Espa?a y Guinea Ecuatorial: seguimos empeorando
A punto de cumplirse dos a?os desde que comenz¨® la ayuda espa?ola al nuevo r¨¦gimen de Guinea Ecuatorial, resulta obligado analizar las cosas claramente: las autoridades guineanas no han demostrado inter¨¦s alguno en establecer unas bases s¨®lidas de cooperaci¨®n con nuestro pa¨ªs con el objeto de luchar contra la miseria y el atraso materiales y culturales de aquel pueblo. En estas condiciones, se impone un examen a fondo por parte de las autoridades espa?olas y un giro total respecto de lo hecho hasta el presente.Desde enero de 1980, fecha en la que, tras las medidas de emergencia de los primeros meses, se empieza a intentar estructurar un sistema de ayuda (que no cooperaci¨®n), lo conseguido, a pesar de los indudables errores, ha sido de relativa importancia, aunque siempre sobre bases fr¨¢giles, debido, de un lado, a la actitud de las autoridades locales, y de otro, a la inexperiencia de la Administraci¨®n espa?ola en estos cometidos. Los ¨²ltimos meses prueban que estos dos elementos no parecen cumplir los requisitos m¨ªnimos que permitan entrar en una nueva etapa de cooperaci¨®n integral, seria y eficaz.
Los ¨²ltimos acontecimientos de Guinea Ecuatorial y, m¨¢s en general, la actitud ambigua, cuando no hostil, de autoridades de aquel pa¨ªs respecto de la presencia espa?ola, dan a entender que el margen de confianza abierto por nuestro pa¨ªs desde hace cerca de dos a?os debe considerarse agotado. Los responsables guineanos, tras doce a?os de anarqu¨ªa, terror y arbitrariedad macistas en los que la gran parte de ellos est¨¢n formados, no parecen dispuestos a ir por el camino del respeto de los derechos humanos, civiles y econ¨®micos, as¨ª como de una racionalidad econ¨®mica que busque el bienestar del sufrido pueblo guineano. Las pr¨¢cticas macistas de inventarse conspiraciones siguen estando presentes y se abortan con energ¨ªa y rapidez sorprendentes, esa energ¨ªa que falta para desmontar otros tinglados que benefician a quienes ayer y hoy disfrutan del poder. En el plano econ¨®mico, el despilfarro y la corrupci¨®n siguen siendo pr¨¢cticas, al parecer, insuperables. Las autoridades guineanas han sido incapaces de crear un m¨ªnimo marco que permita el desarrollo de la iniciativa privada nacional o extranjera. Si a ello unimos la reticencia creciente en los ¨²ltimos meses de organismos como la CEE y el FMI (al que deber¨ªa unirse la parte espa?ola), vemos que los dirigentes guineanos est¨¢n cerrando las v¨ªas del ¨²nico desarrollo posible y est¨¢n echando por la borda una irrepetible oportunidad hist¨®rica.
Las autoridades espa?olas est¨¢n demostrando en los ¨²ltimos meses que el tema guineano les interesa muy poco, lo que resulta asombroso, pues se trata de un pa¨ªs al que el Jefe del Estado ha viajado en dos ocasiones. Tampoco parece interesar al primer partido de la oposici¨®n, el PSOE, el cual en su ¨²ltimo documento ante la situaci¨®n pol¨ªtica, despacha el tema con un par de l¨ªneas de lugares comunes.
Tampoco resulta muy sorprendente la actitud del Ejecutivo. El tema guineano es un tema muy complejo y exige capacidad de an¨¢lisis, de trabajo y sacrificio, y de acci¨®n pensada, planificada y ejecutada correctamente. Demasiadas exigencias para una parte de la Administraci¨®n espa?ola, pero el tema guineano es, sin duda, de la mayor importancia en nuestra pol¨ªtica exterior, aunque unos y otros, Gobierno y oposici¨®n, lo quieran ignorar por comodidad.
Dec¨ªamos que el margen de confianza abierto hace a?o y medio debe considerarse agotado. En efecto, la postura espa?ola de importante ayuda a fondo perdido, de concesi¨®n de cuantiosos cr¨¦ditos, muchos de ellos en condiciones preferenciales y de cerca de cuatrocientos funcionarios espa?oles trabajando en aquel pa¨ªs con todos los gastos de cuenta espa?ola, supone un aval y un respaldo a la pol¨ªtica local de arbitrariedades e insensateces, tanto en materia pol¨ªtica como en la econ¨®mica, pol¨ªticas realizadas al margen de lo que opinen nuestras autoridades.
Todo ello exige un replanteamiento a fondo del tema y un cambio de pol¨ªtica. No se trata de abandonar bruscamente la ayuda, pero s¨ª de situarla en t¨¦rminos m¨¢s razonables, complement¨¢ndola con m¨¢s ayuda espa?ola en otras zonas, como, por ejemplo, Latinoam¨¦rica, en que su receptividad y eficacia son mucho mayores. En el caso guineano, cabr¨ªa pensar en seguir con presencia en sectores b¨¢sicos como sanidad y educaci¨®n, incluso con mayores recursos, siempre que se asegure una gesti¨®n racional y eficaz de esos recursos. En el resto de sectores, se impone un recorte dr¨¢stico, lo que, por supuesto, no dejar¨¢ de tener efectos en lo que piensen y decidan ¨®rganos como el FMI y la CEE.
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