La aceptaci¨®n por Hassan II de un refer¨¦ndum en el Sahara modifica el futuro del pa¨ªs
Cuando Hassan II apareci¨® en el Kenyatta Center, de Nairobi, donde se reun¨ªa la cumbre de la Organizaci¨®n para la Unidad Africana (OUA), a los tres d¨ªas de los disturbios de Casablanca, las informaciones eran alarmantes. Se hablaba de cientos de v¨ªctimas. Sin embargo, en los dos d¨ªas de discusiones con sus pares africanos ni uno solo de sus adversarios hizo alusi¨®n a los sucesos internos de Marruecos. "Es que", dir¨ªa un viejo periodista africano, "?qui¨¦n de estos se?ores se atrever¨ªa a tirar la primera piedra?".
Libre de esta preocupaci¨®n, al aceptar el refer¨¦ndum de autodeterminaci¨®n para los saharauis, el ¨¦xito del rey Hassan II fue completo y le gan¨® el aplauso de cincuenta jefes de Estado, el 90% de los cuales no tiene idea de los problemas casi insuperables que plantea una tal consulta. En torno a esa decisi¨®n del rey va a girar un poco el futuro inmediato de Marruecos.Ganar una batalla no es ganar la guerra. Nunca esta verdad de perogrullo se ha visto m¨¢s veces confirmada que en los seis ¨²ltimos a?os de conflicto del Sahara. Se ha dicho que el rey Hassan II, al aceptar un refer¨¦ndum controlado para los saharauis, ha ganado la batalla de Nairobi. Aunque, en verdad, el soberano no hizo m¨¢s que plegarse a las exigencias de la ONU y la OUA, y puede, con toda objetividad, afirmarse que su decisi¨®n le obtuvo un ¨¦xito importante: haber evitado que la RASD fuese admitida como 51 Estado miembro de la OUA. Es la batalla, pero no el final de la guerra.
Es indudable que para lograrla Hassan II apost¨® sobre el deseo de los africanos de preservar una m¨ªnima unidad, y, sobre todo, sobre el cansancio de ¨¦stos por los problemas y querellas ¨¢rabes, que todos los a?os monopolizan lo esencial del tiempo de las sesiones de las cumbres.
Lo curioso, no obstante, es que en el ¨¢nimo de los marroqu¨ªes, partidos y rey, el refer¨¦ndum s¨®lo puede ser confirmativo. Dicho con otras palabras, se supone ganado de antemano. M¨¢s a¨²n, algunos partidos parecen creer que lo esencial era el hecho mismo de haber aceptado el refer¨¦ndum, y no el llevarlo a cabo. Curiosos estos partidos que, sin excepci¨®n, ped¨ªan incluso la guerra con Argelia por la marroquinidad del Sahara, que consideraban absolutamente cerrado e indiscutible ese expediente, y que ahora que el rey decide aceptar el refer¨¦ndum parece, a juzgar por las manifestaciones de ¨¦stos, como si para ellos hubiese estado siempre claro que esta era la ¨²nica soluci¨®n.
Para los partidos, como para el rey Hassan II, a juzgar por su ¨²ltima conferencia de Prensa a un grupo de periodistas escogidos, es que "la poblaci¨®n del Sahara, que ha dado numerosas pruebas de fidelidad a Marruecos, no puede retractarse ahora de todas sus manifestaciones anteriores".
Sea merecida o no esta confianza en la poblaci¨®n saharaui, a nadie escapa que la celebraci¨®n. de un refer¨¦ndum aut¨¦nticamente libre comporta un elemento de incertidumbre. Algunos indicios abundan en esa direcci¨®n. A principios de 1980 desert¨® al Polisario el diputado saharaui de Bojador, Abderrahman Leibek. En octubre del mismo a?o fue capturado el diputado de Smara, Mohamed Uld Bechir, quien, con posterioridad y desde Tinduf, formul¨® declaraciones antimarroqu¨ªes, En Rabat se pretende que esas declaraciones fueron obtenidas mediante coacci¨®n y que Bechir es mantenido preso en Argelia contra su voluntad. Esta es una ocasi¨®n excelente para aclarar ese extremo.
Tambi¨¦n a principios de 1980, el ex alcalde de Dajalak, M. Sueilam, y un grupo de notables emprendieron, a trav¨¦s de Las Palmas, el camino de Tinduf. Una buena parte de la juventud saharaui de esa ciudad les hab¨ªa precedido a?os antes en el mismo peregrinaje. En la situaci¨®n actual del territorio, el "entusiasmo desbordante" de los saharauis ante cada manifestaci¨®n promarroqu¨ª y las elecciones internas de Marruecos, aprobadas en el Sahara siempre con un "99%" de los votos, no tiene. necesariamente que ser un indicio de posibles inclinaciones de un voto bajo control internacional.
Bazas marroqu¨ªes
Lo que, por el contrario, s¨ª ha de jugar a favor de Marruecos en la consulta son dos factores de los que poco se ha hablado hasta ahora: dinero y seguridad. Dine ro en las inversiones que, sin lugar a duda, han llevado a cabo los marroqu¨ªes en el Sahara, para escuelas, dispensarios, viviendas y creaci¨®n de puestos de trabajo. Seguridad, la que al fin y al cabo se disfruta ahora, la que garantiza la presencia, aunque sea en sus cuarteles, del Ej¨¦rcito marroqu¨ª, y la mucho m¨¢s dif¨ªcil de constatar, pero igualmente tranquilizante, presencia de una poblaci¨®n venida del Marruecos Norte, que hoy d¨ªa, por lo menos, iguala en n¨²mero a la poblaci¨®n saharaui original.
Pero que los partidos pol¨ªticos no las tienen todas consigo respecto a las verdaderas intenciones del poder parece evidente. El d¨ªa 8 de junio, el secretario general, hoy preso, de la CDT suger¨ªa, en una conferencia de Prensa, que el poder "tal vez ha decidido, las recientes alzas de precios con la intenci¨®n de desviar la atenci¨®n popular y capitular".
Con mayor ambig¨¹edad, pero m¨¢s interesante porque lo dice despu¨¦s del viaje del rey a Nairobi, el Bur¨® Pol¨ªtico del Partido Comunista afirmaba el 1 de julio que al aceptar la resoluci¨®n de Nairobi sobre el Sahara "Marruecos entra en una nueva fase de su historia".
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