Las cinco econom¨ªas
EN EL primer trimestre de 1981, el volumen de la producci¨®n de bienes y servicios en EE UU ha crecido al ritmo anual de casi un 9%, superando as¨ª los pron¨®sticos m¨¢s optimistas. Los alt¨ªsimos tipos de inter¨¦s de la primavera est¨¢n teniendo m¨¢s ¨¦xito a la hora de contener la inflaci¨®n que de frenar la actividad. Las expectativas contin¨²an al alza y ¨¦l conocido ¨ªndice de la Bolsa neoyorquina, el Dow Jones, superaba la cota del 1.000% para los valores industriales desde el viernes 12 de junio.En los ¨²ltimos tres a?os, la econom¨ªa americana ha venido confundiendo a los economistas al reaccionar con una fuerza cuyo origen escapaba a las predicciones y a los diagn¨®sticos de los expertos. La revista Business Week ha elaborado una explicaci¨®n sobre las causas de que la econom¨ªa norteamericana se negara a entrar en recesi¨®n, a pesar de los sedantes administrados, y haya creado, entre 1973 y 1980, unos trece millones de nuevos puestos de trabajo, frente a 11,5 millones en los siete a?os precedentes, es decir, durante el per¨ªodo de m¨¢ximo desarrollo econ¨®mico. El menor crecimiento del producto y el aumento del empleo se han traducido en una menor productividad por persona empleada, compensada por una ca¨ªda en los salarios reales de los trabajadores. Aunque este menor coste del trabajo en una ¨¦poca de encarecimiento del capital es una parte de la explicaci¨®n del incremento del empleo, el motor principal de la actividad se identifica con la gran libertad y flexibilidad del sistema econ¨®mico.
En 1980 no puede hablarse de una sola econom¨ªa americana, sino de cinco econom¨ªas en una. La industria tradicional -autom¨®viles, siderurgia, maquinaria, textil, electrodom¨¦sticos- se encuentra en graves dificultades, tanto por la gran competencia internacional como por una pol¨ªtica equivocada de nuevas inversiones y por mala gesti¨®n. El futuro econ¨®mico de Estados Unidos se ha desplazado, as¨ª, hacia otros sectores. La energ¨ªa -la segunda econom¨ªa- se ha convertido en una nueva punta de lanza, y gracias a la explotaci¨®n de los recursos interiores y al uso de una excelente tecnolog¨ªa ha resistido con ¨¦xito a la recesi¨®n. Las enormes exigencias de capital de este sector con grandes beneficios limitar¨¢ o encarecer¨¢, sin embargo, los recursos financieros de otras industrias. La tercera econom¨ªa es el sector de alta tecnolog¨ªa, desde los semiconductores y computadoras hasta la industria aeroespacial. La enorme capacidad de desarrollo de estos sectores los sit¨²an pr¨¢cticamente al margen del ciclo econ¨®mico. La agricultura -la cuarta econom¨ªa- ser¨¢ otro de los grandes pilares del crecimiento norteamericano en los pr¨®ximos a?os. Estados Unidos, a diferencia de la URSS y China, goza de una climatolog¨ªa favorable, y durante mucho tiempo continuar¨¢ desempe?ando el papel de suministrador prioritario de un planeta caracterizado por un enorme aumento de su poblaci¨®n. El sector servicios, ( inform¨¢tica, tecnolog¨ªa, comunicaci¨®n, finanzas, etc¨¦tera), que forma la quinta econom¨ªa, no s¨®lo se convertir¨¢ en un generador de empleo, sino que, adem¨¢s, est¨¢ comenzando a registrar aumentos en su productividad.
Esta econom¨ªa fragmentada en cinco segmentos invalida los an¨¢lisis tradicionales, seg¨²n los cuales el pulso de la actividad norteamericana lat¨ªa en el sector de construcci¨®n de viviendas o del autom¨®vil. De un lado, las fluctuaciones c¨ªclicas quedan diluidas ante una econom¨ªa resistente a sus sacudidas. De otro, el proceso de creaci¨®n destructiva que ha caracterizado el desarrollo capitalista se modifica ahora en el sentido de que las innovaciones de los sectores nuevos o supervivientes en una crisis no se traducen en menores costes para el resto y arrastran a la econom¨ªa hacia una mayor dependencia en el uso intensivo del factor trabajo. Es cierto que la escasez de mano de obra y el aumento de su coste en las dos d¨¦cadas precedentes motivaron en gran parte su sustituci¨®n por maquinaria y generaron un enorme incremento de la productividad. Pero el equipo capital exige energ¨ªa, y su coste disminuye la rentabilidad de la inversi¨®n. En definitiva, el aumento del precio de la energ¨ªa ha favorecido el nuevo incremento de la demanda de trabajo.
El complemento ha sido un mercado laboral muy libre, aunque con grandes desigualdades. Mientras en el viejo Detroit del autom¨®vil el paro alcanza un 116% de su poblaci¨®n activa, al borde de agotar las prestaciones de desempleo, las compa?¨ªas de computadoras de Houston ofrecen una prima de enganche de 2.500 d¨®lares a los trabajadores cualificados que acepten desempe?ar su empleo, por lo menos durante seis meses.
Esta gran movilidad supone que la industria ha entrado en una nueva era en la que muchas empresas desaparecer¨¢n, otras se mantendr¨¢n a flote y surgir¨¢n otras nuevas. Las perspectivas son duras, pero la opci¨®n de la nueva Administraci¨®n norteamericana parece clara: menor ayuda del Gobierno para reflotar empresas o sectores no competitivos y, simult¨¢neamente, supresi¨®n de los, intervencionismos que aprisionan a los sectores m¨¢s din¨¢micos. Los apoyos a los sectores en crisis tomar¨¢n un camino indirecto. El incremento de los gastos militares, permitir¨¢ as¨ª un respiro a muchas empresas tradicionales que trabajan muy por debajo de su capacidad y, al mismo tiempo, permitir¨¢ diversificar, a Chrysler entre otros, su producci¨®n de autom¨®viles, aumentando la construcci¨®n de equipos b¨¦licos.
El freno de la pol¨ªtica monetaria, con sus altos tipos de inter¨¦s, persigue como objetivo prioritario la reducci¨®n de unos niveles de inflaci¨®n que desincentivan el ahorro y, por tanto, impiden la formaci¨®n del capital necesario para continuar la reconversi¨®n impuesta por los altos precios de la energ¨ªa. Con tipos de inter¨¦s del orden de cuatro y cinco puntos por encima de la tasa de inflaci¨®n, el Estados Unidos de las cinco econom¨ªas en una ha mantenido unas tasas de crecimiento de la producci¨®n y del empleo realmente vertiginosas en una ¨¦poca de estancamiento generalizado. Sin su dinamismo, la recesi¨®n mundial habr¨ªa corrido el peligro de convertirse en crisis.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.