El primer ministro franc¨¦s, Pierre Mauroy, presenta hoy en la Asamblea Nacional el programa de transformaci¨®n socialista
La historia del cambio pol¨ªtico que se ha producido en Francia desde que el pasado d¨ªa 10 de mayo fue elegido presidente de la Rep¨²blica el socialista Fran?ois Mitterrand empieza hoy.El primer ministro, Pierre Mauroy, pronunciar¨¢ esta tarde, ante los 491 diputados de la Asamblea Nacional, el discurso de pol¨ªtica general de su Gobierno que definir¨¢ el socialismo mitterrandista. Al final de la discusi¨®n en el hemiciclo, Mauroy someter¨¢ su programa de reformas de la sociedad francesa a una votaci¨®n de confianza que le ser¨¢ favorable, dada la mayor¨ªa absoluta socialista que domina la Asamblea.
Los franceses viven "esperando a Mauroy". Hoy se abre, en la pr¨¢ctica, una nueva era de la historia de Francia. Durante dos horas, el primer ministro, desde un Parlamento invadido por los socialistas, se dirigir¨¢ a todos los franceses para explicarles la profunda significaci¨®n de la elecci¨®n de Mitterrand como presidente. A lo largo de los dos ¨²ltimos meses se ha hablado de "socialismo en libertad", de "socialismo a la francesa", de reformismo". Entre tanto, en el seno del Gobierno se ha elaborado el programa de los cambios que van a configurar realmente ese socialismo, que no quiere ser el de los pa¨ªses del Este, pero tampoco el que han acreditado las socialdemocracias occidentales.
Dos tendencias ideol¨®gicas
En pocas semanas ya se han configurado las dos tendencias ideol¨®gicas de los nuevos due?os de Francia. Los moderados, partidarios de la prudencia reformista, se llaman Claude Cheysson, ministro de Exteriores; Michel Rocard, ministro del Plan; Jacques Delors, ministro de Econom¨ªa, y Pierre Dreyfus, ministro de Industria.Los ultras son el ministro de Investigaci¨®n, Jean-Pierre Chevenement; el presidente del grupo parlamentario, Pierre Joxe, y, en menor grado, los diputados y ministros mitterrandistas. En la fase actual, los duros se han llevado el gato al agua. "El m¨¢ximo de reformas y lo m¨¢s r¨¢pidamente posible, porque yo creo profundamente en el fen¨®meno de ruptura". Esta frase del presidente de la Asamblea Nacional, Louis Mermaz, revela el hilo conductor de la pol¨ªtica que, en ¨²ltima instancia, ha sido decidida por el hombre que, cada d¨ªa que pasa, confirma la opini¨®n de quienes bautizaron a Fran?ois Mitterrand como el "De Gaulle de izquierdas" franc¨¦s.
La primera etapa legislativa que inicia hoy la Asamblea Nacional abordar¨¢ la discusi¨®n, de cuatro proyectos de ley: amnist¨ªa, presupuestos, supresi¨®n del Tribunal de Seguridad del Estado y descentralizaci¨®n. Esta ser¨¢ la reforma principal mayor del septenio de Mitterrand, destinada a acabar con el centralismo napole¨®nico.
El cap¨ªtulo de nacionalizaciones
Pero los franceses esperan con atenci¨®n m¨¢xima todo lo que va a anunciar Mauroy para el futuro inmediato, es decir, lo relativo a otras reformas: supresi¨®n de la pena de muerte, nuevas orientaciones fiscales y, sobre todo, las nacionalizaciones. En un principio, se supon¨ªa que estas ¨²ltimas ser¨ªan abordadas cautelosamente, tal como lo preconizaban los moderados. Pero Mitterrand, como mantienen los duros, parece haber decidido que desde el pr¨®ximo mes de septiembre, en una sesi¨®n extraordinaria de la Asamblea, debe ser acometido este cap¨ªtulo de las reformas, que mantiene en efervescencia a la banca privada y a los once grupos industriales a los que afectar¨¢ la ampliaci¨®n del sector p¨²blico.En resumen, Mauroy centrar¨¢ el cambio en torno a tres ejes fundamentales: primero, la descentralizaci¨®n, que har¨¢ compartir las responsabilidades con los ciudadanos; segundo, un nuevo control econ¨®mico a partir de las nacionalizaciones, y, en tercer lugar, una pol¨ªtica extranjera que tenga en cuenta de manera m¨¢s generosa la existencia del Tercer Mundo.
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