Espa?a, pa¨ªs de fundaciones
Es el nuestro un pa¨ªs de fundaciones por antonomasia. Ah¨ª est¨¢ nada menos que El libro de las fundaciones, de santa Teresa, para ense?arnos por lo menudo c¨®mo se funda un convento. Lo que pasa es que uno tiene la impresi¨®n de que sirve de gu¨ªa para fundar otras cosas. Antes de santa Teresa, otros espa?oles, como santo Domingo de Guzm¨¢n o san Ignacio de Loyola, tambi¨¦n se hab¨ªan dedicado a la honesta tarea de fundar. Pero -repito- todos ellos fundaban conventos de frailes o de monjas.En tiempos m¨¢s actuales, don Jos¨¦ Mar¨ªa (si se me permite escribir los dos nombres por separado) Escrib¨¢ de Balaguer fund¨® el Opus Dei, y para los socios de esta asociaci¨®n p¨ªa, don Jos¨¦ Mar¨ªa (con permiso) es el Fundador (con may¨²scula). Lo que no est¨¢ claro en este caso es si se trata de conventos o de qu¨¦.
De fundadores espa?oles de ciudades est¨¢ llena toda Hispanoam¨¦rica, e incluso otros lugares del mundo. Aqu¨ª, desde luego, no se trata de conventos, aunque dentro de algunas de esas ciudades de ultramar fundadas por espa?oles haya tal vez demas¨ªa de iglesias.
Fundaciones de car¨¢cter aparentemente religioso, pero al servicio de fines pol¨ªticos, no nos faltan precisamente. Todos los anteriores -incluyendo a santa Teresa, por la que siento una particular devoci¨®n- saltaron las tapias de los conventos para influir en la pol¨ªtica espa?ola de una manera o de otra -quiero decir mucho-. Y qu¨¦ decir de la Asociaci¨®n Cat¨®lica Nacional de Propagandistas (ACNDP), a la que ¨²ltimamente se le ha ca¨ªdo la ene -es de suponer que para extender su acci¨®n por las nuevas y viejas nacionalidades-. La Acci¨®n Cat¨®lica fue y sigue siendo abundosa proveedora de vocaciones... pol¨ªticas -quiero decir, religiosas-.
Nadie me negar¨¢ que el censo de los ministros espa?oles, en un dilatado n¨²mero, contiene muchachos de brillante carrera civil, oposici¨®n ganada no menos brillantemente. a uno de los grandes cuerpos del Estado y/o un puesto de responsabilidad en uno de los grandes bancos; si a ellos unimos la pertenencia a una u otra de las fundaciones religiosas que he citado, ?zas!, ya tenemos ministro-por supuesto, no ministro-sacerdote, sino ministro del ejecutivo del Estado.
Hablando en serio, la sociedad espa?ola, que todo el mundo est¨¢ de acuerdo en que, aparte los grupos familiares, y no siempre, es una sociedad con estructura d¨¦bil o invertebrada produce por contra f¨¦rreas estructuras de intragrupo, normalmente de fachada religiosa, pero con irresistible vocaci¨®n a servir a la patria en puestos pol¨ªticos de poder -si m¨¢s, mejor-. As¨ª se salva a la Iglesia -dicen ellos-.
En medio de esa sociedad espa?ola d¨¦bil e invertebrada, la presencia de esos grupos fuertemente unidos se convierten autom¨¢ticamente en grupos de presi¨®n (cuando no de posesi¨®n) del poder pol¨ªtico. Esto viene de muy lejos. Recu¨¦rdese que san Ignacio de Loyola llama a su fundaci¨®n La Compa?¨ªa de Jes¨²s -tomando del ej¨¦rcito el nombre compa?¨ªa, como modelo de organizaci¨®n f¨¦rrea, Y para que la pescadilla se muerda la cola, las constituciones, de san Ignacio, sirvieron de modelo a Lenin para organizar el partido comunista en la URSS. Es decir, que una sociedad d¨¦bil e invertebrada, produce fuertes organizaciones que aqu¨ª acaparan el poder y que son de las pocas mercanc¨ªas que exportamos sin d¨¦ficit en la balanza de pagos.
Todo lo anterior viene a cuento de la nueva Fundaci¨®n para el Progreso y la Democracia, ya conocida sencillamente como La Fundaci¨®n. ?Qui¨¦n est¨¢ detr¨¢s? ?Cu¨¢les son los fines? Por lo pronto, lo que est¨¢ delante es una lista de nombres en que se olvidan los t¨ªtulos pol¨ªticos de la mayor¨ªa de ellos, y se desempolvan t¨ªtulos acad¨¦micos que hace tiempo se dejaron de ejercer, precisamente para dedicarse a la pol¨ªtica. Los fines expuestos son tan generales y vagos, que pueden servir para cualquier cosa; por ejemplo -y estoy muy lejos de pensar que pueda ser as¨ª-, como sucursal de la logia P-2, cuyo esc¨¢ndalo acaba de estallar en Italia. No lo creo, pero la vaguedad de los fines enunciados hace veros¨ªmil.cualquier supuesto.
Lo que est¨¢ claro es que La Fundaci¨®n es una asociaci¨®n parapol¨ªtica, lo cual estar¨ªa muy bien si no hubiera partidos pol¨ªticos. Pero habi¨¦ndolos, La Fundaci¨®n me parece -por lo menos- fuera de tiempo y lugar.
En buena doctrina liberal democr¨¢tica, como se presenta en la obra de Tocqueville, una democracia necesita asociaciones voluntarias que organicen lo que, de otro modo, ser¨ªa una mera masa social. Pero, por supuesto, asociaciones voluntarias no pol¨ªticas (o parapol¨ªticas), cuando ya existen partidos pol¨ªticos. En un cl¨¢sico libro de Rose, se afirmaba que la falta de asociaciones voluntarias en los pa¨ªses latinos (especialmente Italia, Francia y Espa?a) se sustitu¨ªan por la instituci¨®n de la tertulia. ?Pero ahora tampoco hay tertulias, como no sea la de Mona Jim¨¦nez, que vale por mil tertulias!
Hacen falta asociaciones voluntarias, pero de verdad. Abandonemos las tapaderas -religiosas o no- y compromet¨¢monos en la vida de los partidos pol¨ªticos. Si los que existen no complacen, f¨²ndense en buena hora todos los partidos pol¨ªticos que sean menester. Pero no enga?emos al respetable. No sea que -como en La fundaci¨®n, de Buero Vallejo- haya quien, sin darse cuenta de que est¨¢ en una c¨¢rcel, crea vivir en la mejor de las fundaciones posibles. No es una casualidad que Buero Vallejo -con sus incre¨ªbles y profundas met¨¢foras- nos haya avisado de no confundir las jaulas de hierro con jaulas de oro.
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