Los derechos democr¨¢ticos de los homosexuales, derechos de la humanidad
Los frentes de liberaci¨®n homosexual no tienen por objetivo, ¨²nicamente, la ?liberaci¨®n? y la "felicidad" de los homosexuales y de las lesbianas. Su objetivo va ?un poco? m¨¢s all¨¢. Su objetivo es mostrar a toda la poblaci¨®n que el ?problema homosexual? -como es llamado- es un problema que afecta a toda la sociedad, y en concreto a esta sociedad ?heterosexual?, que nos oprime a todos, y, por tanto, es preciso ?superar?. Pero ocurre que cambiar la sociedad no es una cosa f¨¢cil, claro est¨¢, ni tampoco es una cosa que nos corresponda s¨®lo a quienes hemos decidido aceptar que nos gustan -deforma exclusiva o no- personas de nuestro propio sexo.Todos y todas, como sujetos agentes o pacientes, sufrimos en esta sociedad en que reina una ideolog¨ªa patriarcal que s¨®lo acepta una sexualidad exclusivamente reproductora. Una sexualidad que, al tiempo que se afirma como la relaci¨®n entre dos sexos reproductores, mantiene una opresi¨®n sangrante contra la mitad de la poblaci¨®n del planeta, las mujeres, y una fobia que puede llegar hasta ejecuciones sumarias, seg¨²n las ¨¦pocas, contra otra parte num¨¦ricamente importante de la poblaci¨®n: los homosexuales masculinos. Todo ello enmarcado, obligatoriamente para todo el mundo, en unas relaciones no personales, no entre personas, sino como unas relaciones concebidas como exclusivamente reproductoras.
Los gay -movimiento homosexual concienciado por esta opresi¨®n-, tal vez por sufrir m¨¢s en carne propia esta sexualidad alienante y despersonalizada, que niega el derecho al placer, captamos de forma especial la opresi¨®n que el sistema ideol¨®gico vigente aplica a toda la poblaci¨®n.
Ante esta situaci¨®n, el actual movimiento gay, surgido en torno a 1968-1969, se conform¨® durante alg¨²n tiempo con recluirse en el estadio de acciones minoritarias y de autoafirmaci¨®n, propias de cualquier movimiento reci¨¦n nacido. Acciones incomprensibles para el resto de la poblaci¨®n, que no se explicaba nuestra testarudez por querer demostrar la ?homosexualidad latente? de los heterosexuales. Actitudes como estas -al margen de lo correcto o no de la afirmaci¨®n- sirven para poco, si no es para continuar siendo eternamente incomprendidos. Por ello, hoy d¨ªa somos muchos los frentes de liberaci¨®n que tratamos de buscar otros medios para ser, en primera instancia, comprendidos a escala popular: es decir, luchamos contra la represi¨®n que sufrimos en un mundo de oprimidos; luchamos contra unas leyes discriminatorias y hom¨®fobas (proyecto de C¨®digo Penal) en una sociedad llena de marginaciones; luchamos por la defensa de los derechos democr¨¢ticos y las libertades civiles de todos, que, por tanto, son tambi¨¦n nuestros derechos, y as¨ª, por ejemplo, el cartel anunciador del D¨ªa Internacional del Orgullo Gay de este a?o, editado por la Coordinadora de Frentes Homosexuales de nuestro pa¨ªs, la Coflhee, lleva como primer eslogan el de ?Gays contra el fascismo?.
Esta es la actitud general que, por ejemplo, el Frente de Liberaci¨®n Homosexual de Castilla (Flhoc) y los dem¨¢s frentes gay, peninsulares e insulares, desarrollamos actualmente. Con ello pretendemos potenciar campa?as masivas que nos permitan salir del gueto en que se nos recluye y nos autorrecluimos. Que nos permitan entrar en relaci¨®n con los distintos sectores asalariados, y que nos permita influir positivamente en la evoluci¨®n de los partidos de izquierda al respecto. Que permita, en fin, al militante gay, en esas campa?as por los derechos democr¨¢ticos, asumirse como tal en su lugar de trabajo. Algunas veces, la petici¨®n de una firma contra un caso de represi¨®n es una buena ocasi¨®n para ?definirse? y a continuaci¨®n abordar m¨¢s ampliamente el tema de la sexualidad humana.
