Era otro poeta

He esperado una semana a ver si alg¨²n lector ca¨ªa en la cuenta del lapsus cometido por Eduardo Haro Tecglen en su cr¨ªtica del pasado d¨ªa 12 al estreno de El lago de los cisnes. Viendo que no es as¨ª, me decido a intervenir. Atribuye Haro Tecglen al poeta Eduardo de Ory un verso que no le pertenece. El verso que dice ?tu¨¦rcele el cuello al cisne de enga?oso plumaje? es obra del poeta mexicano Enrique Gonz¨¢lez Mart¨ªnez, y con ¨¦l comienza el soneto titulado ?La muerte del cisne?, que figura en el volumen Los senderos ocultos, publicado en 1911. A este prop¨®sito hay un extraordinario ensayo de Pedro Salinas, escrito en 1940, que puede leerse en su Poes¨ªa, espa?ola. Siglo XX (M¨¦xico, 1949, p¨¢ginas 45-65). El ensayo se titula El cisne y el b¨²ho. Apuntes para la historia de la poes¨ªa modernista y constituye un resplandeciente an¨¢lisis del cambio de rumbo que supuso en la l¨ªrica hispana la sustituci¨®n del s¨ªmbolo del cisne por el del b¨²ho. Ese soneto de Gonz¨¢lez Mart¨ªnez, calificado por Salinas de ?piedra miliar de un momento de crisis de conciencia en la historia de la poes¨ªa moderna?, merece ser recordado, s¨ª, pero sin que la memoria juegue la mala pasada (como sin duda le ha ocurrido a Haro Tecglen) de atribuir su paternidad a otro poeta, por intereseante que ¨¦ste sea./