El veto del primado y la soberan¨ªa espa?ola
Los ciudadanos espa?oles tenemos derecho a exigir que, nuestro Estado se comporte como un Estado soberano, cuyos poderes se ejerzan con arreglo a las leyes internas, sin la m¨¢s m¨ªnima interferencia ni tutela de otros Estados, por muy poderosos que ¨¦stos sean, y precisamente con tanto m¨¢s rigor y escr¨²pulo cuanto m¨¢s poderosos ¨¦stos sean, como es el caso de Estados Unidos de Am¨¦rica y del Estado Vaticano.Cuando en un acto importante de car¨¢cter pol¨ªtico, social, cultural o religioso -ya se celebre ¨¦ste en Par¨ªs, ya en Toledo- un representante calificado y autorizado de nuestro Estado se presenta como tal para ocupar el lugar que por derecho, acuerdo o larga tradici¨®n le corresponde, cualquier decisi¨®n o medida de los organizadores del mencionado acto para excluir o expulsar de ese lugar con pretextos no pertinentes al representante de nuestro Estado en esa ocasi¨®n es y debe ser considerado como un agravio gratuito e intolerable al pueblo espa?ol y su soberan¨ªa.
Viene esto, naturalmente, a cuento del inadmisible veto impuesto en Toledo por el cardenal primado de Espa?a, Marcelo Gonz¨¢lez, a nuestro ministro de Justicia, Francisco Fern¨¢ndez Ord¨®?ez, impidi¨¦ndole presidir primero, como le correspond¨ªa en su calidad de encargado de las relaciones del Gobierno con la Iglesia cat¨®lica, y asistir despu¨¦s, en compa?¨ªa del jefe del Gobierno, a la procesi¨®n del Corpus Christi, rompiendo con ello, mediante una decisi¨®n unilateral que podr¨ªa estar cargada de consecuencias, una hermosa tradici¨®n secular que ven¨ªa sellando unas dign¨ªsimas relaciones de concordia, respeto y cortes¨ªa entre los dos poderes soberanos en su propia esfera, la Iglesia cat¨®lica y el Estado espa?ol, cuya armon¨ªa es plenamente compatible con la libertad de creencias religiosas que a todos los ciudadanos nos reconoce la Constituci¨®n.
El pretexto esgrimido para esta solapada amenaza a la convivencia civil entre los espa?oles ha sido el de que el actual ministro de Justicia es el autor de la ley de Divorcio, aprobada por el Congreso soberano. Con todos los respetos, excelent¨ªsimo y reverend¨ªsimo se?or primado, el responsable de la ley de Divorcio no es el se?or Fern¨¢ndez Ord¨®?ez. Ni ¨¦l, dign¨ªsimo dem¨®crata, respetuoso con la voluntad mayoritaria de los ciudadanos, pretende imponemos esa ley a los espa?oles -como otros hicieron con las leyes precedentes en esa esfera-, ni los espa?oles aceptar¨ªamos que se nos impusiese. Responsables colegiados de esa ley son el Gobierno indivisible de la naci¨®n, las Cortes Espa?olas y el pueblo que ha votado esas Cortes, y que podr¨ªa pronunciarse concretamente sobre el tema en ese refer¨¦ndum tan temido en medios integristas.
Un agravio al pueblo
De este modo, excelent¨ªsimo y reverend¨ªsimo se?or primado, su veto al ministro de Justicia, que en esta ocasi¨®n representaba a nuestro Estado y sustitu¨ªa la tradicional presencia de los Reyes de Espa?a en el Corpus toledano, constituye un veto, un agravio y una afrenta a todo un pueblo soberano y una intromisi¨®n en decisiones pol¨ªticas que no pertenecen precisamente a su jurisdicci¨®n y que en un Estado moderno -o, si vuestra excelencia prefiere, en un Estado de derecho- se adoptan en virtud de mecanismos precisos de los poderes democr¨¢ticos, acatados y respetados por el pueblo, y que son una garant¨ªa de convivencia pac¨ªfica y solidaria frente a las amenazas golpistas, las intromisiones abusivas de las llamadas fuerzas f¨¢cticas y los coloniajes y caciquismos de toda laya.Por encima de otras diferencias, los espa?oles que, despu¨¦s de cuarenta a?os de despotismo no ilustrado, valoramos nuestra soberan¨ªa hemos de apreciar profundamente a los gobernantes que la respetan estrictamente, como hizo en este caso el presidente del Gobierno, Leopoldo Calvo Sotelo, al no aceptar -si es cierta la informaci¨®n de EL PAIS- el veto al representante del Estado. Ante afrenta e intromisi¨®n semejantes, nuestras exigencias y nuestras respuestas han de ser id¨¦nticas en Toledo, en Washington o en Par¨ªs si se presentara el caso. A¨²n m¨¢s estrictas en Toledo y en el Vaticano, pues si en todos los casos pueden quedar perturbadas las relaciones diplom¨¢ticas y de armon¨ªa entre Estado y Estado, en el Vaticano y en Toledo -?nuestra gran Toledo tolerante y humanista, integradora, con Alfonso el Sabio, de las culturas ¨¢rabe, cristiana y jud¨ªa, crisol de una Espa?a abierta y universal!- puede quedar perturbada la convivencia entre espa?oles.
Resulta triste pensar, por otra parte, que un primado de Espa?a detenga, con esp¨ªritu inquisitorial, a las puertas de la catedral de Toledo, a un representante de Espa?a por el delito de respetar la voluntad popular mayoritaria, cuando ning¨²n primado, en los a?os amargos de represi¨®n de los vencidos que siguieron a nuestra guerra civil, supo repetir el gesto cristiano y generoso de san Ambrosio, a las puertas de la catedral de Mil¨¢n, impidiendo el paso de otro Teodosio sanguinario hasta que no lavara sus manos, manchadas de sangre, pidiendo perd¨®n a sus v¨ªctimas y haciendo la paz con los vencidos.
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