La informaci¨®n, un medio
En el Flhoc pensamos que la informaci¨®n sobre nuestros derechos democr¨¢ticos y contra la represi¨®n nos son vitales. Son un medio para crear en torno a nuestro colectivo un sector democr¨¢tico, sensibilizado, m¨¢s amplio que la minor¨ªa homosexual concienciada (gay), evitando as¨ª los t¨ªpicos reflejos -ante lo ?dudoso? del momento pol¨ªtico del pa¨ªs que nos ha tocado vivir- de repliegue ultraminoritario y marginal gay. Y tambi¨¦n la otra tentaci¨®n -est¨¦ril en ella misma- de otro tipo de reclusi¨®n, la del autoan¨¢lisis psicoizquierdista de mirarse el ombligo propio.
Al Flhoc, el trabajo de informaci¨®n (charlas de difusi¨®n, denuncias de agresiones, cr¨ªtica del proyecto de C¨®digo Penal, proyecto de ley antidiscriminatoria sexual ... ), junto a la participaci¨®n en actividades de mayor amplitud social (pro divorcio, comisi¨®n anti-OTAN, solidaridad con abortistas juzgadas, defensa de la legalidad civil vigente frente a los enemigos de la democracia ... ), le est¨¢n permitiendo no solamente volcarse hacia la poblaci¨®n homosexual que acude al gueto comercial madrile?o, sino tambi¨¦n hacia las clases trabajadoras, el movimiento vecinal..., tratando de desbloquear la situaci¨®n actual de marginaci¨®n e insuficiente comprensi¨®n entre nosotros y el resto del pueblo.
Ahora bien, un militantismo gay que limitara su actuaci¨®n a reivindicar tan s¨®lo unos derechos democr¨¢ticos no lograrla m¨¢s que una tolerancia permisiva en grandes ciudades, como sucede en ciudades como Amsterdam, Par¨ªs, San Francisco, o como parece que se pretende en el madrile?o barrio de Chueca. Tal reformismo, a lo ¨²nico que puede conducir es a una forma de institucionalizaci¨®n del gueto homosexual. Porque ocurre que simplemente la igualdad de derechos no puede hacer desaparecer las causas de opresi¨®n, que si bien en su origen se sit¨²an en la ideolog¨ªa emanante -y que a¨²n perdura- de la familia patriarcal, tiene su principal apoyo hoy d¨ªa en la ideolog¨ªa burguesa y en el sistema al que sirve dicha ideolog¨ªa. La opresi¨®n de los homosexuales y lesbianas no se debe principalmente a las sentencias judiciales, a la represi¨®n policiaca o a la p¨¦rdida de empleo o vivienda. La opresi¨®n se sit¨²a m¨¢s en esa herencia religiosa que considera pecado que dos personas del mismo sexo puedan quererse y hagan el amor. O tambi¨¦n en esa concepci¨®n falsamente m¨¦dica y acient¨ªfica que a¨²n -?ya est¨¢ bien!- nos sigue considerando enfermos.
Mientras las normas familiares y sexuales burguesas contin¨²en imponi¨¦ndose, los homosexuales y las lesbianas, y con nosotros-as -en diferente grado ciertamente- el resto de la poblaci¨®n, seguiremos oprimidos. Si bien es cierto que limitarnos a la lucha contra esas ?normas? nos conducir¨ªa a un movimiento gay ultraminoritario, encerrado en su marginalidad radical, incapaz de tener un peso en el campo social.
Por eso, en el Flhoc pensamos que es preciso combinar la reivindicaci¨®n de nuestros derechos democr¨¢ticos con otras actividades que pongan en causa los l¨ªmites de la ?normalidad? de la familia burguesa y del modelo heterosexual-monog¨¢mico, sirviendo todo ello para acercarnos a la construcci¨®n de esa nueva humanidad en la que las categor¨ªas -las falsas identidades- de ?homosexuales y heterosexuales? hayan quedado destruidas y el comportamiento sexual de las personas -de forma exclusiva o no- sea el que esas personas deseen, dentro de la igualdad, el amor y la felicidad.
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