, puso m¨¢s empuje que calidad en sus correr¨ªas, en las que incluso lleg¨® a disponer de ocasiones de disparo a gol.
Las condiciones climatol¨®gicas condicionaron el desarrollo del juego. En muchos jugadores se observ¨® cierta reserva en la carrera, seguramente porque tem¨ªan que un derroche excesivo de energ¨ªas les impidiera llegar al final con fuerzas suficientes. La Federaci¨®n portuguesa se carg¨® el partido al programarlo a una hora absolutamente impropia.
Las ocasiones de gol creadas por ambos conjuntos fueron, en el primer per¨ªodo, escas¨ªsimas. Los dos goles en ¨¦l marcados fueron invalidados antes de que el bal¨®n llegara a la red. En la contabilidad positiva de Espa?a solamente hubo un momento cumbre. La combinaci¨®n Tendillo-Juanito-Marcos acab¨® malograda porque el extremo atl¨¦tico remat¨® por encima del larguero.
Los portugueses, aunque al principio no mostraron excesiva peligrosidad en el disparo, s¨ª le crearon m¨¢s problemas a Arconada que los delanteros espa?oles a Bento. El centro de la zaga, con Tendillo y Gerardo, estuvo firme. El canario jug¨® con gran serenidad y supo anticiparse adecuadamente en los cruces. Incluso salv¨® un gol de cabeza bajo los palos. Gordillo tuvo m¨¢s dificultades de las previstas, porque Gabriel, el lateral derecho portugu¨¦s, por el constante intercambio de posiciones de Juanito y Marcos, no tuvo a qui¨¦n marcar y se convirti¨® en un delantero m¨¢s.
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